Cuando los Santos se Deprimen

1 Reyes 19:1-4

INTRODUCCIÓN:

El título del sermón de hoy pareciera no ser muy positivo, de acuerdo a las reglas de la homilética, pero el texto que nos toca exponer nos obliga a hablar de la depresión, un tema que a veces los soslayamos. La verdad es que la depresión es un terrible estado por el que pasan los santos y los que no lo son. Así que nos sorprende que haya grandes hombres y mujeres que pasen por períodos de profunda y oscura depresión. Winston Churchill decía: “La depresión me seguía a todas partes como un perro negro toda mi vida”.

Un joven abogado en 1800 sufrió una depresión tan profunda que sus amigos hicieron todo lo posible para mantener todas las maquinas de afeitar y cuchillos lejos de él. Él escribió estas palabras: “Yo soy ahora el hombre más miserable que vive. No puedo decir si mejoraré. Me aterra pensar que no lo haré”. Ese abogado se llamó Abraham Lincoln quien llegó a ser el decimosexto presidente de los Estados Unidos. Otro gran hombre llamado Charles Spurgeon, conocido como el “príncipe de los predicadores”, fue atacado por grandes períodos de depresión.

La historia nos dice que hubo momentos en que Spurgeon estuvo tan deprimido que se negaba a dejar su casa para ir a la iglesia. Se dice que en más de una ocasión sus diáconos tuvieron que traer a su pastor al púlpito. La depresión es real. Las estadísticas son alarmantes sobre esta condición del espíritu. No son pocos los que han acabado con sus vidas por esta condición del ánimo. La depresión es la causa de muchas adiciones en la vida de miles de personas.

Ahora vamos a ver a unos de los grandes santos del Antiguo Testamento deprimido y caído. Nos parece extraño que este profeta cayera en tal estado. Elías venció muchas batallas. Fue capaz de burlarse de 450 falsos profetas y después degollarlos, pero ahora huye por salvar su vida, porque una vulgar mujer le dijo que iba a correr la misma suerte que ellos. Su vida es el fiel reflejo de una condición terrible que exaspera hasta el hombre más fiel a Dios. Veamos la miseria de un santo de Dios. ¿Cómo afecta la depresión? ¿Hasta dónde esta condición puede arruinar a un creyente?

I. LA DEPRESIÓN PUEDE LLEVAR A UN HOMBRE SANTO A CORRER

1. Contando el chisme v. 1.

Vea lo irónico de este pasaje. Acab, el rey de Israel, en lugar de festejar la llegada de las lluvias por la intervención del profeta, fue a su esposa a echarle el chisme de lo que Elías había hecho en la cumbre del Carmelo. Ella, seguramente quiso oír que fueron sus profetas los que trajeron el fuego y la lluvia, pero al oír que Elías solo había matado a todos sus profetas, se enfureció y decidió tomar venganza con sus propias manos. Toda esta escena revela el carácter de un rey enclenque que era manejado como un títere por su mujer. De este modo, la corona de aquel reinado lo llevada era Jezabel, no Acab. La noticia de lo que Elías había hecho produjo una histeria en esta malvada mujer, y usará todo lo que tiene a su alcance para destruir al hombre que ha arruinado sus planes. Decíamos la semana pasada que el momento más importante en una batalla no es cuando se termina sino lo que viene después. Elías saboreó la gloria en la cumbre del Carmelo. Allí fue un gigante y dominó la escena. Pero ahora los temores lo dominan. ¡Qué ironía! ¿Puede un creyente derrumbarse tan fácilmente después de experimentar la victoria? La depresión ni respeta ni selecciona a nadie para atacarle

2. “Tu persona como la de uno de ellos” v. 2.

Cuando Jezabel oye la noticia que Elías mató a sus profetas, le envió una advertencia contundente donde le advierte que le quitará la vida y que la pondrá como uno de ellos. De allí su carrera. ¿Estaría Elías impresionado por la forma cómo vio morir a los profetas de tal manera que consideró muy seria la amenaza de Jezabel? De esta manera Elías, en lugar de estar en pie como lo hizo en presencia de Acab y los profetas de Baal, ahora se amilana y se escapa. Este hombre, en su solo momento, se olvidó de todo lo que Dios había hecho, y cómo lo había usado para salir corriendo porque una mujer lo ha amenazado. ¿Tan terrible era Jezabel que puso a temblar al más grande de los profetas hasta ese entonces? Esta escena nos habla de lo rápido que un cristiano espiritual pasa a un estado natural. Usted puede estar en un momento en la cumbre de la victoria con Dios y después estar huyendo de la presencia de Dios. ¿Sabe usted cuánto corrió Elías huyendo de Jezabel? Casi 125 kilómetros hacia el sur. Este es el efecto de la depresión. Las personas deprimidas a menudo hacen cosas que desafían la lógica, creyendo que todo tiene sentido para ellos. El escritor del salmo 42 nos habla de ese estado. Él dice que fueron sus lágrimas las que alimentaban su alma día y noche.

II. LA DEPRESIÓN PUEDE LLEVAR A UN HOMBRE SANTO A LA SOLEDAD

Nota: Vea toda esta escena. Elías no solo corre a través del desierto, sino que se va solo, pues deja en Beerseba al criado que le asiste. El viejo profeta ha tirado la toalla. Ha tocado fondo. Todo se derrumbó para él, por lo que desea la muerte debajo de un árbol. Amados, cuando estas características aparecen, hay que darle un vistazo a lo que pudiera estar pasando.

1. Por concentrarse en sí mismo v. 3ª.

Elías apartó sus ojos del Señor y se centró en sus propias circunstancias. Su experiencia fue como la de Pedro, quien hasta el momento en que se mantuvo viendo al Señor no se hundió; pero cuando vio las fuertes olas tuvo miedo y clamó por su vida. Mientras Elías se mantuvo viendo al Señor fue inalcanzable en su fortaleza, valentía y arrojo; pero cuando dejó de enfocarse en Dios, y lo hizo más en sí mismo, perdió la perspectiva (He. 12:1-2). El otro asunto en el cual se vio su falla fue que dejó de interceder por los demás, concentrándose así mismo. ¿Y acaso no es justo que oremos por nosotros mismos? Así es, pero Elías era el profeta y su misión era asistir a los demás. Cuando todo gira alrededor de mi mismo, entro en el terreno del desaliento. Mi deber como creyente es concentrarme en mi Dios.

2. Por desvincularse de personas cercanas v 3b.

Elías pensó que se había quedado solo, porque no había visto la respuesta del Señor v. 18. Pero él no buscó a ninguno de esos profetas. El pensó que seguía siendo el único. Uno de los peores efectos de un espíritu deprimido es el deseo de separarse de los demás. Es como entrar en una “devoción” con la soledad. Muchas personas que se desaniman tienen una tendencia a desarrollar este comportamiento. Por lo general dicen: “Estoy solo” o “nadie me entiende”. Vea que Elías dejó a su fiel criado. La persona deprimida reacciona de esta manera, dejando a sus amigos y quedándose solo. Pero todos sabemos que la soledad no es buena compañera. La comunión con los santos es indispensable (He. 10:25).

3. Por llegar a desear la muerte v. 4.

¿Cómo pudo alguien que estaba tan cerca de Dios desear la muerte? Frente a la seria amenaza de la perversa Jezabel, Elías llegó a la conclusión que: “La vida no tiene remedio”. Por cierto que si Elías deseó realmente morir, ¿por qué tuvo que irse tan lejos de la misma Jezabel? Perder el deseo de vivir es perder toda esperanza. Lo último que uno puede pensar es que un siervo del Señor haga este tipo de oración. Menos mal que Dios no respondió su oración, porque al final de sus días, la única cara que no vio Elías fue la de la muerte. ¿Qué debemos hacer para quitar ese sentimiento de total fracaso? Recordar que sí hay esperanza, que sí podemos salir adelante. Que nunca olvidemos que Dios todavía está en el trono, y no importa el mal que nos hagan, Dios sigue en control. Mientras Dios esté en el Cielo, y eso jamás cambiará, hay esperanza para usted ( Ro. 8:18 ; 2 Cor. 4:17; Job 23:10 ).

4. ¿Cuáles son los síntomas de esta enfermedad?

Todas estas cosas que Elías dijo e hizo son típicas de las personas deprimidas. Enlistar los síntomas de esta enfermedad nos ayudará a mirarnos en ese espejo para ver si estamos sufriendo lo mismo que el profeta. He aquí algunos. La pérdida de sueño, así como tener largas vigilias en la noche, o una seria dificultad para conciliar el sueño. La pérdida de interés en actividades habituales. Sentimientos de culpa, de inutilidad y desesperanza. Falta de concentración, irritabilidad, agotamiento, sensación de desesperación, sentimiento de inutilidad, temor a la muerte, fobias, comportamiento obsesivo, ansiedad, ataques de llanto incontrolable, pensamiento de suicidio, cambios en el apetito y peso, son unos de los tantos síntomas que pudieran estar desarrollando alguna escondida depresión que lo puede llevar a un colapso. Elías enfrentó varios de estos síntomas y su deseo final era el de morirse. Si usted siente que hay algo de esto en su vida, busque ayuda. Además de la gracia divina, Dios ha provisto de otros medios para que usted tenga paz en su corazón (Fil. 4:6).

III. LA DEPRESIÓN PUEDE LLEVAR A UN HOMBRE SANTO A COLAPSAR

1. “Pues no soy yo mejor que mis padres” v. 4c.

Elías llegó a un estado de protesta contra Dios, racionalizando su petición de la muerte porque no era mejor que sus padres. Ahora vea esta curiosidad de esta historia. ¿Quién le dijo a Elías que era el mejor de todos? Pues al parecer él se había creído esa verdad. Después de todo, ¿no lo había usado Dios para grandes proezas? ¿Se habría creído Elías que era el más grande de todos los profetas y el único que quedaba? La verdad es que Elías no era mejor que sus padres, como no lo es cualquier otra persona. ¿Estaría Elías siendo atacado por algún pensamiento de grandeza dejando su posición de siervo por alguien con pretensiones más elevadas? La depresión hace perder la perspectiva. Si él pensó que era el hombre de la hora, y que el mundo giraría a su alrededor, entonces era natural que llegara hasta estos extremos. Entonces, ¿cuál era el problema de Elías? ¡El orgullo! Estaba atrapado en el éxtasis de una gran victoria y se pudo sentir invencible. Cuando alguien se cree indispensable para Dios y los demás, pudiera caer en el pozo de la desesperación. El santo de Dios haría muy bien en cuidarse de esos momentos de victoria. Debemos permanecer humildes.

2. “…. y vino y se sentó debajo de un enebro” v. 4b.

¿Qué llevó a Elías a este estado? En el comportamiento del profeta hay señales de advertencia que no deben pasar por alto… debemos ver su seriedad. Elías estaba físicamente agotado. Las actividades previas lo habían hecho colapsar. El cansancio físico nos recuerda que nuestro cuerpo no es una máquina y que necesita reposo. Por alguna razón Dios dejó un día de reposo y nuestro Señor tomó tiempo fuera de su trabajo para descansar. En una de sus tantas enseñanzas él dijo a sus discípulos: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Mr. 6:31). Si usted jamás descansa, prepárese porque puede andar en la “cuerda floja” de la depresión. Por otro lado, el profeta estaba emocionalmente exhausto. No había podido drenar todo ese estado de emoción que vivió en la cumbre de Carmelo. Había dado demasiado y ahora está agotado. Se sabe que el estrés constante es una terrible causa de enfermedad y hasta de muerte. La vida cristiana puede entrar en un desorden emocional y en un colapso por la ausencia de paz.

3. Otros también lo sintieron.

Elías no estaba solo en sus sentimientos. Hay dos hombres más en la Biblia que tenían sentimientos similares a Elías. Uno de ellos fue Moisés (Nm.11:10-17). Moisés casi colapso también en sus fuerzas físicas y emocionales por las exigencias del puedo que le tocó dirigir. Así que fue necesario que Dios les diera 70 asistentes que le ayudaran en el trabajo. Otro que también deseo la muerte fue el profeta Jonás (Jonás 4:8-9). Jonás estaba deprimido por la forma cómo pensaba acerca de la actuación de Dios. No lo entendía y se enojó sobre manera. Su principal problema era espiritual. Tenía una concepción inadecuada de la voluntad de Dios. Dios le había dicho al profeta que necesitaba oírle, pero él siempre desobedeció. Una depresión puede venir como resultado de un pensamiento espiritual negativo. Cuando pensamos que Dios no nos entiende, cuando vemos que nos pone cargas que no las podemos llevar. Así que frente a estos fracasos emocionales y espirituales, somos llamados a buscar refugio en nuestro Señor. Cuando esto hacemos se fortalecerá la vida agobiada y se renovará nuestro viaje. Nadie escapa a una depresión, pero de Dios es el poder.

CONCLUSIÓN:

El presente pasaje es solo una parte en la vida de este gigante de la fe. Es parecido a un Romanos 7:7-25 en la vida de Pablo. Pero la forma cómo Dios va asistir de aquí en adelante al profeta es simplemente extraordinario. Dios no deja a sus hijos postrados en su depresión. Él viene a su encuentro para fortalecerlos. No era cierto, pues, que Elías había sido abandonado por el Señor. Dios no le quitó la vida porque tenía un plan para curarlo y porque todavía tenía que hacer tres cosas más. Al final Dios le sacó de esa depresión y lo puso a caminar cuarenta días hasta llegar al monte de Horeb. Tienes que saber que al igual que Elías, Dios también te asistirá en tu propia condición. No es la hora para pedirle al Señor que nos quite la vida, sino que nos dé más vida para servirle. Dios cumplirá su propósito en mí. Vivamos para él.

(571) 251-6590

Fuente: www.centraldesermones.com