De otras iglesias
por Eugenio Ongaro
Si como es bueno que los nuevos creyentes tengan su «curso introductorio» es el que se les enseñan las creencias básicas de la fe, también es recomendable que estos otros hermanos provenientes de otras iglesias locales tengan una charla introductoria.
Cuando un pastor recibe gente nueva en su congregación se pone contento; Trae mucha alegría cuando las personas eligen nuestra iglesia para compartir su fe con nosotros. Y muchas veces se trata de creyentes ya viejos que, ya sea por mudanzas, cambios grandes en sus vidas o problemas en la iglesia anterior, se acercan a nuestro grupo para «comenzar una nueva etapa».
Si como es bueno que los nuevos creyentes tengan su «curso introductorio» es el que se les enseñan las creencias básicas de la fe, también es recomendable que estos otros hermanos provenientes de otras iglesias locales tengan una charla introductoria.
No son pocos los pastores que se han entusiasmado al principio con la llegada de este tipo de creyentes pero que después de un tiempo, por no haber hablado ciertas cosas a tiempo, ven nuevos problemas en su congregación.
Excepto en los casos en que una mudanza de una ciudad a otra ha provocado el cambio (lo cual también debe ser analizado en sus causas), generalmente estos hermanos traen alguna frustración con respecto al Cuerpo de Cristo por su historia pasada. Rencillas, sectarismos, diferencias doctrinales, intolerancias y otras razones pueden haber formado parte de su historia inmediata anterior en lo que hace a sus relaciones interpersonales. El entusiasmo de ver crecer nuestra iglesia no debe menguar la necesidad de enfrentar estas cosas si hemos de pastorearlos.
En nuestra iglesia recibimos a menudo creyentes de otras iglesias que quieren ser miembros de la nuestra. Después de una serie de encuentros pastorales en forma privada con ellos en las cuales se hablan las razones del cambio, las cosas que quedaron pendientes en la congregación previa, la carta de recomendación del pastor anterior, etcétera, se tiene una reunión (una vez al año) con todos los últimos que llegaron en esa situación.
A continuación ofrezco una serie de puntos que forman parte de lo que hablamos con ellos en esa reunión:
- Estamos muy contentos de que haya decidido formar parte de nuestra iglesia. Esperamos que encuentre entre nosotros un ambiente apropiado para adorar a Dios en espíritu y en verdad, servirlo con diligencia y gozo en el corazón, obedecerlo con todo su ser y conocerlo más cada día.
- Esperamos que la iglesia sea de bendición para usted, así como usted para la iglesia.
- Queremos que se sienta a gusto, amado, respetado, acompañado y comprendido. Oraremos por usted y por su familia, y cada uno de los oficiales de la iglesia trataremos de tenerlo muy en cuenta cuando preparemos nuestros ministerios, de la manera en que tratamos de hacerlo con todos los miembros de la iglesia.
- También esperamos poder ofrecer un ambiente propicio para que su familia y amigos puedan recibir bendiciones del Señor cada vez que lo acompañen a nuestros servicios.
- Tenga presente que ahora usted vive otro capítulo de su vida. Por razones particulares usted ha dejado de formar parte de oirá congregación, lo cual fue oportunamente hablado con los pastores y ancianos de la iglesia. Recuerde que esta es otra congregación y que muchos aquí no han pasado por las experiencias que usted vivió antes. Los complejos y preconceptos que usted tiene, su experiencia, será distinta a la de los hermanos aquí. Por favor, no les complique la vida con conceptos e historias ajenas.
- Deje atrás la amargura, tanto por su propio bien como por el de los demás. (He. 12). Concéntrese en lo bueno que Dios le ha hecho a usted a través de lo ocurrido. Para quienes aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Deje el resto en las manos del Señor, quien juzga justamente.
- Mire hacia el futuro motivado por el amor, el bien, el servicio y la obediencia a Dios, no por el mal, el rencor o el recuerdo. Si es su convicción que Dios lo ha traído hasta aquí, sea optimista en que El lo ha hecho para su bien.
- Vea a la iglesia como una esposa: busque amarla y aceptarla, no cambiarla.
- Viva la vida cristiana que Dios espera de usted y deje a los demás vivir lo que Dios les ha preparado a ellos; Dios es siempre el mismo, pero no actúa con todos de la misma forma.
- Acepte todo menos el pecado. Aun frente a él, obre justicia con misericordia. Asegúrese antes que su definición de pecado es igual a la del Señor.
- Recuerde a Calatas 6.1 sobre el hermano más débil y actúe de acuerdo con eso.
- Mantenga la unidad y busque edificar el cuerpo. Hay muchas necesidades en nuestra iglesia: sea parte de la solución y no aumente los problemas. No hable de soluciones, sea la solución.
- Procure caracterizarse por el fruto del Espíritu Santo (Gá- 5.22-26). Sea leal a sus hermanos. Si tiene un problema resuélvalo bíblicamente; no hable mal de otros sino hable con la persona misma, en amor y con santa reverencia (Mt 18.15-22).
- Respete y honre a los líderes de la iglesia. Dios los ha puesto en autoridad para que gobiernen. Recuerde que Dios requiere de ellos que trabajen en usted para desarrollarlo equilibradamente, llevándolo hacia la madurez espiritual, a fin de presentarlo perfecto en Cristo Jesús. Esa es la tarea de ellos. Ayúdelos (He. 13.17).
- No forme bandos, camarillas o agrupaciones.
- Con respecto a las doctrinas de la iglesia, tenga presente que usted arriba a una iglesia ya establecida, afirmando aceptarla tal como fue desarrollada. En el caso de que usted no comparta algunos puntos de interpretación o doctrina, si no son diferencias esenciales (al punto de que usted quiere ser miembro de una iglesia que afirma tales cosas) rehuya a los debates que marcan esas diferencias y concéntrese en lo esencial, buscando ser vínculo de amor antes que parámetro doctrinal.
- Sea ejemplo para los otros creyentes en la palabra, la conducta, el amor, el espíritu, la fe y la pureza» (ITi. 4.12).
Apuntes Pastorales, Volumen VIII número 1