Romanos 1:18-32
Dios es santo y al mismo tiempo es justo. Y su santidad como su justicia se ponen de manifiesto al tratar con el hombre pecador, si Dios ignorase el pecado, dejaría de ser un Dios santo y si no juzgase el pecado, dejaría de ser un Dios justo. Dios en su infinita misericordia ha provisto el único medio aceptable, para que el hombre pueda escapar de la condenación del pecado. Veamos la condición de aquellos que han rechazado la justicia de Dios
I. DIOS LOS ENTREGO A LA INMUNDICIA DE SUS CORAZONES v.24
A) el justo juicio contra el pecado y los pecadores
1. Dios ha revelado su disgusto por el pecado angelical como el humano v.18
2. el único refugio contra la ira de Dios es la persona de Cristo (Jn. 3:36)
3. lo ha dado a conocer desde tiempos antiguos (Hechos 15:17-18)
B. su eterno poder y deidad, son perceptibles a la inteligencia humana v.20
1. pero el hombre en su vanidad a despreciado a Dios v.23
2. Dios lo ha dejado en el abandono, para que haga lo que quiera hacer
3. deshonrando su propio cuerpo v. 24
4. ha despreciado la verdad por la mentira v.25
II. DIOS LOS ENTREGO A PASIONES VERGONZOSAS v.26
A) son los deseos incontrolables
1. estos deseos están vivos y exigen ejecución (Col. 3:5)
2. el hombre actúa de forma contraria a lo establecido por Dios
B) cometiendo hechos vergonzosos
1. el ser humano tendrá que dar cuenta de todo (Hechos 17:30-31)
2. los hechos vergonzosos son el resultado de su extravío v.27
III. DIOS LOS ENTREGO A UNA MENTE REPROBADA v. 28
A) lo que surge cuando no tomamos en cuenta a Dios
1. la capacidad mental del hombre esta entorpecida por el pecado v. 28
2. solamente el nuevo nacimiento puede impedir el desenfreno moral
B) el hombre se ha llenado a si mismo de toda injusticia y maldad v.29
1. se ha acomodado a ese estilo de vida
2. de ese lugar Dios quiere liberar al hombre (Col. 1:13-14)
Conclusión:
El hombre en lugar de glorificar a Dios, le rechazo y se degrado, espiritualmente y moralmente, lo que le espera es la condenación eterna. Pero hay solución, puesto que Dios creo al hombre para salvación (1ª Tes. 5:9), decídase por Cristo quien tiene el poder para darle una nueva vida.