VISION / ES

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La visión es considerada desde la Biblia como un encuentro con Dios, aunque evidentemente Dios es invisible.

Las visiones bí­blicas se incrementan o explicitan desde los profetas (Am. 3.7; Jer. 23.11 y 22; 1 Rey 22. 19-23). Pero ya antes se habla de visión cuando se relata el encuentro de Moisés cara a cara con Yaweh (Ex. 3. 1-12; Ex. 33. 11 y 34. 29-35) o luego con Samuel (1 Sam. 3. 10-14). Los profetas afirman en ocasiones “haber visto a Yaweh (Am. 7.1 y 4;Jer 1. 11-13; Jer. 23.16
En el Nuevo Testamento la idea de visión se mantiene en pocas ocasiones: el mismo Jesús en el Tabor (Mt. 17.2), Esteban en cuento veí­a a Cristo sentado en la gloria del Padre (Hech. 7.56), San Pablo en cuanto vio lo que vio (2 Cor. 12. 1-4).

En la tradición cristiana los encuentros personales con Dios de determinadas almas selectas se han considerado frecuentes y naturales, pero con la singularidad y excepcionalidad de los dones mí­sticos, que escapan toda explicación cientí­fica y empí­rica. Nada obsta a que Dios quiera comunicarse con algunas almas en forma de visión ni nada induce a pensar que los testimonios de determinadas personas de sus contactos con Dios puedan ponerse en duda.

Con todo, es conveniente recordar que la Iglesia, cuando emite opiniones sobre las visiones de uno de sus miembros sobre un encuentro con Dios, con la Stma. Virgen o con un santo del cielo, se limita simplemente a declarar su posibilidad y a afirmar que “nada hay en sus declaraciones contra la fe o las buenas costumbres”. A los fieles corresponde creerlo o no o explicarlo de una o de otra manera, ya que las posibilidades de poner en juego las facultades o las capacidades perceptivas son múltiples y ninguna de ellas es preferente. La visión fí­sica por estimulación de los ojos es posible si Dios quiere que se realice. La estimulación de la imaginación con las composiciones múltiples que la fantasí­a puede formar, en estado de vigilia o ensueño, lo es también Y hasta la visión intelectual, por ví­a de intuición o de abstracción, se puede dar en todo ser humano. Puede acontecer en niños como Jacinta y Francisco, los pastorcitos de Fátima, en gente humilde como Juan Diego, vidente de Guadalupe, en intelectuales como Federico Ozanam o Garcí­a Morente, en religiosas mí­sticas como Sta. Teresa de Jesús o Sta. Gertrudis.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa