La Iglesia Viva

por Pablo N. Benware

Imagínese que usted es un Cristiano solitario en una iglesia que está creciendo. El ministerio en el púlpito es bueno, los cultos son excelentes. Pero usted siente que es un espectador.



Prueba comenzando a asistir a una de las clases de estudio bíblico para adultos y conoce a algunas personas; pero los participantes se dispersan después de cada clase, donde el centro de la discusión ha sido la lección.


Los cultos que hay entre semana le dan a usted la oportunidad de tomar parte en la oración colectiva, pero sigue siendo principalmente un oyente, poco dispuesto a compartir frente a un grupo tan grande.


De pronto, algo sucede en la iglesia. Se anuncia un nuevo programa y usted se anota como miembro de un pequeño grupo de confraternidad. Pronto ese estudio bíblico semanal, donde puede compartir y hay tiempo para la oración personal, se convierte en el momento más importante de la semana. Ha llegado a conocer rápidamente a los demás. Siente que es parte de grupo. A medida que estudian y oran juntos acerca de sus problemas, les resulta espontáneo y natural compartir. Su vida espiritual es transformada a medida que descubre nuevas dimensiones en la interacción Cristiana.


La Iglesia Bíblica Suburbana de Highland, Indiana, descubrió que lo que ellos llaman “Rebaños de Confraternidad” ha cambiado el espíritu y la perspectiva de toda la iglesia.


Tres años atrás una ola de crecimiento pareció robarle a esta iglesia su ambiente de calidez e intimidad. El pastor J. David Drummond y su equipo oraron y discutieron acerca del problema. En enero de 1977 iniciaron el plan de pequeños grupos, en donde la regla sería la confraternidad y no la evangelización.


Cada grupo está compuesto por un número que oscila entre 8 y 14 personas adultas, de vocaciones, antecedentes culturales y edades variadas. El grupo se reúne en alguna casa una vez por semana para tener un estudio bíblico informal, para compartir y para orar.


Algunos grupos están compuestos por personas que pertenecen a la misma zona geográfica, otros reúnen a aquellos que sólo se pueden reunir en un horario determinado.


Uno de los Rebaños de mujeres abarca toda la gama de edades que van desde tres semanas (las madres traen a sus pequeños y los tienen allí con ellas) hasta los años de aquellas que están jubiladas. Cuando los bebés son muchos, los miembros se turnan par cuidarlos.


Los padres jóvenes que van a los Rebaños de noche suelen buscar alguna niñera, tratan de tener ese tiempo para compartir sin distracciones.


Espiritualmente, abarca personas que son bebés de tres días en Cristo, hasta otras que se convirtieron antes de que hubieran nacido algunos de los demás participantes. Esta mezcla ha bendecido a los miembros. Los más ancianos comparten su sabiduría y experiencia; los más jóvenes, su entusiasmo y frescura.


¿La reacción? “El Rebaño ha cubierto una necesidad real en mi vida”, dice una mujer de mediana edad. “Ahora tengo una pequeña familia que se preocupa y está interesada por los problemas que tengo como cristiana. El orar y compartir nuestras cargas nos ha unido de una manera que nunca había sido posible en nuestros cultos más numerosos”.


Un padre joven dice que su participación en el Rebaño le ha dado un extraordinario sentimiento de unidad con la iglesia. Su responsabilidad de contribuir ha favorecido su crecimiento espiritual. “Estoy más comprometido”, dice, “no sólo con la iglesia sino en mi propia vida espiritual. Me parecía que pasaba mucho tiempo de un domingo a otro, con Satanás golpeándome días tras día. Nuestra reunión de Rebaño se ha convertido en un oasis dentro del desierto de cada semana”.


Una madre les dijo, riéndose, a sus hijos: “Pueden enfermarse cuando quieran, excepto los martes a la mañana, porque tengo que ir al Rebaño si quiero sobrevivir el resto de la semana”.


Dios ha establecido a la iglesia local para evangelizar al perdido y para edificar o fortalecer a los creyentes. En Hch. 2 los Cristianos se veían expuestos a la enseñanza de las Escrituras y también a la oración, la adoración, el testimonio y la comunión de unos con otros.


En esta iglesia de Highland, la confraternidad incluye el compartir tanto los fracasos como los éxitos. Esto significa compromiso, apoyo, y precaución por los problemas mutuos. Esto es lo que diferencia a los Rebaños de los típicos grupos de estudio bíblico en los hogares que encontramos en la mayoría de las iglesias.


Este interés mutuo satisface una necesidad social muy humana; pero también es la clave del crecimiento espiritual. Los Cristianos muchas veces anhelan tener amigos con quienes compartir, pero es difícil encontrarlos en el programa general de la iglesia.


Hasta un cierto punto, cada grupo de la iglesia en cuestión tiene la libertad de seguir sus preferencias en cuanto a la organización de su programa. Un grupo sirve refrescos al principio, otros los sirve al final. Uno puede tener media hora de comunión al principio; otro al final. Algunos usan hojas de estudio; otros no.


Generalmente el estudio bíblico se hace antes de compartir y orar. A veces, una necesidad o programa especial pueden alterar el horario. Los miembros tratan de ser flexibles.


La iglesia ha descubierto que los líderes de los Rebaños son la clave para el funcionamiento efectivo de este programa. Deben ser creyentes maduros, cuyas vidas sean compatibles con las normas que da el Nuevo Testamento para la vida cristiana. Deben ser fieles a la posición doctrinal de la iglesia y ser leales al ministerio de la misma.


Una vez que los hombres espirituales de la iglesia han elegido a los líderes en potencia teniendo en cuenta estas características, la iglesia de Highland los encara a cada uno por separado. Los que accedan deben desear servir a Cristo de esta forma, ya que el trabajo requiere un sólido compromiso. No se aplica ninguna presión. Si no se pueden encontrar líderes adecuados, la iglesia pospone para más adelante la expansión del ministerio de Rebaños.


Una vez que los líderes han sido elegidos se les explica lo que se espera de ellos, cómo liderar sin ser dominantes y cómo tratar problemas especiales. Los líderes se reúnen periódicamente para aconsejarse mutuamente, orar y estudiar.


Es esencial que haya miembros del Rebaño que estén comprometidos para que el ministerio del Rebaño sea eficaz. Aquellos que se unen en el compromiso de:



1. Orar cada semana por los demás miembros del Rebaño.


2. Estar preparados para ministrar a las necesidades de cada uno de los miembros del Rebaño y estar abiertos al ministerio de otros.


3. No contarles a otros las cosas de tipo confidencial que se hayan compartido durante la reunión del Rebaño.


4. Venir a las reuniones del Rebaño preparados, habiendo orado y estudiado.


5. Concurrir a todas las reuniones del Rebaño a menos que lo impida alguna circunstancia excepcional. En este caso, el miembro debe avisarle al encargado del Rebaño.


6. Concurrir regularmente a las reuniones de enseñanza y adoración del cuerpo total de la iglesia.



“Pienso que el punto fuerte del programa de Rebaños es nuestro compromiso mutuo”, dijo recientemente un miembro.


Otro lo afirma de esta forma: “El Rebaño involucra el esfuerzo de todos. Usted sólo saca de él lo que usted mismo ha puesto en él”.


El Rebaño se reúne durante nueve meses al año. La mayoría suspende sus reuniones durante el verano (durante el cual hay un servicio entre semana para toda la iglesia), aunque hay algunos grupos pequeños que organizan paseos o recreaciones de vez en cuando.


Los miembros de la iglesia tienen la oportunidad de inscribirse a principio de septiembre (cuando comienza el año escolar en los Estados Unidos) para participar en el Rebaño y sólo se comprometen por un año. Por supuesto, las personas que así lo deseen pueden unirse a un Rebaño en cualquier día del año, si contactan al pastor o a la persona que está a cargo.


Para decidir cómo acomodar el Rebaño a su programa, la iglesia local tendrá que tomar decisiones en, al menos, dos puntos básicos:


Primero. ¿El Rebaño reemplazará a las tradicionales reuniones de oración y horas de estudio bíblico que se realizaban entre semana?


Algunas iglesias han dejado de lado el culto congregacional que tenían entre semana, con la convicción de que las reuniones del Rebaño cumplen esta función con mayor eficacia. La iglesia de Highland hizo esto. Hoy en día la concurrencia es cuatro veces mayor. Se comparte con más libertad y muchas personas participan de la oración.


Otras iglesias siguen teniendo el culto en medio de la semana en la iglesia y, además, han incorporado las reuniones de Rebaño durante otras noches de la semana. Piensan que el culto de toda la iglesia en la mitad de la semana así como las reuniones de Rebaño cubren las necesidades de un mayor número de personas.


Segundo. ¿Hasta qué punto va a controlar la iglesia al Rebaño? Aquí también, cada iglesia tendrá su propio enfoque. Algunas iglesias no tienen prácticamente ningún control sobre sus grupos pequeños. Otras ejercen una supervisión bastante minuciosa.


De cualquier modo, dado que el grupo de confraternidad forma parte del ministerio de la iglesia local, el grupo pequeño no debería ser independiente. Si un Rebaño se vuelve perjudicial para una iglesia (y esto puede ocurrir) entonces la iglesia deberá tener la autoridad suficiente como para intervenir.


Sin embargo, dentro de los límites de un control apropiado de la iglesia, se debería estimular a los Rebaños a tomar sus propias decisiones en cuanto a áreas de estudio, duración de las reuniones y su formato. La clave para tener un ministerio saludable y evitar problemas reside en un liderazgo maduro.


¿Y qué acerca del temor de que los Rebaños fomenten divisiones dentro de la iglesia? La Iglesia de Highland considera que esto no tiene fundamento. Cuando los Cristianos se ministran unos a otros, aceptando su responsabilidad como miembros del cuerpo, se fortifica la unidad y toda la iglesia se beneficia.



© 1980 Paul Benware.


Usado con permiso de Moody Monthly,


donde fue publicado en febrero de 1980.



Apuntes Pastorales


Febrero – Mayo / 1985


Vol II, número 5