El ministerio, ¡difícil pero no imposible!

por Enrique Zapata

Servir a Dios no es imposible pero sí es complejo y difícil. Hay dos facetas de dificultad y complejidad. Aunque trabajamos con un pueblo complejo y pecador servimos a Dios que es compejo pero santo y perfecto. Las lecciones que nos deja la historia sagrada: 1) buscar personas idóneas que nos ayuden en la batalla, 2) aunque el pueblo fracase y sea pecador, como Dios, el siervo debe perseverar en su tarea con mansedumbre, paciencia y amor.

Servir a Dios no es imposible pero sí es complejo y difícil. Hay dos facetas de dificultad y complejidad.

La primera es Dios quien es imprevisible, santo y soberano. Al leer las Escrituras encontramos, en la vida de los grandes hombres de Dios, el hecho de que rara vez entendían cómo Dios iba a obrar al cumplir su plan. Todo estaba lleno de sopresas, sobresaltos y disgustos que sólo al pasar el tiempo ellos podrían entender lo que Dios estaba haciendo. Abraham, llegó a la tierra para la cual Dios lo había llamado y al poco tiempo hubo hambruna. Luego se le prometió ser padre de una multitud aun cuando su esposa era estéril y cada vez más anciana. Después el milagro ocurre, el hijo nace, y Dios le manda que lo sacrifique. Moisés constantemente se encontraba con el disgusto del pueblo porque Dios, desde el punto de vista humano, no hacía las cosas en la forma más acertada. Dios había prometido una tierra que fluiría leche y miel; sin embargo, Moisés lo lleva al desierto por órdenes de Dios. (Yo sé lo que es tener a mis hijos con sed cuando hace mucho calor, ¡ay de Moisés al tener multitudes!) ¡Y ellos esperando que él les resolviera los problemas! Llega hasta el punto cuando Moisés ora: «¿Por qué has hecho mal a tu siervo?… No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. » (Nm 11.11–14)

Las oraciones de desesperación delante de Dios han llenado las almas de todos los siervos de Jehová; David, Jeremías, Job, Habacuc, Pablo… Y también las nuestras…

Sin embargo, la ventaja que tenemos con Dios es que siempre se comprueba su sabiduría, su amor y su justicia. En otras palabras, para nosotros aunque nos desesperemos con Dios porque no ha obrado como esperamos, siempre al final nos gozaremos en su grandeza y reconoceremos que nuestras limitaciones no nos permitieron ver la obras perfectas que él estaba haciendo.

La segunda faceta de servir a Dios es pastorear a un pueblo que es sumamente creativo en pecar, esto no es sencillo y no siempre salimos bien librados. El problema es la complejidad y éxito del pecado en las vida del pueblo de Dios. Dios es complejo pero santo y perfecto. En cambio el ser humano es complejo y pecador. La diversidad y originalidad de las manifestaciones del pecado en el pueblo de Dios nunca deja en paz a los que estamos tratando de ayudar a los demás a transitar en los caminos de Dios. Moisés lidió con esto constantemente y encontró lo que todos nosotros encontramos. Uno sale de un problema y llegan dos más. Si no había quejas sobre el agua, las había por la calidad de comida, en respuesta Dios les da carne… a los días están criticando a Moisés por la esposa que el había tomado… Y lo más difícil es que muchas veces es la gente más cercana la que más nos ataca o nos complica el problema. ¿No fue Aarón el que hizo los becerros de oro,y no fue acaso, su hermana María junto con él los que atacaron a Moisés por su esposa? ¿No fueron los hermanitos de José los que le vendieron como esclavo? ¿No fue Pedro el que más discutía con Jesús y no fue uno de los doce el que le vendió?

…Lamento admitir que nosotros como líderes nos encontramos también entre los humanos donde descubrimos la complejidad de nuestro propio ser. Estamos en la buena compañía de Pablo que encontraba que no hacía lo que deseaba.

«En guerra avisada no muere soldado…» El dicho popular tiene algo de verdad. Si entendemos la lucha real que tenemos habrá menos heridos, pero no menos conflictos. Necesitamos entender estos conflictos y como vivir con ellos.

Sin duda, lo más importante es buscar a Dios y meditar en su historia a través de las Escrituras, nos ayuda a entender su superioridad y nuestras limitaciones, su fidelidad y nuestra fragilidad. A la vez, nos ayuda a entender que no estamos en una gran empresa únicamente con planes, procedimientos y estrategias, sino que nuestra misión tiene que ver con ayudar a los que nos rodean a que conozcan a Dios como persona y que caminen con él. Todo lo que hacemos debe tener este propósito. Es más fácil para nosotros, muchas veces como humanos, hacer planes y estructuras porque nos libra de la complejidad e impredecibilidad de Dios y su inconformidad de hacer las cosas como a nosotros nos gustaría. Y cuando hemos hecho nuestros planes (sin entender sus planes y sus propósitos), encontramos la desilusión de ver que no han producido cambio, ni transformación ni espiritualidad en las personas.

Sí, encontramos lecciones importantes para nosotros en la sagrada historia:

1. Acerca del trabajar con otros: A la queja de Moisés de no poder llevar más el peso de su ministerio, Dios lo llamó a delegar la responsabilidad en setenta varones. A Elías lo mandó a invitar a Eliseo para acompañarlo. Jesús envió a los discípulos a trabajar de dos en dos. Y Pablo iba a todos lados con su equipo. Claramente en el liderazgo necesitamos personas claves con quienes compartir el trabajo pesado. Tenemos que buscar con la ayuda de Dios a personas idóneas con quienes podamos pelear la buena batalla.

2. Acerca del pecado del pueblo de Dios… y del nuestro: Nos ayuda a entender que el pueblo de Dios es complicado y que peca exitosa y regularmente. Nos ayuda a comprender que los fracasos del pueblo no son necesariamente nuestros fracasos. Dios mismo se enojó muchas veces con ellos, y nosotros también lo hacemos. Sin embargo, Dios perseveró en formar a su pueblo y nosotros también necesitamos perseverar en la misma tarea con mucha mansedumbre, paciencia y amor. No es imposible, sí difícil. A Dios le costó su propio Hijo y milenios de perseverancia, a nosotros también nos costará. No obstante, Dios quien conoce el fin del camino, sabe que ha valido la pena y es seguro que para nosotros también la valdrá.

¡Adelante!