Biblia

La belleza es la caligrafía de Dios

La belleza es la caligrafía de Dios

por Enrique Zapata

Acabo de escaparme por un momento de una conferencia, en medio de las sierras de Córdoba. Estoy sentado sobre una roca cerca de un arroyo cuyas aguas corren en derredor mío. Mirando hacia arriba veo pasar algunos pájaros… y a mi alrededor, incalculables planta verdes de diversas tonalidades y texturas que inundan mi vista. Espero que no sea un pecado demasiado grave el que me haya escapado de una de las sesiones, algo aburrida, que por cierto poco reflejaba la imagen de Dios.

¿Porqué es que la naturaleza es tan inspiradora y nosotros, los seres humanos tan aburridos? A unos pocos metros hay un ”martín pescador”, ese pájaro que produce tanto ruido al volar, sentado atentamente sobre una rama y expendo la oportunidad para conseguir algo pera su cena. ¡Qué lindo que es! Mientras lo observo, un pato con sus plumas de color verde tornasolado pasa rastreando el agua. ¡Qué herniosa vista! De pronto…, jSplash! El martín pescador se tira al agua detrás del esperado bocado.



¿Será que nos falta creatividad? Dios es creativo. Lo observamos en toda su creación. Y nosotros, como pastores y líderes, parecería que nos afanáramos por acompañar al industrialismo; queremos hacer hombres y cosas, todo en serie. Esto me recuerda a Henry Ford con su primer automóvil de producción masiva. Alguien le preguntó si no podría hacerlo de otro color, a lo que él contesto: “Puede ser hecho de cualquier color que usted desee, siempre y cuando sea negro”. ¿No tendríamos que confesar que nosotros también podemos estar haciendo cualquier, cosa en nuestros cultos con tal de que sea negro?



¿Dónde está el color, la diversidad, la creatividad que son evidencias de la obra de Dios en el resto de la Creación? ¿O es que Dios es alegre, divertido y creativo en todo, menos en su iglesia? No se No se espanten…, no estoy hablado de hacer de la iglesia un show, un espectáculo público, o “la última atracción”.



En las Escrituras encontramos diferentes formas de comunicar las verdades: la exposición ensayística Romanos, las poesías y los cánticos de los Salmos, las cartas de las iglesias, las parábolas de Jesús la narrativa de los históricos y evangelios, el proverbio de Salomón y las piezas teatrales de Ezequiel. Hay diversidad y creatividad para expresar las verdades eternas a través de medios variables y sin perder la eficacia. No hay “un discurso” en los Proverbios, tal como sucede en Romanos, sino verdades en envases diferentes, pero de igual eficiencia espiritual y educativa.



¿Será tal vez, nuestra pereza? Creo que si; porque nos cuesta salir de los moldes en los que nos sentimos cómodos. Las personas prefieren las huellas hechas por los carros en el camino, donde pueden funcionar sin tener que pensar demasiado.



¡Qué inspirador es ir a un culto o conferencia donde hay preparación fresca! Recuerdo bien la obra de teatro representada por un grupo de jóvenes en cierta iglesia, sobre la vida de Jesús. Era una ópera cristiana, donde los pasajes centrales del Evangelio eran cantados y actuados. Nos mantuvieron atónitos viviendo la historia. ¡Impactante! Todo ello fue fruto de la creatividad y de mucho trabajo. ¡Hasta personas no creyentes invitaban a sus amigos a verla! Era un mensaje inolvidable; el mismo Evangelio, pero que alguien estaba dispuesto mostrarlo en un envase diferente.





En cierta ocasión visité una congregación que no tenía edificio propio; se congregaban en una escuela. Sin embargo. Las mujeres habían hecho de esa fría escuela un lugar de adoración. Con bolsas de arpillera, las mismas en que se transportan las verduras al mercado, bien lavadas, hablan hecho un gran lienzo de fondo donde letras y palabras cortadas en telas alegres, pegadas, formando la “escenografía” con mensajes espirituales que colgaban de las paredes. De un lado podía leerse “Alégrense en el Señor”. Sobre la otra pared: “. “Jesús es Señor”; en otra: “Grande es Jehová”. Mediante su creatividad y trabajo lograron cambiar un salón grande e impersonal en un lugar de adoración para el pueblo de Dios.



Por lo general no se precisan grandes recursos financieros sino el deseo de crear y embellecer. ¿Es esto ser mundano? Si lo es tendríamos que acusar a Dios de mundano, siendo que sus obras son de las más creativas y bellas.



Aun en la vestimenta me parece ver vestigios de pereza creativa. ¿Es que la vestimenta del cristiano debe ser lo menos atractiva posible para garantizar espiritualidad? ¿La muchacha vestida de negro o gris oscuro es más espiritual que la vestida de rojo? Las escrituras enseñan claramente la importancia de que la mujer vista en forma modesta pero no tediosa. Por supuesto que me molesta ver a las muchachas vestidas provocativamente, son una tortuga y tentación para sus hermanos. Hace poco llegué a una iglesia para predicar. En las gradas de la iglesia había una jovencita vestida de negro, con una falda bastante corta y una blusa con un escote muy pronunciado. Pensé que trataría de una persona nueva en la iglesia. Para mi sorpresa, el pastor me la presento orgullosamente como su hija. La vestimenta no debe ser sensual ni provocativa, pero… ¿sólo existe lo escandaloso y lo aburrido?



El color, la diversidad, la calidad , la creatividad, son elementos vitales en las obras de Dios. El nos hizo a su imagen, pero luego el hombre cayo. Creo firmemente que el ser hechos conforme a la imagen de Jesús es, también, volver a ser creativos como El.



El diablo usa los mismos elementos para seducir y destruir, atrayendo a millones a través de la perversión de estos elementos. Sin embargo, éstos no soy del Diablo, son de Dios. Como lo es la música, las flores, como somos los hombres, que pertenecemos a Dios aunque muchas veces nos use el maligno. ¿No sería lógico que los usáramos como dones de Dios y para su gloria? Es hora de que participemos con Dios en hacer obras y vivir vidas atractivas. Si, requiere trabajo, pensamiento, cuidado, creatividad y un corazón que ama al Señor lo suficiente como para darle lo mejor. Y al hacerlo, además de reconocer el merecimiento de Dios, nuestra iglesias, vidas y ministerios serán más alegres, más sanos, más contagiosos y cautivantes. Pues entonces…, ¡hagamos!



Apuntes Pastorales, Volumen VII – número 3