VIRGINIDAD DE MARIA

(v. Virgen Marí­a)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Concepción virginal de Jesús
DJN
 
SUMARIO: 1. La cuestión del nacimiento virginal de Jesús. – 2. El carácter literario e histórico-teológico de los relatos del nacimiento virginal de Jesús (Mt 1; Lc 1).

1. La cuestión del nacimiento virginal de Jesús
Hay cristianos a quienes resulta difí­cil o imposible aceptar hoy dí­a el artí­culo del credo: «Y nació de Marí­a Virgen por obra del Espí­ritu Santo». El cardenal W. Kasper tuvo que enfrentar este problema de la «concepción virginal» de Jesús en sus años de profesor en Tubinga, cuando las voces crí­ticas contra este dogma se hací­an oí­r por doquier. En una carta abierta, posterior, dirigida a un joven sacerdoteexpone brevemente los motivos que hacen difí­cil a cristianos crí­ticos aceptar hoy dí­a esta verdad cristológica y mariológica, pero al mismo tiempo trata de mostrar la importancia y excelencia de este dogma: «Puesto que Marí­a con entera y total entrega aceptó la Palabra de Dios, la Palabra pudo encarnarse en ella por obra del Espí­ritu Santo» (lntKatZeit 16 (1987; cf. LG 53.56) 531-535). En primer lugar, Kasper se refiere a la nueva actitud histórico-crí­tica que desde la Ilustración (siglo XVIII) ha ido instalándose no sólo en la exégesis bí­blica sino también en otras ramas de la teologí­a, que ciertamente no se puede ni debe rechazar, siempre que no se radicalice; incluso el CVat. II ha recomendado el uso de los «métodos historico-crí­ticos» (DV 12). Pero no es la crí­tica histórica el terrible ogro de la fe o del dogma. Tampoco hay que pensar que los Padres de la Iglesia fueran tan ingenuos y alejados de la realidad, al aceptar el dogma de la concepción virginal del Hijo de Dios, que no conocieran verdadera y realmente el alcance de su doctrina. Las acaloradas discusiones de los primeros cristianos y apologetas con los judí­os (Justino, Dial. 1 68E; Orí­genes, Celso, 1,32) y los paganos que se reí­an del dogma, por una parte, y, por otra, con los herejes, sobre todo, docetas y gnósticos, indican que los Padres de la Iglesia sabí­an cuán importante era el mensaje de este dogma, que en modo alguno se podí­a tachar de verdad o dogma marginal de la fe cristiana.

El verdadero enemigo de este y otros dogmas en los siglos pasados eran las nuevas filosofí­as, como el «deí­smo» y el «panteí­smo» (Espinoza, filósofo judí­o, de origen español), según los cuales no existe otro orden que el de la naturaleza o razón humana, que se identifica completamente con el orden divino. Según estas filosofí­as, no existirí­a, por tanto, el orden sobrenatural, según el cual Dios intervendrí­a personalmente en la historia humana, dando lugar a una historia de la salvación de orden sobrenatural; los milagros serí­an, por tanto, imposibles. Con otras palabras, según la mentalidad racionalista no sólo es imposible la concepción virginal del Verbo, sino también toda la Cristologí­a y la historia de la salvación en general. Hasta la Ilustración incluso todos los protestantes habí­an admitido como verdadero el nacimiento virginal de Jesús. En contra de estas filosofí­as racionalistas W. Kasper aduce el testimonio creyente de K. Rahner, uno de los mayores teólogos del siglo XX, para quien la «Mariologí­a y especialmente el nacimiento virginal es una verdad que se deriva de la Cristologí­a» (ibí­d. 533).

2. El carácter literario e histórico-teológico de los relatos del nacimiento virginal de Jesús (Mt 1; Lc 1)
La cuestión de si los capí­tulos de la infancia de Mt 1-2 y Lc 1-2 se deben calificar de «leyendas de fe» o «relatos históricos» puede correr peligro de convertirse en bizantinismo. La expresión «leyenda de fe» es naturalmente una forma literaria convencional, admitida incluso por exegetas católicos (N. Lohfink; R. Pesch), que, de por sí­, no implica que su contenido sea una invención o patraña, sino que puede contener verdades históricas; dicho con otras palabras: la expresión «leyenda de fe» no emite ningún juicio sobre si lo que se afirma sucedió realmente o no. En España, por influjo del gran exegeta Dí­ez Macho, los exegetas prefieren hablar, tal vez más apropiadamente, de «derás» o «midrás» (estas palabras se derivan del verbo hebreo «buscar» [darás], que corresponderí­an al latí­n quaestio/quaerere, o sea, «búsqueda»/»buscar»). El método de la búsqueda del sentido del texto bí­blico está entroncado con la manera bí­blica de escribir e interpretar teológicamente la historia sagrada: el «derás» o «midrás» supone un núcleo de hechos reales o históricos, que trata de profundizar por medio de la fe. La fórmula «relatos históricos», aplicada a las narraciones de la Biblia, se puede aceptar como válida, pero siempre bajo la condición de que no confundamos nuestra manera moderna de concebir lahistoria con la del mundo hebreo y griego o romano. Ciertamente el historiador quiere comunicar la verdad, como afirma Cicerón, pero en la antigüedad greco-romana hay ya variados modelos de historia, tantos como historiadores; no se puede equiparar sin más a Herodoto con Tucí­dides o Tito Livio con Tácito.

Entre los historiadores bí­blicos es Lc el que más se acerca al modelo helení­stico. Incluso la mentalidad histórico-crí­tica de un autor como Tácito, que trata de ser crí­tico como ninguno de sus antecesores, dista mucho de la de los historiadores modernos. Con respecto a la concepción virginal de Jesús (Mt 1,20-25; Lc 1,31-38) es la interpretación de la Iglesia la que nos proporciona la seguridad infalible de que esta afirmación se debe entender como una verdadera intervención real u óntica de Dios en la historia y no sólo como algo puramente conceptual o fantástico: «Yo no creerí­a en el evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica», afirma san Augustí­n (cf. contra epist. Manichaei quam vocant fundamenti, 5,6: PL 42,176). En el Concilio Lateranense del año 649 se definió de acuerdo con la Sda. Escritura y la tradición de la Iglesia el dogma de la concepción virginal de Jesús: «Si alguien no confiesa… que Marí­a concibió propia y verdaderamente sin semen (de varón) (absque semine) por virtud del Espí­ritu Santo al Verbo Dios en los últimos tiempos y lo engendró incorruptiblemente, permaneciendo incólume su virginidad…, sea condenado» (DH 503; cf. también LG 57.61.63: «sin conocer varón»).

Las objeciones contra el nacimiento virginal de Jesús, que se afirma claramente en Mt 1,20-25; Lc 1,31-38, carecen de fuerza argumentativa. Se habla de «hermanos de Jesús» (Mc 6,3 par.; Jn 2,12; 7,5), pero la exégesis crí­tica radical o racionalista no puede demostrar que se trate de hermanos carnales. W. Kasper afirma que, después de haber estudiado unas semanas la cuestión de la concepción virginal, tuvo que comprobar que no es posible sólo por medio del método histórico-crí­tico salir del «empate», de si los «hermanos de Jesús» son verdaderos hermanos carnales o parientes, más o menos cercanos: «La crí­tica histórica puede poner en duda esta verdad de fe, pero no puede demostrar que sea falsa, si esa crí­tica quiere seguir teniéndose por verdaderamente crí­tica» (ibí­d. 532). La razón por qué en esta cuestión no es posible salir del «empate» es doble: — No tenemos otras afirmaciones que las de Mt 1 y Lc 1; la reconstrucción de las fuentes en que se basaron los dos evangelistas es y será siempre hipotética, de no encontrarse milagrosamente nuevos documentos cristianos fidedignos. Tampoco la crí­tica histórica puede explicar en qué sentido debe entenderse la expresión los «hermanos de Jesús» (Mc 6,3 par.) por falta de datos históricos. — Aun cuando encontrásemos nuevos documentos fidedignos, auténticos, carecerí­an éstos, sin embargo, de relevancia para la fe, porque no serí­an «canónicos», como los 27 escritos del NT. Ahora bien, sólo la inspiración nos permite conocer si Dios ha intervenido realmente en la historia humana, pues la acción sobrenatural de Dios no es controlable humanamente. Por tanto, la crí­tica radical o racionalista no es competente para dar una solución en la cuestión del nacimiento virginal de Jesús.

Miguel Rodrí­guez Ruiz

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret