El corazón duro en la Biblia
El corazón duro en la Biblia
“Para no oír las instrucciones ni las palabras que por medio de los antiguos profetas el Señor Todopoderoso había enviado con su Espíritu, endurecieron su corazón como el diamante. Por lo tanto, el Señor Todopoderoso se llenó de ira.” Zacarías s7:12 (NVI)
En la empresa donde trabajo, se fabrican estructuras metálicas de acero complejas y de gran porte. Tuve que aprender mucho vocabulario metalúrgico tanto de materiales como de herramientas. Analizando los costos de los consumibles, encontré que se compraban algunos discos para amoladoras a un valor, y que otros discos valían casi 10 veces más. Así que consulté con el responsable de compras del por qué de la diferencia de precio.
La respuesta me dejó satisfecho. Los discos más caros son porque tienen un círculo de diamantes en toda la circunferencia del disco. Esto permite cortar con mayor facilidad y certeza el acero. Y por eso son mucho más caros. Un disco de diamante puede cortar el acero.
Mientras pensaba en lo terrible que sería que alguien se pase ese disco por el dedo, pensé en este texto de Zacarías. En aquellos días no había acero. Pero tenían hierro para hacer sus espadas y escudos. Aun así, ellos sabían que el diamante era más duro que el hierro. Lo habían experimentado.
Por eso el profeta les llama la atención y les reclama por su sordera espiritual. No habían querido oir las instrucciones de Dios. Se habían negado a obedecerlas. No les importó que Dios mandara vez tras vez a sus profetas para tratar de convencerlos. ¿Dónde estaba el problema?
En la insensibilidad de su corazón, tan duro lo tenían que el profeta lo compara a un corazón de diamante. No por lo valioso, sino por lo impermeable. Nada podía atravesar esa coraza de indiferencia, nada podía quebrar su abulia espiritual. Se autoconvencían que podían continuar sus vidas al margen de Dios. Y que sus decisiones o acciones no iban a tener consecuencias aunque rompieran los parámetros divinos.
Pero se equivocaron. Al igual que ellos, hoy tenemos también un corazón insensible. Disimulamos con nuestra religiosidad dominguera, pero somos tan duros como ellos para aceptar las demandas de Dios. Acomodamos nuestro cristianismo a nuestras costumbres, deseos y comodidades. Y creemos que con ello satisfacemos los requerimientos divinos. Dios tiene de nosotros el mismo concepto que de los israelitas. Tenemos un corazón de diamante, duro, insensible e impermeable.
Que puedas cambiar tu corazón para que sea dócil a los mandamientos divinos.
REFLEXIÓN – Que sea de diamante, pero por el valor para Dios.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany