VIGILANCIA

En Getsemaní­ Jesús recalcó una ocasión particular para la vigilancia (Mat 16:38-41; Mar 14:34, Mar 14:38). La vigilancia es prescrita como una actitud general de preparación en aquellos que esperan el regreso de su Señor (Mat 24:42; Mar 13:33-34, Mar 13:37; Luk 21:36). En la exhortación de Pablo a los ancianos de Efeso les insta a velar. En sus cartas a los colosenses y a los tesalonicenses las palabras son vigilando y vigilemos (Col 4:2; 1Th 5:6). En los escritos de Juan, dos veces hallamos vigilante y una vez velar (Rev 3:2-3; Rev 16:15). En 1Pe 5:8 el llamado es también a velar, al alertar contra el diabólico adversario.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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Actitud o postura de observación de quien pone su atención en las personas o en los hechos que acontecen. Pedagógicamente se alude con el término al cuidado educativo de quien previene los malos comportamientos o protege contra peligros o desórdenes en los alumnos.

La vigilancia es virtud necesaria al educador que asume una disposición de responsable y esmerado cuidado o protección para que nada adverso ocurra a los discí­pulos y catequizandos.

Aunque el término alude a los aspectos más corporales y materiales, simbólicamente se hace alusión con él a la prevención o previsión de los peligros morales y espirituales, las cuales pueden acechar a los que están bajo la propia autoridad y cuidado.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

¿Qué significa estar atentos y vigilar? Significa que la historia es el tiempo del discernimiento, el tiempo en el que el cristiano está invitado a abrir los ojos y a no dejarse sumergir por los aconte42 cimientos como meras y brutales fatalidades; está invitado a reaccionar de forma positiva y clara, con inteligencia y valor. Para comprender mejor la exhortación a estar atentos y a vigilar, podemos considerar tres aspectos de la vigilancia bí­blica, tal y como el evangelio nos los presenta. Es la vigilancia del dueño que se pasa la noche en vela, cuando tiene miedo de que llegue el ladrón. Es la vigilancia de la cautela, de la precaución; significa estar en guardia, tener mucho cuidado, mirar a nuestro alrededor. Es la vigilancia del siervo que espera al amo, para que éste le encuentre en su puesto de trabajo, que no parezca un vago, un inepto, un hombre disipado. Es la vigilancia de la fidelidad. Es la vigilancia de la esposa que espera al esposo, evocada sobre todo en el Cantar de los Cantares. La mujer espera al amado de su corazón y su vigilancia es la del amor, la del deseo, la de quien grita: “Ven, Señor Jesús”. Son los tres aspectos de la vigilancia cristiana, que comprendemos al contemplar a Jesús en la agoní­a de Getsemaní­. Jesús está vigilante, mientras sus discí­pulos se duermen, como el dueño que espera al ladrón, porque quiere esperar de pie la llegada de Judas; está vigilante en la fidelidad, afirmando que quiere cumplir la voluntad del Padre, no la suya, está vigilante en e! amor gritando al Padre que se cumpla en él el cáliz de la pasión. En Getsemaní­, Jesús es el modelo de la vigilancia cristiana, de la precaución, de la fidelidad, del amor. Puede que nosotros aplacemos nuestra tarea esperando tiempos mejores, tiempos en los que habrá más justicia, más paz, más comprensión entre los hombres. El evangelio nos invita a manifestarnos ahora, porque es ahora, en este momento, cuando Dios viene.

Carlo Marí­a Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997

Fuente: Diccionario Espiritual