Devocionales Cristianos – No mires de lejos a tus hijos Agar partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de un arbusto y fue a sentarse sola a cierta distancia, pues pensaba: No quiero ver morir al niño. En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente. Génesis 21:14-16
Que desesperación habrá inundado el alma de Agar, ya no sólo era el dolor por haber tenido que soportar la humillación de haber sido expulsada como si fuera menos que un animal, ya no era sólo la vergüenza por haber sido desterrada de una posición que en un momento parecía de privilegio y honor, su desesperación no tenía que ver con ella, como madre, lo peor le estaba ocurriendo delante de sus ojos, su hijo agonizaba.
El pan y el agua que el padre del niño les había dado, no les alcanzó por mucho tiempo, en medio de tanta soledad, en medio de un desierto tan grande, con el calor consumiendo su piel, secando las últimas gotas de su boca reseca, el agua sólo fue destinada para el pequeño, pero se acabó. Y ahora en medio de aquella orfandad, su pequeño empezó a sollozar.
No hay madre que soporte el llanto de su hijo, somos capaces de cualquier cosa antes que verlos sufrir; Agar debe haber hecho todo lo posible para aplacar el llanto de su retoño; pero, el llanto se volvió sollozo, casi un lamento silencioso, sin fuerzas por el dolor. Fue entonces que escapó, no podría soportar no poder hacer ya nada para aliviar el sufrimiento de su pequeño, pero igual, siendo todavía madre, a cierta distancia, miró de lejos y se derrumbó, ahora si estaba completamente sola, seca y marchita, el dolor de la soledad, era poderoso, parecía que le destrozaba las entrañas, que le desgarraba el corazón, entonces comenzó a llorar desconsoladamente, porque no soportaba creer que su pequeño tenía que morir.
Isaías 43:19 He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréisí Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Pocas veces he visto a una madre resignarse, nadie siendo madre, es capaz de mirar de lejos a un hijo a punto de sucumbir; Agar era madre, hizo todo lo que estuvo a su alcance, pero cuando ya no hubo salida, el único a quien podía acudir era a Dios.
Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: ¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño. Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación.
Hoy también hay hijos que tienen sed, que fallecen por falta de alimento espiritual, sin embargo hay madres que ocupan tiempo en proveer cosas que no sirven, si tu hijo desfallece de sed en medio del desierto de la vida, ¿crees que ropa de buena marca lo ayudarán? ¿Crees que un juguete caro lo calmará? ¿Crees que el programa de T.V. lo entretendrá? Hay Hijos que desfallecen y sus madres viven en la ignorancia total de su verdadera necesidad.
Dios si está escuchando el llanto de nuestros hijos, sus oídos están atentos a la verdadera necesidad que demandan, él quiere usarnos a nosotras, madres, quienes los hemos traído al mundo, para que ellos cumplan el propósito de Dios. Ya es tiempo que cumplamos bien el papel dado por gracia divina, no te apartes, no escapes y a la distancia te quedes llorando inactiva y contemplando que termine muriendo por hambre de comprensión.
Cuida de la vida de tus hijos, ora por ellos con pasión.
Pastora Martha Bardales Isaías 66:13 ”Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”