Críticas que edifican

por Justo Zamora

La crítica es vital para la iglesia, tal vez sea uno de los elementos más imprescindibles e importantes. La sana crítica nos muestra la diferencia entre dos elementos. Nos ayuda a ver que no todo lo que brilla es oro, contribuyendo a nuestro crecimiento y corrección …

Los apóstoles, al recibir la critica en Hechos 6, no la condenaron, sino que resolvieron la causa que la provocó. La crítica nos protege, nos ayuda a alcanzar mejor los objetivos. Sin embargo, se la condena en la mayoría de las congregaciones. ¿Por qué?


 



En realidad, nos cuesta aceptarla; incluso evadimos hasta la autocrítica. Nos molesta que alguien nos diga que lo que hicimos o dijimos no honra al Señor, y, en ocasiones hasta nos ofendemos. Sin embargo, si realmente amáramos al Señor -y no tan sólo a nosotros mismos- ¿no estaríamos agradecidos por esa crítica que puede ayudar a mejorarnos? ¿No será que somos demasiado orgullosos o inseguros? ¿O es que tenemos miedo que nuestros problemas o motivaciones sean puestos en evidencia? ¿Acaso no somos todos pecadores, personas imperfectas, salvados por gracia?


 



Nos ofendemos, sintiéndonos heridos, cuando alguien hace evidente nuestras imperfecciones. Tenemos que aprender a aceptar la critica de otros, a ser evaluados o juzgados, así como también debemos saber cómo y cuándo juzgar, cuándo evaluar o reprender al hermano. Un día leí en una reconocida revista del sur del continente un artículo titulado: El elogio, el temor y el silencio. Allí se trataba la critica en el ámbito de la cultura. Ese ámbito también sufre las mismas dificultades y desafíos que tenemos en la iglesia -porque somos seres humanos-. Sin embargo, como cristianos debemos superamos y crecer. Lamentablemente, muchas cosas no se hacen por temor, cayendo en el silencio. Tendemos a caer en tres extremos: el elogio, el silencio o el ataque. En relación a lo leído pude concluir:



  • La crítica es juzgar una obra o un acontecimiento según una lógica rigurosa. En este sentido, para hacer crítica, uno tiene que estar seguro de lo que dice, es decir, uno tiene que ser especialista en la materia.
  • La persona que está en condiciones de ejercitar esta actividad deberá hacerlo en condiciones sólidas, porque no se puede denotar a nadie gratuitamente. Pienso e insisto en que la crítica debe ser fundamentada y dirigida hacia una construcción que permita evitar los errores que se están criticando, para que en el futuro sean superados.
  • Es evidente que para la realización de toda crítica concurren varios factores, porque no se trata simplemente del denuesto. En este sentido, para hacer una crítica positiva une debe despojarse de intereses. No se pueder ser cómplice del silencio, esto puede resultar aún más dañino.

Nuestra dificultad como cristianos tal vez proceda de varios males. La palabra juzgar tiene dos acepciones en castellano: «No juzguéis… (Mt.7.1) y la palabra usada en 1 Corintios (1Co. 2.15). La diferencia que existe entre ambas, según el Dr. Wuest, reside en que el no juzguéis implica la acción del juez que sentencia y que con ella da el merecido al culpable. En cambio la palabra en «el espiritual juzga todas las cosas» habla de evaluar o analizar el objeto. En otras palabras, cuando yo condeno a mi hermano estoy haciendo uso de la primera acepción, y al hacerlo peco. Si soy espiritual voy a evaluar todas las cosas y a usar esa información para orar y edificar vida de esa persona.


 




En el libro “En Pos del Supremo”, Chambers comenta que Dios nos da la habilidad de ver las fallas en otras vidas, a fin de orar y cooperar con Dios en su solución. Gothard comenta que hasta Dios permite que otros nos hieran u ofendan para hacernos conscientes de la seriedad del problema y para que nos ocupemos seriamente en resolverlo. Si no nos molestara tanto, en muchos casos ni nos ocuparíamos. Nosotros pervertimos lo que Dios desea cuando en vez de ser parte de la solución empezamos a atacar y tratar de destruir a la persona. Cualquier necio puede tirar abajo algo. En cambio el edificar requiere sabiduría.


 




Sin duda que cuando a nos mostramos críticos de todo y de todos estamos demostrando que tenemos algún problema. El que es espiritual puede ver también lo que Dios ha hecho y lo que está haciendo en una vida o en una iglesia, no sólo lo que está faltando. Dudo que alguien pueda ser espiritual sí sólo velo malo. Eso es negar la obra de Dios.


 




También debemos aprender a recibir la crítica. Recuerdo cierta ocasión en que un reconido pastor, después de un sermón un domingo, fue abordado por un joven que se «atrevió» a decirle que la interpretación del texto tal como lo había presentado en el sermón, no era la más acertada en la luz de griego. La próxima mañana, el pastor, públicamente, hizo la corrección y agradeció al muchacho. ¡Qué grandeza! Y nadie lo menospreció por haberse equivocado sino que todos lo respetaron más aun por su integridad y honestidad.


 



Muchos son los que piensan que si reconocen sus errores debilitan su autoridad. Al contrario, les hace tener más autoridad, ganándose el respeto de los demás. La vida no termina en esa crítica, pero esa crítica –y su aceptación- puede servirme para el resto de la vida.


 




Y sobre todas las cosas, el amor debe llevamos a orar y actuar para el bien de otros, como también debe llevarnos a juzgar nuestras propias actitudes y acciones. Amemos al Reino y la gloria de nuestro Señor, como también a su gente.






®Apuntes Pastorales Vol. III, números 1. © Copyright 2008, Desarrollo Cristiano Internacional, todos los derechos reservados.