Biblia

¿Encarar el problema, o dejarlo

¿Encarar el problema, o dejarlo

por Keith Megilligan

Uno de los problemas más inquietantes con los que se enfrenta la iglesia hoy es la incapacidad (y en más de una oportunidad las pocas ganas) de sus líderes de manejar las disputas internas. Demasiados casos de comportamiento pecaminoso siguen sin atención debida porque la iglesia local los ignora, esperando que desaparezcan.

Triste es decirlo pero una de las mayores razones por las que los problemas no alcanzan resolución es la falta de entrenamiento bíblico en esta área. Por otro lado, los intentos por resolver los problemas de este tipo, recaen sólo sobre la gente, sin atacar el problema.

Para evitar que el pecado reine no solamente en nuestro cuerpo (Ro. 6.12) sino también en el cuerpo, el comportamiento pecaminoso debe tratarse rápida, firme y amorosamente (Ec. 8.11; Tit. 1.13; II Ti. 2.24,25). El objetivo de manejar el asunto de esta forma es no sólo para evidenciar la conducta bíblica y la responsabilidad, sino también reinsertar en el cuerpo otra vez al hermano que pecó (Mt. 18.5).

REPRENSIÓN VS. AMOR

Primero, debería señalarse que la instrucción en santidad es necesaria si se quiere que el cuerpo funcione bíblicamente; en sentido positivo (exhortación) y en sentido negativo (reprensión). Desdichadamente, muchos cristianos preferirían ignorar muy pronto esta última observación, pero el consejo completo de Dios debe enseñarse y practicarse, y esto incluye la doctrina de la reprensión. Si este balance escritura no se mantiene, el cuerpo sufrirá («Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo», Pr. 11.14).

Tristemente, los problemas que se desarrollan en el cuerpo de Cristo a menudo se tratan con la filosofía de que «el amor cubre multitud de pecados». Lo más cercano que uno puede hallar para apoyar esta manera de tratar con un problema bíblicamente está en Proverbios 17.9: «El que cubre la falta busca amistad…» y «.. .pero el amor cubre todas las transgresiones». (Pr. 10.12). El problema es que cuando se citan de esta forma estas citas, privándolas del resto del verso, se pierde el valor de contexto. Los textos completos son:

• «El que cubre la falta busca amistad; mas el que la divulga, aparta al amigo» Pr. 17.9).

• «El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas». (Pr. 10.12).

En el primer pasaje el escritor está tratando de mantener el principio de confidencialidad entre amigos. Una persona que realmente ama a su amigo no va por ahí diciéndole a otros sobre su comportamiento pecaminoso, sino que confronta a su amigo. No es como si ignorase el problema completamente. Se niega a escandalizarlo frente a otros, prefiriendo arreglarlo personalmente.

En el segundo pasaje, el punto de resolver problemas es no perder el control emocional (rencor, odio) sino evidenciar una acción de amor. Debería recordarse que la perspectiva bíblica de amor se ve en el dar (Ef. 5.25; Jn. 3.16; Gá. 2.20) y en la acción (I Jn. 3.18).

Los verdaderos amigos cristianos dan de sí mismos, aun arriesgando diferencias temporarias y cosas desagradables, a fin de que se tome la acción bíblica correcta para resolver el problema evitando la disputa.

¿Cual es la acción apropiada? ¿Cómo muestra el cuerpo de Cristo amor bíblico hacia uno que está fuera de comunión con el resto del cuerpo debido a un comportamiento pecaminoso? ¡Practicando la doctrina de la reprensión!

REPRENSIÓN FRANCA

En Proverbios 27.5,6 se lee: «Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece».

Si el comportamiento pecaminoso va a ser tratado bíblicamente, entonces lo más amoroso que podemos hacer por nuestro hermano que ha pecado es reprenderlo francamente, es decir, confrontarlo con la verdad. La verdad contendrá dos elementos: la naturaleza (descripción) de su pecado y la solución bíblica por su conducta pecaminosa.

Con seguridad, el proceso es doloroso (fíeles son las heridas), ninguna herida se inflige sin alguna medida de dolor; pero, ¿es nuestro objetivo ganar a nuestro hermano (Mt. 18.15) o ser mentirosos con él? Efesios 4.15 nos dice que cuando decimos la verdad debemos hacerlo «en amor». Pero sea lo que hagamos, ¡debemos decir la verdad! Y, por supuesto, en amor.

LA NATURALEZA DE LA CONFRONTACIÓN

¿Qué quiere decir la Biblia cuando se refiere a la reprensión? Para los propósitos de este estudio, el significado del término y su uso serán tomados principalmente de las epístolas pastorales y del Nuevo Testamento en general. La razón para esto es la aplicación precisa a la conducta y disciplina esperada en la iglesia de Jesucristo.

En por lo menos tres pasajes. Pablo usa la misma palabra griega, elegxon, que ha sido traducida en forma variada como confrontación, censura (reprensión) o condena (sentencia) (II Ti. 4.2; Tit. 1.13; 2.15). El término significa sentenciar, reprender, sacar a luz; también difamar, avergonzar, examinar, interrogar, acusar, traer pruebas. En suma, y dependiendo de su contexto, «confrontar-reprender» significa confrontar con el intento de probar (substanciadamente) una acusación de conducta no bíblica. Eso es lo que cada uno de estos pasajes mencionados están indicando: «Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (II Ti. 4.2). «Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe» (Tit. 1.13). «Esto habla y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.» (Tit. 2.15).

El mensaje es claro para ambos jóvenes: Tito y Timoteo; parte de Su ministerio espiritual es reprender cuando es necesario. ¡Y será necesario! En el caso de Tito, Pablo tenía algunos ejemplos específicos en mente a quienes este ministerio de la reprensión debía ser aplicado.

Aunque los pasajes de II Timoteo 4.2 y Tito 2.15 instan a la reprensión como un ministerio para aplicarse cuando sea necesario, es en Tito 1.13 donde da el significado y propósito del ministerio. Primero, el significado. La conducta de los cretenses, que se estaba tratando aquí, incluye mentiras, actuar como bestias y ser perezosos; hay poco de qué sorprenderse referente a que necesitaban reprensión. Acóplelo con el significado del término «reprender» dado arriba y verá claramente que su conducta necesitaba ser «avergonzada». Además, Pablo usa un adverbio aquí para reforzar la aplicación de este ministerio: es la palabra «severamente». En otras palabras, no debía haber duda con respecto al ministerio de la reprensión.

Ahora bien, si la reprensión sirviera sólo al propósito de condenar a alguien de su conducta pecaminosa, dejaría un vacío espiritual, y ese no es el caso. Pablo sigue para decir (en Tito 1.13) que el propósito para reprender es mantener sana la fe de los Cretenses.

Como la Biblia me lo ha enseñado, creo que la enseñanza correcta (ortodoxia) produce conducta correcta (bíblica), y cuando la conducta no es bíblica, se hace necesario corregirla. Pablo está señalando en este pasaje que el ministerio de la reprensión tiene un propósito: hacer que quien pecó sea vuelto a la senda de una «fe sana». En este sentido, el uso de Pablo de ese término es similar al de nuestro Señor en Mateo 18.15. Aquí el Señor dice que con la reprensión, aplicada bíblicamente, deberíamos ganar a nuestro hermano.

Toda doctrina y ministerio bíblico deben tener un objetivo y el ministerio de la reprensión no es una excepción. Su objetivo inmediato es ganar al hermano; pero si se niega a «escuchar» al ministerio de la reprensión, entonces la disciplina de la iglesia debe hacerse cargo. En ese sentido, un propósito u objetivo mayor toma lugar: el de mantener a la iglesia libre de «mancha ni arruga ni cosa semejante» (Ef. 5.27). Si el ministerio de reprensión no lleva a la restauración, entonces debe llevar a la disciplina. No hay otra opción.

Apuntes Pastorales

Volumen V Número 3