Predicas Cristianas | Estudios Biblicos
Quiero comenzar el día de hoy con una pregunta, ¿qué dirían ustedes que es lo más difícil de controlar en nuestras vidas? Creo que si pensamos en esto un poco todos diríamos que es nuestra mente. Esto es algo que estoy seguro todo Cristiano encuentra difícil de hacer, el controlar nuestros pensamientos en ocasiones se nos hace muy difícil, sino casi imposible, porque la realidad del caso es que no nos damos cuenta que le estamos faltando a Dios.
En muchas ocasiones no nos damos cuenta que con nuestros pensamientos estamos pecando. Sé que he dicho esto en otras ocasiones, pero la razón por lo que les repito esto es porque nuestros pensamientos, nuestra mente, es el campo principal de batalla. El demonio utilizara nuestra mente para poner ideas o pensamientos malos que eventualmente nos alejaran de la presencia de Dios. Pensamientos que si no controlamos, reprendemos y reemplazamos con pensamientos puros, tarde o temprano, cometeremos el pecado físico.
Es por eso que quiero hablarles acerca de este campo de batalla en el cual caen muchos heridos o muertos nuevamente en el espíritu. Este campo de batalla que el enemigo utiliza para robarnos el gozo y la paz que Cristo nos entrego. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.
Marcos 7:20-23 – Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
Quiero que notemos aquí esta palabra “corazón.” Esta palabra es usada en la Biblia para describir este órgano tan importante en nuestros cuerpos, pero también para describir lo más importante de nosotros. Es usada para describir nuestra manera de pensar, nuestra manera de ser; nuestra manera de ser internamente, esos pensamientos e ideas que solo nosotros y Dios conocemos. Es por esta misma razón que Jesús aquí nos dejó esta gran advertencia, nos enseña que el campo de batalla principal es nuestra mente, nuestra manera de pensar. No es nuestra manera de actuar, ya que nosotros todos sabemos que podemos pensar de una manera y actuar diferente. Creo que todos aquí somos más que capaz de engañar a cualquiera, pero les puedo asegurar que nunca podremos engañar a Dios (Gálatas 6:7). Una de las cosas que más confunde al creyente hoy en día es el tema de la tentación y las pruebas. Les puedo decir que en numerosas ocasiones he escuchado esa pregunta que muchos nos hacemos: ¿cuál es la diferencia?
La gran diferencia es que las pruebas vienen de Dios. Aunque en ocasiones nosotros no podamos ver el por que de la situación, las pruebas si tienen un propósito en nuestras vidas. La pruebas sirven para edificarnos, enseñarnos y acercarnos más a Dios (Santiago 1:1-4). Las pruebas no nos tientan a pecar, las pruebas no son una tentación, la tentación nunca origina de Dios (Santiago 1:13). Ahora, en la otra mano tenemos la tentación, esto es algo que origina de nuestro enemigo para alejarnos de la presencia de Dios. La tentación es algo que llega a nuestras mentes, y si no tenemos cuidado hará morada en nuestros corazones. Somos tentados a causa de nuestras propias concupiscencia, nuestros propios deseos, somos tentados por nuestro apetito por las cosas del mundo.
El problema esta en que nuestros deseos son bien poderosos. Con esto no les estoy diciendo que todos nuestros deseos son malos, pero si les digo que algunos de ellos si lo son. Tenemos que aprender a reconocer la diferencia si queremos vivir vidas victoriosas; tenemos que reconocer que el enemigo utilizará todo lo que este a su alcance para alejarnos de Dios; tenemos que reconocer sus tácticas y reprenderlas. Les puedo decir que las tácticas que él usa son fácil de distinguir, son las mismas tácticas que ha estado usando a través de los siglos (1 Juan 2:15-17), y las usa porque sabe que trabajan con mucha eficacia.
En estos versículos que leímos hoy, Jesús nos esta advirtiendo que no dejemos que nuestros deseos controlen nuestras vidas, Él nos esta diciendo que no caigamos en tentación, que nunca nos rindamos. Él nos esta diciendo que no podemos darle una espada al enemigo la cual pueda usar en contra nuestra. Porque hermanos, la verdad de todo es que no podemos ser tentados si el deseo ya no existe en nosotros.
No podremos ser seducidos al no ser que la lujuria, lascivia, y otros malos pensamientos todavía vivan en nuestros corazones. Es hora de reconocer las cosas por lo que son. Dios no nos tienta, tentaciones no son cosas buenas. Dios no causa que las tentaciones lleguen a nosotros, nosotros causamos que las tentaciones lleguen a nosotros. Nosotros le permitimos al diablo y a su ejército de demonios que nos atormenten con tentaciones porque los deseos, la lascivia, y lujurias en nuestros corazones no han sido desechadas. La realidad del caso es que las tentaciones originan de muy profundo en nosotros y son influenciadas por el diablo. Tenemos que examinar las situaciones cuidadosamente, tenemos que siempre acordarnos que Dios no es la causa de la tentación, pero Él si nos ha hecho una promesa sobre ellas. Él nos ha prometido que no seremos tentados por algo que no podamos resistir (1 Corintios 10:13).
El Señor aquí nos dice: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos.” Pero ¿cómo podemos controlar nuestros pensamientos? ¿Cómo podemos controlar nuestros deseos? La respuesta es fácil, tenemos que resistir los ataques, una vez que hagamos esto el demonio tendrá que huir de nosotros (Santiago 4:7). Tenemos que acercarnos más a Dios. Si no buscamos más de Su presencia, si no buscamos más Su rostro, entonces le será fácil al enemigo poner pensamientos malos en nuestras mentes (Marcos 4:19). Si no buscamos más de Dios entonces de nuestros corazones saldrán maldades que no solo nos contaminaran a nosotros mismos sino que contaminaremos a todos aquellos que nos rodean.
¿De qué tipo de contaminación les hablo? Lo primero que obtendremos es que perderemos la paz que Cristo nos dejó. Después perderemos nuestra fe, acto seguido dejaremos de comunicarnos con Dios, nuestra vida de oración morirá, y el pecado reinara nuevamente en nosotros. El pecado es algo que viene a robar, a matar, a destruir los que Cristo nos ha dado (Juan 10:10). Para poder vivir vidas victoriosas, para poder vencer los ataques del enemigo, lo primero que tenemos que hacer es permitir que sea el Espíritu Santo quien nos guié en todo momento.
Fíjense bien que no les dije en algunos momentos, sino les dije en todo momento. Tenemos que escuchar al Espíritu Santo cuando nos habla y nos da convicción de las cosas (Romanos 8:14-15). Tenemos que aprender a caminar en el Espíritu Santo en todo momento y no solo en ciertas ocasiones (Gálatas 5:22-25). Tenemos que aprender a deshacernos de esos deseos de la carne que nos alejan de la voluntad de Dios (Romanos 5:16-17). !Hermanos el Espíritu Santo mora en nosotros! !Él Espíritu Santo nos anhela celosamente en todo momento! (Santiago 4:5). Cuando creemos esto sin que exista algún tipo de duda no existe tentación que no podamos resistir, no existe batalla que no podamos ganar. Dios ha permitido que el Espíritu Santo more en cada uno de nuestros corazones para que podamos ser guiados a través de las tentaciones y las pruebas de esta vida. Él ha permitido que el Espíritu Santo more en nosotros para que nos dé convicción de las cosas que hacemos que están mal hechas. Él Espíritu Santo nos cuida celosamente para que nunca nos apartemos de Dios.
Él Espíritu Santo mora en nosotros derramando la Gracia de Dios en todo momento. Pero lo triste del caso es que no todo creyente recibe la gracia de Dios. Dios quiere derramar su gracia sobre nosotros, Dios quiere lo mejor para cada uno de sus hijos, pero si continuamos viviendo en pecado, si endurecemos nuestros corazones y nos rebelamos contra Dios; pues entonces no recibiremos nada de Dios. Tenemos que purificar nuestros corazones, tenemos que prestarle más atención a nuestros pensamientos (Santiago 4:8).
Hermanos, nuestras mentes son el campo principal de batalla. Una persona que profesa ser Cristiana no puede ser tal como era, tiene que haber un cambio completo, en la manera de actuar, hablar y pensar. Si no existe un cambio completo en nuestras vidas, entonces no nos podemos llamar Cristianos (1 Corintios 10:21-22). Hermanos sé que estas son palabra fuertes, que son palabras que muchos pueden mal interpretar. Sé que lo que les dije son palabras que no muchos pastores están dispuestos a hablarles a su congregación, pero es hora de que el pueblo de Dios sé de cuenta que la batalla se inicia profundamente dentro de nosotros. Por favor comprendan que no es mi propósito de ofender o insultar a nadie, no es mi propósito de hacer a nadie sentirse mal. Mi propósito y deber como cabeza de esta congregación es de exhortar al pueblo de Dios, de exhortar a todos nosotros que el Señor ha puesto aquí a que reconozcamos donde puede existir un error en nuestras vidas.
Para concluir. No le permitamos al enemigo que nos venza en nuestro propio patio, es decir nuestras mentes y corazones. No le permitamos al enemigo que nos robe la paz que Cristo nos dejó, esa paz cual es la única capaz de mantener nuestros corazones y pensamientos en el lugar correcto, nos ayuda a mantener nuestros corazones en Cristo Jesús (Filipenses 4:7). El demonio quiera plantar semillas en nuestros corazones, semillas de celos, contiendas, depresión, lascivia, lujuria, orgullo, dudas y avaricia. El demonio quiere destruir la obra que el Señor esta haciendo en nuestras vidas. Pero si descartamos estas semillas, si reconocemos a tiempo lo que esta tratando de hacer, entonces nunca podrá conducirnos nuevamente a la esclavitud que es el pecado. No podemos dejar nuestra guardia caer en ningún momento sino estar atentos (1 Pedro 5:8).
No podemos permitir que nuestros pensamientos nos alejen de Dios (1 Pedro 1:13-16). De nuestros corazones dice el Señor salen malos pensamientos, pero esto es solo si nuestros corazones y nuestras mentes no están concentradas en Dios (Romanos 12:2). Busquemos más de Dios en todo momento. Confiemos en Dios para todo. Limpiemos nuestros corazones, y llegaremos a Su presencia donde nada nos podrá debilitar o vencer (Mateo 5:8). Es hora de que el pueblo de Dios se someta a Dios sin condiciones.
No podemos permitir que las cosas de este mundo, que las dudas, o la desconfianza detengan la obra de Dios en cada uno de nosotros. No existe poder ni potestad que pueda derrumbar lo que Dios ha hecho (Romanos 8:38-39), no existe poder ni potestad que nos pueda quitar la victoria que Cristo murió en la cruz para darnos. No podemos ser personas de doble ánimo, tenemos que confiar que Dios esta con nosotros en todo momento. Tenemos que tomar control de la batalla, reprender esos pensamientos, y llenar nuestras mentes con Su santa y divina Palabra.
La batalla puede ser difícil, pero la guerra ya la ha ganado Cristo por nosotros. Cristo le venció con Su sacrificio en la cruz (Hebreos 2:14) pero recordemos que aunque es un ser derrotado, todavía esta tratando de engañarnos en todo momento (Apocalipsis 12:9). Su hora llegará, con cada día que pasa más se acerca su fin, se acerca el día cuando Cristo establecerá Su reino aquí en la tierra (Apocalipsis 11:15); cuando el demonio mentiroso no podrá engañar más al mundo. Pero hasta ese entonces, velemos cautelosamente, cuidemos nuestros corazones y reprendamos esos pensamientos que no edifican sino destruyen y contaminan.
† ¡Y claro que Dios es misericordioso!, pero la Biblia también dice que “nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29)
Si Dios no tuviera misericordia de nosotros no nos haría saber que estamos todos viviendo en condenación. Simplemente esperaría que llegara el momento de nuestra muerte para enjuiciarnos y enviarnos al infierno, sin embargo, Cristo lo advirtió de diversas maneras como esta:
† “…temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28)
† “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17)
Tal vez alguien se pregunte:
† “¿y por qué Dios está tan enojado con el ser humano, si Él no ha dejado de ser amoroso y misericordioso?”
Dios está muy enojado con el ser humano porque Él es Justo y Santo y siendo Quien Es, el hombre lo ha menospreciado.
La ira de Dios no solamente es justa sino también santa, la Biblia lo explica así:
† “Porque LA IRA DE DIOS SE REVELA DESDE EL CIELO contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Romanos 1:18-23)
Dios es nuestro Creador, de manera que si no fuera por Él no existiríamos.
† Él es Eterno, Todopoderoso, Infinito y nosotros, todos los humanos juntos, somos mucho más insignificantes que un pequeño punto en medio del insondable universo que Él creó.
† Él es Santo, Santo, Santo y nosotros, pecadores, pecadores, pecadores.
Usted tal vez se considere muy decente y mucho mejor que su vecino, pero Dios dice en la Biblia que usted es como una llaga podrida delante de Él:
† “¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” (Isaías 1:5,6)
Pero, además Dios dice que los seres humanos no tenemos excusa para no creer en su existencia, eterno poder y divinidad, porque las cosas invisibles de Él se hacen claramente visibles por medio de su creación.
Dios dice que no cree que haya ateos, sino que más bien lo que hay son necios, que voluntariamente lo ignoran y no lo adoran ni le dan gracias.
† Y por si fuera poco, no solamente no lo adoran a Él, ni dependen de Él, sino que se han inventado todo tipo de ídolos, desde los antiguos de las antiguas religiones hasta los modernos de yeso, madera, oro o plata.
Incluso hay algunos que no tienen ídolos de yeso o madera, pero han hecho del dinero, del placer o de sí mismos, sus dioses.
† En fin que el ser humano, con religión o sin ella, ignora a Dios y vive egoístamente para sí mismo como le da la gana.
Por eso como dice el texto:
† “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres”
Entre la humanidad y Dios hay una gran enemistad, pero el causante de esa enemistad es el ser humano, así lo dice el Señor en la Biblia:
† “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1,2)
Dios tiene toda la razón al estar airado contra el ser humano porque todos hemos pecado de una o de otra forma. La Biblia lo dice así:
† “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmos 14:2,3)
Y la triste conclusión a la que nos lleva la verdad de que la justa ira de Dios pesa sobre todo ser humano, es esta:
† “…todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)
Y lo peor es que no hay manera humana de desagraviar a Dios:
† “…todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia…” (Isaías 64:6)
† Ilustración: En un omelette, un solo huevo podrido descompone toda la torta, del mismo modo un solo pecado echa a perder todas nuestras buenas obras delante de Dios.
Sin embargo, la siguiente verdad nos da… ¡Una esperanza viva! …
IV. DIOS NOS SORPRENDE OFRECIENDO PERDÓN GRATUITO:
Esta verdad es tan sorprendente como la anterior, pero creerla hace la diferencia entre una existencia eterna y horrible en el infierno, y una existencia eterna, pero feliz en el cielo.
Este perdón gratuito procede del carácter misericordioso de Dios:
† “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos…” (Ezequiel 33:11)
Este perdón es totalmente inmerecido:
† “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)
Lo que merecemos por ignorar a Dios y no adorarle ni darle gracias en todo, es la muerte.
† Y la muerte implica no solamente la separación del alma y el cuerpo, sino también la separación de Dios y el alma.
Pero, la dádiva que Dios nos ofrece por medio del sacrificio vicario de Cristo es la vida eterna.
Y la Biblia abunda en pasajes con buenas noticias como estos:
† “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová CARGÓ EN ÉL el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6)
† “Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS” (Romanos 5:7,8)
Este perdón gratuito requiere de arrepentimiento:
† “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30,31)
Este perdón gratuito es absoluto:
† “Venid LUEGO, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18)
Este perdón gratuito es el único medio para escapar de la ira de Dios:
† “si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:26,27)
¡Así que la respuesta a este llamado no es como para posponerla!
CONCLUSIÓN:
Les pedí en un principio que supusieran que la Biblia dice la verdad, como yo y millones de personas lo creemos.
Si la Biblia dice la verdad, entonces, hemos meditado en cuatro verdades que no debemos ignorar:
I. EL ALMA ES INMORTAL
II. HAY UN JUICIO DIVINO PARA LOS MUERTOS
III. DIOS ESTÁ TERRIBLEMENTE ENOJADO CONTRA LA HUMANIDAD
IV. DIOS NOS SORPRENDE OFRECIENDO PERDÓN GRATUITO
La Biblia dice:
“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:15)
Fuente: www.centraldesermones.com