¿Como Caminar sobre las aguas de Verdad?
¿Como Caminar sobre las aguas de Verdad?
“…PEDRO… ANDABA SOBRE LAS AGUAS…” (Mateo 14:29)
Aquí tienes algunas cosas que necesitas saber acerca de “Como caminar sobre las aguas de Verdad”:
1) Todos tenemos una “barca”
La tuya es cualquier cosa que te dé la mayor sensación de importancia y seguridad. Es en lo que estás tentado a poner tu confianza, especialmente cuando la vida llega a ser tormentosa. ¿Quieres saber cuál es tu “barca”? Tu temor te lo dirá. Pregúntate: ‘¿Qué es lo que más miedo me da, especialmente cuando pienso en dejarlo atrás y tomar un paso en fe?’?
2) Debes mantener tus ojos sobre el Salvador, y no sobre la tormenta.
¿Cuándo se hundió Pedro? Cuando miró al “… viento” (Mateo 14:30). Todos sabemos lo que es sentir el “viento”, ¿verdad?
Comienzas una nueva aventura llena de esperanza. Tal vez es un empleo o una nueva relación. A lo mejor tratas de tener éxito en un nuevo proyecto. Al principio estás lleno de fe; los “cielos” están despejados, y después llega la realidad… Reveses, oposición, desafíos financieros… La vida está llena de sorpresas, y por lo tanto deberíamos esperarlo, pero de algún modo los problemas tienen todavía el poder de aturdirnos. A causa del “viento”, algunos de nosotros nunca dejan la “barca”. Pero la verdad es que no hay ninguna garantía que la vida en la “barca” sea más segura. ¡Todo tiene sus riesgos! Los mejores bateadores de béisbol fallan dos de cada tres veces. Pero si no te acercas a la “base”, nunca conocerás la alegría de hacer un “homerun”. Entiende esto: si vives en la “barca”, tarde o temprano morirás en ella, y terminarás preguntándote lo que tu vida podría haber sido si sólo hubieras estado dispuesto a salir por el “borde”.
“…AL VER EL FUERTE VIENTO, TUVO MIEDO…” (Mateo 14:30)
La verdad acerca de “caminar sobre las aguas” es que ¡el miedo nunca desaparece! Si quieres crecer, debes entrar en un nuevo territorio. Y cada vez que lo hagas, experimentarás miedo. ¡Deja de tratar de hacer que el miedo se vaya! El miedo y el crecimiento van juntos; son parte el uno del otro. La decisión de crecer significa que escoges entre riesgo y comodidad. Cada vez que salgas de la “barca” te haces un poco más capaz para salir la próxima vez. No es que el miedo se marche, es que simplemente te acostumbras a vivir con el. Te das cuenta de que no tiene poder para destruirte. Por otra parte, cada vez que decides quedarte en la “barca” más que prestar atención a la llamada de Cristo de venir (lee versículo 14:29), la voz en tu interior se hace un poco más baja, hasta que finalmente no la oigas en absoluto.
¿Falló Pedro? No. Además de Jesús, él es la única persona que anduvo alguna vez sobre agua. El fracaso no es un acontecimiento, es simplemente una opinión. No es lo que nos ocurre sino lo que pensamos de ello. Sólo Pedro conocía el gozo de ser autorizado por el Señor para hacer lo que humanamente hablando no se podía realizar. “Caminar sobre las aguas” te cambiará para siempre. Y sólo Pedro conocía la gracia de ser levantado por Jesús en un momento de necesidad desesperada. Entendió, de una manera que los demás no podían, que cuando des pasos “de bebé” de fe, Dios nunca dejará que te ahogues. Pedro tuvo una experiencia con Cristo que los demás no tuvieron. Por lo tanto, el fracaso no consiste en que “te hundas” en las “olas” sino en que nunca te atrevas a salir de la “barca”…
“ENTONCES LOS QUE ESTABAN EN LA BARCA SE ACERCARON Y LO ADORARON…” (Mateo 14:33)
La historia de Pedro andando sobre las aguas termina con las palabras: “Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron…” (Mateo 14:33). Aquí hay una lección importante que aprender: El Señor se revela a sí mismo; tú reflexionas sobre lo que Él ha hecho y respondes en adoración; tu amor por Él crece. Esto puede pasarte de un modo dramático como una “caminata sobre las aguas”. Pero, generalmente, ocurre de formas que no se perciben fácilmente, como una pequeña “voz” silenciosa dentro de ti que susurra: “No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5b).
John Ortberg escribió: “Hace falta adorar al Señor no porque su ego lo necesita, sino porque sin la adoración tu experiencia y goce de Él no son completos. Tienes que adorar, porque sin la adoración puedes olvidar que tienes un Dios grande y terminas por vivir en el miedo. Debes adorar porque sin ello puedes olvidar su llamado y empezar a vivir en un espíritu de auto-preocupación. Necesitas adorar, porque sin ello puedes perder tu sentido de admiración y gratitud y andar ajetreado por la vida con “anteojeras”. Precisa de que adores porque tu tendencia natural es la confianza en ti mismo y la independencia obstinada”.
En la versión que Marcos nos da acerca de la historia de Pedro andando sobre las aguas, él registró que los discípulos estuvieron asombrados porque “…estaban endurecidos sus corazones” (Marcos 6:52b). Cada vez que hagas una pausa para recordar cómo el Señor te ha rescatado, se enternecerá tu corazón y tus labios declararán:
“Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmo 34:1).