por Roberto Azzati
Uno de los muchos problemas que debe enfrentar el pastor en su ministerio es el trato con los intelectuales, que bien pueden ser profesionales, profesores, maestros o simplemente personas de elevada cultura.
Existe el concepto de que con esta clase de gente es muy difícil tratar temas espirituales pues suelen carecer de la sencillez de corazón que sobreabunda en las clases no intelectuales. No niego esto, pero pienso que el mensaje de Cristo es único, sencillo y tremendamente comunicativo. No puede haber un mensaje para personas altamente cultivadas y otro para las que no lo son. El llamado intelectual es una persona necesitada de Cristo, de paz, de seguridad y de amor, pero que racionaliza. Esto no es malo en tanto y en cuanto haya deseos sinceros de creer. Una cosa es el raciocinio y otra muy distinta el racionalismo. El primero ayuda al hombre a comprender todas las cosas. Es la capacidad que Dios nos ha dado para pensar cada cosa con su lógica. Lo segundo es una filosofía que cree en la independencia y autosuficiencia de la razón. El racionalismo teológico fue la corriente de pensamiento que fundaba sus creencias sobre la razón, dejando completamente de lado a la revelación, los misterios del dogma y toda forma de experiencia espiritual. Al final terminó convirtiéndose en una filosofía atea o agnóstica. Ha querido suplantar a Dios y, por lo tanto, es fuertemente humanista.Este último ha sido el pensamiento predominante entre los intelectuales de fines del siglo pasado y principios del presente con todas las crueles consecuencias que esto trajo aparejado.LA COMUNICACION DEL MENSAJE¿Debemos intelectualizar el mensaje de Jesús? De ninguna manera, porque ni El ni Pablo lo hicieron, a pesar de que contaban con todas las posibilidades de hacerlo. Veamos los casos que son ejemplo de lo que estamos afirmando. En Juan 3:1-15, Cristo comienza a hablar con Nicodemo con palabras impregnadas de simbolismos que hacen difícil el entendimiento para su interlocutor. Se suponía que Nicodemo, un doctor de la ley, debería entender el vocabulario de Jesús; pero no es así. Jesús entonces debe mostrarle con mayor claridad su mensaje y la necesidad que este abogado tenía.El otro ejemplo está dado en Hch. 17:16-34, Pablo menciona a los pensadores helenos para introducirse mejor en el tema y luego llegar al meollo de la cuestión que es el arrepentimiento y la fe en Cristo. No sabemos si los que escuchaban en el Areópago comprendieron las primeras palabras de Pablo, pero sí sabemos por sus reacciones que entendieron perfectamente las últimas.Santo Tomás, al pretender separar la caída de la voluntad del hombre por un lado y el intelecto por otro, ayudó a pensar entonces en la necesidad de la reflexión racionalista para alcanzar la paz con Dios, y así nació el monasticismo que no deja de ser un recurso humanista. Pero olvidó que el que cae en el huerto del Edén es el hombre total y no solamente su voluntad.LA RACIONALIDAD EN LA BIBLIAEsto que venimos explicando no significa eludir la importancia del pensamiento ni escapar de la racionalidad para entender algunos principios bíblicos, pero es imposible realizarlo si no se comienza por la fe. La Palabra de Dios no es un conjunto de preceptos descolocados entre sí. Es una unidad espiritual (y hasta diría ideológica) pues enfrenta al hombre ante sí mismo, ante el prójimo y ante el Creador como un ser pensante y no como una cosa (Pr. 15:28; 16:9; Mt. 16:8; 22:42; He. 4:25; Ro. 8:5; 1 Co. 13:11; Fil. 4:8; entre otros). Pero de ninguna manera nos enseña la Biblia que el conocimiento de la salvación por medio de Jesús se consigue elucubrando conceptos teológicos o filosóficos.LA LOGICA DEL MENSAJE DEL EVANGELIOPor supuesto que el plan de salvación de Dios tiene su lógica, pues no es un planteo desarticulado y hasta podemos acomodarlo en un problema lógico, a saber:
TESIS ANTITESIS
Jn. 3:16 Ro. 3:23
SINTESIS
Ro. 5:8, (La cruz es una síntesis de amor y pecado – 2 Co. 5:21) Pero el mero conocimiento intelectual del problema no produce salvación, pues hace falta un cuarto componente: la FE.
SISTEMAS DE EVANGELIZACIÓN
Estos sí pueden variar, y muchas veces es necesario que así sea, a fin de ubicar al evangelio en el contexto social en el cual se está desarrollando. Francis Schaeffer dice en uno de sus libros que Cada generación de la Iglesia, en su propio contexto, tiene la responsabilidad de comunicar el evangelio en términos comprensibles, considerando el lenguaje y las formas de pensamiento de cada contexto concreto. Es decir que Schaeffer piensa que el mensaje es uno, los métodos pueden variar. (Huyendo de la Razón, Ediciones Europeas, pg. 96).
La pregunta es entonces: ¿Resiste la Biblia el análisis racional? Sí, claro que sí. Lo imposible es llegar a Dios mediante ese sistema. Es que el Señor comunica las verdades espirituales a través de su Espíritu y no con el intelecto (1 Co. 2:10-16). Pablo predicó con palabras celestiales de sabiduría para que los gentiles se convirtieran al Dios vivo, pero no lo hizo apelando a los conocimientos humanos (1 Co. 2:1-5).
EL INTELECTUAL Y SU ESCAPISMO
Debemos entender que el intelectual, por el hecho de vivir racionalizando toda su vida, está ejercitado en hacerlo. Ha creado el hábito, y le cuesta aceptar algo que no alcanza a comprender del todo. Nuestra misión es mostrarle que no necesariamente Dios va a caber cómodamente dentro de sus pensamientos. Dios es más grande que nuestra mente, o por decirlo de otra manera, nuestra mente por más ejercitada, desarrollada y aceitada que funcione, es limitada. Dios excede esos límites y nos llama ahora a ejercitar la fe (Ro. 1:17).
Ahora bien, cuando se pretende racionalizar todas las cosas de Dios como condición para aceptar la fe, es porque se desea escapar a la necesidad del arrepentimiento, dado que esto último significa humillación y el intelectual, muy a menudo, es soberbio. Así se tiene la excusa de no poder racionalizar el mensaje de salvación que es por medio de la cruz del Calvario y se deja de lado que la salvación es por fe y no por razonamientos, aunque si Dios quisiera, podría demostrarle sin problemas a un intelectual lo coherente de su mensaje.
El pastor debe aprender a no intelectualizar el mensaje y presentar a Cristo como debe ser presentado, mediante la fe. Esto no significa menoscabar el evangelio y reducirlo a términos mediocres, sino que Jesús es la única esperanza para sabios y no sabios, para doctos y no doctos, y a todos Jesús les trajo el mismo y único evangelio.
©Apuntes Pastorales, Vol III, número 1. Roberto Azzati es abogado y evangelista itinerante, el Dr. Azzati se ha desempeñado también en ministerios con estudiantes y profesionales y como profesor, además de servir también en el area pastoral.