Biblia

Lo que Dios, tal vez, esté queriendo decir a su iglesia

Lo que Dios, tal vez, esté queriendo decir a su iglesia

por Enrique Zapata

Los desafíos, alientos y exhortaciones de Lausana II en Manila


Cuando los hombres de Dios hablan, nosotros debemos escuchar. Esto no significa que estaremos de acuerdo con todo lo que digan, ya que son humanos como nosotros; sin embargo, necesitarnos estar atentos a los retos, a las palabras de aliento ya las exhortaciones que nos extiendan. En el encuentro internacional Lausana II, en Manila, se hicieron presentes hombres y mujeres de todo el mundo, líderes y obreros de diversos países que se reunieron para hablar, escuchar, evaluar y aprender. Y nosotros necesitamos escuchar y considerar muchos de los desafíos que fueron presentados allí.



Si bien podemos encontrar reparos en cuestión de métodos o programas, permítanme compartir una serie de retos lanzados a la iglesia toda, que trascienden las formas y objeciones particulares que podamos tener. Los siguientes, creo, son los más significativos para nuestra realidad hispanoamericana.



LA NUEVA GENERACION


La guardia vieja, los grandes misioneros nacionales e internacionales, los fundadores de muchos de los movimientos evangélicos mundiales y voceros de sus ideas, están dejando su lugar a las generaciones que vienen. En cada país de nuestro continente encontramos que esos grandes hombres, patriarcas de nuestras iglesias, están pasando a retiro. Muchos ya se encuentran en la presencia del Señor, otros están postrados dedicándose a la oración. También están aquellos que han debido reducir sus actividades porque ya no tienen fuerzas. No obstante, está surgiendo una nueva generación de líderes. ¿Serán quienes mantendrán la fe? ¿Pelearán ellos también la buena batalla?



La historia está llena de ejemplos de generaciones que han dejado caer la posta recibida de sus mayores y que no han corrido con impulso. También la historia nos muestra muchos casos en los que la nueva generación fue más allá de los sueños, las aspiraciones y las oraciones de sus antepasados, ¿Qué haremos nosotros?



El mundo no tiene ninguna apariencia de estar mejorando. Nuestros valientes antepasados conquistaron las montañas y las verdes selvas; hoy necesitamos hombres valientes dispuestos a conquistar las selvas de cemento, los grandes centros urbanos. Nuestros antepasados enseñaron a miles a leer; hoy necesitamos enseñar a miles a escribir para proveer literatura sana a los millones que han aprendido a leer. Aquellos plantaron iglesias, armando las estructuras; hoy necesitamos hacer las paredes y “cerrar la puerta de atrás” por donde se pierden multitudes.



Si es que avanzaremos, la iglesia necesita clamar a Dios, apoyar y ayudar a la nueva generación de siervos.



BUSCANDOJOVENES Y NIÑOS


Nuestro mundo es cada vez más joven. El promedio de edad de la población, especialmente en Latinoamérica, es cada vez menor. Se dice que la mitad de los habitantes de la Ciudad de México son menores de 14 años, una cifra que iguala la población de la ciudad de Nueva York. En todas las ciudades de nuestras naciones se encuentran millones viviendo en las calles, (sólo en Brasil, según la revista Time, vagabundean 14 millones de niños). Necesitamos ganar a los niños que tienen hogares, como también a los de la calle.



Muchos de los movimientos cristianos para niños, jóvenes y estudiantes han perdido el empuje que tuvieron años atrás. Los nombres de las instituciones han permanecido pero, en muchos casos, no han crecido ni siquiera un decimal del porcentaje de crecimiento demográfico de esas edades. ¿Cómo enfrentaremos esta realidad?


Los jóvenes y niños están incluidos en la Gran Comisión ¡y necesitan a Cristo! Necesitan que desarrollemos programas y proyectos especiales que tengan en cuenta su realidad y sus necesidades, que los alcancen de veras. No podemos conformamos con el hecho de que tenemos 20,50,0 100 jóvenes en nuestras iglesias, cuando hay miles en las calles que están necesitados. Necesitamos orar, apoyar, enviar y trabajar para que millones de niños puedan entrar en el Reino. No creo que debemos ser ecuménicos en el sentido clásico, pero sí cooperar con aquellos que sostienen una fe bíblica, histórica y apostólica. Es ridículo que dos buenas denominaciones comiencen obras a pocos metros una de la otra, como ocurre en muchos barrios y ciudades, Hay tantas barriadas y tantos grupos que no han sido alcanzados que no tiene sentido que concentremos nuestros esfuerzos en una misma zona. Debemos coordinar nuestros planes de evangelización para cooperar, en lugar de competir, porque la duplicación es mala administración.



Hay más de 100 programas masivos de evangelización mundial y miles de planes o programas nacionales y denominacionales puestos en marcha con el objetivo de ganar el mundo y sus distintas partes. Es obvio que nos estemos pisando y estorbando, si no cooperamos y somos honestos con nuestros hermanos. El trabajo abunda para todos, si no tratamos de hacer la misma cosa todos.



Años atrás uno podía ir a casi cualquier ciudad y ser pionero en el ministerio; hoy no es así. Gracias a Dios, hemos adelantado en la obra y por ese adelanto debemos cuidar de no tirar semilla sobre tierra que ya está sembrada, mientras que grandes extensiones nunca escucharon la palabra “Jesús”. San Pablo tenía pasión por predicar donde otros no habían trabajado.



“…TODO EL EVANGELIO…”



Cuando en Manila se trató el sub-lema. “Toda la iglesia, llevando todo el evangelio a todo el mundo”, no se habló de lleva sólo algunos de los elementos más comunes, sino entender que la expresión evangelio completo contempla el orar y trabajar para que las personas, las iglesias y las culturas sean afectadas con todos los valores, enseñanzas y bendiciones cristianas. En otra palabras, el evangelio espiritual y el social no deben ni pueden ser separados, sino parte de una misma cosa.



Así como se han cometido grandes abusos con el “evangelio espiritual”, también los hay con el “evangelio social”. La iglesia no debe ser reaccionaria sino de vanguardia, pero de una verdadera vanguardia, en la que se declara y se vive toda la verdad del evangelio. Muchas veces, porque algún grupo está haciendo incorrectamente alguna cosa, condenamos la idea. Sin embargo, debemos antes sacar nuestra viga sobre ese tema, para ayudar con la paja ajena.



Una estudiante evangélica ecuatoriana comentó que ella se había hecho comunista porque estos eran los únicos que ayudaban y defendían a los pobres. ¿Por qué no encontró esa preocupación en su grupo cristiano? ¿No enseña la Biblia de nuestra responsabilidad en este área? A través de la historia, ¿no han sido cristianos, acaso, los que han hecho grandes obras para el bien del hombre y aún siguen haciéndolas? Sin embargo, muchos grupos han descuidado este área vital y es horade retornarlo.



DEFINIENDO EL OBJETIVO DE MI MISION


Se cuenta que un vaquero llegó a un pueblo y encontró docenas de los círculos para hacer puntería (“blancos“) pintados, por todas las paredes en las calles de la aldea y en cualquier lugar. Al preguntar porqué estaban, alguien le contestó, riendo, que se trataba del borracho del pueblo. “¿Cómo es eso?”, preguntó el forastero, con cierto recelo. “No te preocupes”, le dijeron, “Cuando este hombre se emborracha, sale baleando en cualquier dirección. Luego, al día siguiente, pinta los círculos alrededor de los tiros.’



Así también ocurre con la iglesia. Muchas veces estamos listos para disparar, antes de definir bien el blanco al cual queremos apuntar. Gastamos dinero, tiempo, energía y vidas en diferentes actividades, si analizar bien cuál es el propósito y cuáles serán los resultados. Somos muy reacios a que se evalúe el trabajo y salimos del paso diciendo que “la salvación de una sola alma bien vale cualquier inversión”.



Y hablando de equilibrar la misión, causa sorpresa que todavía se debata si es más importante la edificación de los santos (discipulado) o si la proclamación (evangelismo) es tarea fundamental, tal como se planteó en Manila. Los primeros dicen que el creyente, cuando está creciendo, automáticamente evangeliza, lo que resulta en el cumplimiento de la Gran Comisión. Los segundos sostienen que la misión de evangeliza es prioritaria, aunque reconocen que es difícil sostener el movimiento misionero si no existen buenas iglesias. ¿Cuándo veremos estos enfoques como las dos caras de la misma moneda? La meta es la de “presentar todo hombre perfecto en Cristo” (Col. 1.28,29) y para lograr que todo hombre sea presentado perfecto, hay que evangelizarlo y edificarlo.



LOS POBRES


La situación socio-económica en nuestro continente está empeorando en la mayoría de las naciones. Muchas de muestras naciones han pasado de la categoría de naciones en desarrollo a naciones en decadencia, con todo lo que esto significa. La pobreza absoluta está en aumento. La desnutrición causa la muerte de miles de niños diariamente. Las “villas de emergencia” o’ “pueblos jóvenes” (sus nombres varían según la nación) alojan a millones sin un mínimo hábitat adecuado, con aguas contaminadas, depósitos de basura, etc., con enfermedades pululando por doquier y la desnutrición que diezma desde las irrecuperables neuronas en bebés y niños, hasta las defensas físicas antes el más liviano de los males.



Son miles los que llegan cada día a las grandes ciudades huyendo del hambre, la guerrilla, el desempleo o alguna otra dificultad; la mayoría arriba sólo con la esperanza de una vida un poco mejor. Son ovejas sin pastor y la Gran Comisión incluye a esta gente; necesitamos ganarla y discipularla.



LOS RICOS


A pesar de que incluí el punto anterior, reconozco que lo mejor que ha hecho la iglesia evangélica en América Latina es ganar a la clase baja. En cambio, donde ha tenido gran dificultad es en la clase media y alta. En todas nuestras grandes ciudades dos o tres iglesias en los barrios pobres u obreros; sin embargo, en los barrios de clase media y más aun en la alta, casi no hay testimonio. En Buenos Aires, el Barrio Norte o la Recoleta, dos zonas de residencias lujosas con cerca de 300.000 habitantes, permanecen virtualmente sin tocar, situación que se repite en el resto del continente. Es un gran desafío, ya que el rico cree no necesitar de Dios; no obstante, son personas y es importante que vayamos a ellos. Hay que pensar y aprender a ganar también a las clases media y alta, que ejercen una influencia muy grande sobre la vida de nuestras naciones. No es fácil, ya que requiere de personas de estas mismas clases, dispuestas y capacitadas a ganar a sus amigos y relaciones con estrategias especiales.



Déjenme hacer una acotación. La clase media o alta que solemos ver en nuestras iglesias agrupa a lo que se llama nueva clase media-alta (emergente). No se trata de la clase alta tradicional sino de personas que han triunfado y han conseguido riqueza con su propio trabajo o con el de sus padres. El comienzo de la mayoría de las obras evangélicas fue originado en la clase obrera. Sin embargo, aquellos nuevos convertidos, con sus nuevas vidas, impulsaron a sus hijos a estudiar ya adelantar en el plano socio-educacional. La primera generación fue mayormente de gente con educación primaria, sus hijos con educación secundaria y sus nietos llegaron a la universidad. Estos últimos son la clase emergente, habiendo tenido, muchos de sus integrantes, dificultad en ganar a la clase alta tradicional por no ser reconocidos como tales. Además, no han querido ganar a la clase pobre de su origen, por querer proyectar una nueva imagen.



Sumado a esto, la falta de preparación y el antiintelectualismo de muchos pastores y líderes han ahondado más la brecha.



NUNCA OYERON NADA


Hay unos 2.000.000.000 de pobladores del mundo que nunca han escuchado nada acerca del evangelio. Y algunas de estas personas están en nuestros países. En México, Brasil, Belice, Perú y otros lugares, hay tribus que aún no han escuchado el evangelio, ¡ni siquiera una vez! Para llegar a muchos de ellos, se requerirá gran sacrificio personal; llevará años conocer sus idiomas y culturas en un medio difícil. Sin embargo, alguien tiene que hacerlo.



También están los grupos no alcanzados en otras situaciones, como los grupos de inmigrantes en nuestras grandes ciudades, los que mantienen sus costumbres, idiomas y culturas y no han permitido que nadie se inmiscuya en su círculo. Cada uno de estos grupos necesita un testimonio vivo, en su propio idioma, con su propia música y literatura.



Es necesario realizar estudios en cada nación para identificar estos grupos y dirigir esfuerzos sabios hacia ellos. Resulta muy cómodo (y a la vez pecaminoso exigir que éstos sean como nosotros y acepten nuestro “envase” del evangelio. Los judíos quisieron hacerlo con los gentiles, y pocos hubieran conocido al Señor sino hubiera sido por los esfuerzos de quienes se hicieron” gentiles para alcanzar a los gentiles”. ¡Qué gran cambio que ha habido en el Ecuador cuanto al crecimiento de la iglesia, a medida que los indios Quechuas fueron evangeliza dos en su propio idioma! Hubo poco crecimiento mientras se los convocaba a “una religión de habla española”, pero cuando la verdad del evangelio fue presentada en su envase, millares pasaron a formar parte de Reino de los Cielos.



REPLANTEO DE ROLES


El rol de la iglesia anglosajona en las misiones mundiales está necesitamos una revisión. En Manila, muchos expresaron que el espíritu paternalista de las iglesias y organizaciones de Estados Unidos y Europa de Norte debe ser abandonado. Ellas ejercen un virtual liderazgo en la iglesia internacional debido, en parte, a su nivel espiritual, en parte a la influencia del idioma y en mucho casos porque son los que tienen el poder económico.



Muchas misiones y organizaciones hace años que vienen trabajando para formar liderazgo y lo han logrado. En muchas partes del mundo las misiones anglosajonas han ejercitado un rol fundamental en la preparación de los líderes para la vida nacional como es el caso de muchos países africanos. En el continente negro, muchos hombres que fueron formados, educados y ejercitados a través del esfuerzo de las iglesias y denominaciones de procedencia extranjera, llegaron a ser líderes políticos en los movimientos de independencia de sus respectivos países.



A pesar de esto, no son pocos los que permanecen en una actitud de separación superioridad con respecto a las iglesias del Tercer Mundo, mientras que no faltan los que siguen insistiendo en instalar sus programas y prácticas, se apliquen o no culturalmente.



El llamado o expresión ahora no es más “Yankee, go home” (“yanqui, vete a tu casa”) sino un llamado a que haya participación, entre hermanos iguales y compañeros de trabajo que ven en conjunto una misma realidad espiritual, social y cultural en el país en que quieren trabajar, que ambos aprecian la obra de Dios en su prójimo, “estimándolo como superior a él mismo”.



ERRADICAR LA INMADUREZ Y LA MEDIOCRIDAD


No han faltado las quejas por parte de líderes de otras naciones en cuanto a los misioneros que hemos enviado sin la preparación debida, sin experiencia, sin el mínimo entendimiento de lo que sucede en el país al que van a trabajar ni los medios necesarios para vivir y ser utilidad y bendición allí.



Me llamó la atención el gran interés de grupos de diferentes naciones, para enviar misioneros sin tomar en cuenta las realidades importantes. Del Japón desean mandar misioneros a la Argentina, y de Argentina estamos tratando de mandar misioneros al Japón. No es que no debamos realizar ese cruce de misioneros, pero sí debemos enfrentar algunas preguntas: ¿qué clase de misioneros se necesitan en el país de destino? ¿Para qué ministerios?, etc. ¿Estamos más preocupados en mandar misioneros que en el trabajo mismo y las necesidades reales del mundo?



Sí, el mundo necesita cientos de misioneros para alcanzar a los millones no alcanzados y para edificar a la iglesia. Es por esto que es necesario que haya un sentido profundo de responsabilidad, de cooperación y en cuidado en lo que hacemos. ¿No sería bueno, tal vez, preguntar a los líderes del país de destino que clase de misioneros necesitan? No estaremos cayendo en el mismo error del que acusamos a los del norte, al desarrollar programas y misioneros sin reconocer y valorizar a los líderes nacionales y sus realidades?

El Laico


Según el Dr. Leíghton Ford, Presidente del Comité de Lausana para la evangelización mundial, la iglesia está experimentando lo una “segunda reforma”, de tanta importancia histórica como la del Siglo XVI. Según él, Dios está poniendo su obra en las manos de creyentes laicos, así como en la primera reforma puso su Palabra en las manos de ellos. Por todo el mundo, muchos laicos están ejerciendo un rol poderoso para ganar a otros a Cristo y en algunos casos están haciendo un trabajo que ningún misionero, o pastor podría hacer.



Hay varios lugares que están cerrados a las misiones convencionales, siendo sociedades donde laicos, a través de sus profesiones, pueden entrar y evangelizar. Algunos médicos, ingenieros, profesores, etc., son invitados por muchas naciones para ejercer sus profesiones. En otros lugares los estudiantes pueden entrar para estudiar y al mismo tiempo pueden estar ganando a sus compañeros para Cristo. Estos “evangelistas laicos” son vitales para el evangelismo mundial. Necesitan el apoyo y la ayuda de la iglesia para cumplir su misión.



IR AL FRENTE


Dolorosamente tenemos que confesar que hay suficientes hombres, mujeres y recursos financieros para cumplir la Gran Comisión, pero nos ha faltado el amor a la causa de Cristo, el cual lleva al cumplimiento de sus mandamientos. Nuestras inmadureces egoísmos, peleas e indiferencias nos han imitado en realizar lo que Dios ha deseado.



A través de toda la historia, el seguir a Cristo y el servirlo les ha costado la vida a muchos hombres y mujeres. No debemos escapar de nuestra parte en el sacrificio necesario para cumplir la Gran Comisión. Los padres necesitan entregar a sus hijos para el servicio del Señor, las iglesias necesitan apoyar decididamente a misiones y disponer de sus “jóvenes prometedores” para ofrecerlos al Señor y no acapararlos para su obra. La iglesia necesita entender que el sacrificio no es sólo a elite sino para todos, a fin de tener los recursos, apoyo y oración necesarios para lograr el éxito en la misión. Vivimos en un mundo cada vez más materialista, orientado hacia el placer y el confort, pero Dios nos ha llamado a concentrarnos en servir bien y no en el vivir bien.



¿POR QUÉ NO?



La tendencia es decir que son muchos retos, que son muy difíciles, que nos falta …, o simplemente criticarlos porque el año 2.000 no significa nada distinto a cualquier otro año en la historia. Y es cierto, pero tenemos una iglesia en el mundo que quiere aprovechar este momento para que nos estimulemos los unos a los otros a esta buena obra, que “Toda la iglesia lleve todo el evangelio a todo el mundo”, y… ¿por que no sumarnos?



Debemos orar individualmente como líderes y junto a nuestras iglesias y denominaciones para ver cuál es la parte que Dios desea de nosotros. Muchas vidas fueron tocaras por los hombres sacudidos por el Señor en Lausana I, allá por el ‘74. Dios usó vasos de barro para expresar los propósitos de su Hijo. En la misma forma hoy tenemos el desafío de escuchar, examinar y hacer el bien, adelantando la causa de Cristo en obediencia a El. ¡Marchemos adelante!