Médicos Misioneros en África

por Carlos y Claudia Somoza en el Congo

“Si Jesucristo es Dios y murió por mi, no hay un sacrificio demasiado grande que yo pueda hacer por el” C. T. Studd

Desde marzo de 1988, Carlos y Claudia Somoza sirven como misioneros en el Zaire. Este matrimonio, médico él y dentista ella, transita un plan de tres años en el Hospital de Nyankunde, en el centro mismo del África, el antiguo Congo belga.

El Hospital de Nyankunde es bastante cadenciado y se encuentra en una zona de difícil acceso. Los traslados se realizan por avioneta o por dificultosos caminos selváticos, llenos éstos de todos los peligros imaginables. Las comunicaciones allí son muy limitadas pues no se permite el uso de equipos de radio; no hay más que un puñado de teléfonos en todo el país, los que, lógicamente, no son accesibles a cualquiera, Si bien Carlos y Claudia están teniendo allí un período difícil de adaptación, no es ésta su primera experiencia misionera.

ESE ADOLESCENTE VISIONARIO

A los 14 anos, Carlos compuso una canción lema para un encuentro juvenil, la que decía entre otras cosas: «Tu presencia anhelo en mi vida. Señor, contigo quiero andar, quiero ya, quiero estar en tu voluntad… «quiero más de ti, quiero darte sí, hoy mi juventud… y en la decisión estás, quiero darte loor, oh Cristo…» Antes de ingresar en la universidad, estudió la Biblia en el Instituto Palabra de Vida de Brasil y en el Instituto Bíblico Buenos Aires, Argentina. Después comenzó a estudiar como médico cirujano, con la intención de consagrar su título y su vida a la causa misionera. Claudia, su actual esposa, sentía mismo por lo que decidió ser odontóloga. Dios había acercado sus vidas en propósitos comunes, así como para unirlas en matrimonio. Terminados sus estudios, sólo le restaba a Carlos cumplir los requisitos de la residencia médica por tres años para su especialidad de cirujano. Era un tiempo muy largo como para encarar contactos con misiones en el exterior. Pero el Señor mismo ya estaba trabajando.

En una corta travesía que Carios y Claudia hicieran al terminar sus estudios a bordo del barco Doulos, la misma trayectoria chileno-Argentina que resultara fatídica para el Lagos, ellos tuvieron un encuentro importantísimo. En ese viaje, Claudia suplió como odontóloga las necesidades de atención de la tripulación, en un tiempo en que habían carecido de un profesional en esa disciplina. Fue allí que comentaron sus aspiraciones misioneras a Roy Gustafson, misionero y conferencista a bordo, quien sugirió que, cuando Carlos concluyera su residencia como cirujano, él mismo los pondría en contacto con la World Medical Mission (Misión Médica Mundial), organización que coordina el trabajo de profesionales médicos por períodos cortos en unos 25 hospitales misioneros del Tercer Mundo.

DE BUENOS AIRES AL ÁFRICA

Cumplidas las condiciones, Carlos y Claudia fueron aceptados para una experiencia de 3 meses en el Hospital de Tenwek, Kenya, África. Las necesidades del lugar llevaron esos tres meses a más de un año. Fue un mundo nuevo en sus vidas y profesiones.

Después de ese año, regresaron a la Argentina con tres objetivos: 1) Examen final de Carlos para obtener el doctorado (postgrado). 2) Obtener la encomendación de la iglesia local a la obra misionera, y 3) lograr un sostén mínimo que les permitiera ser aceptados por la Misión Médica. En un año pudieron concretar esos objetivos. Carios obtuvo su especialidad, en tanto que tres iglesias de Buenos Aires se involucraron en la encomendación y sostenimiento (Iglesia Cristiana Evangélica de la calle Brasil, la Iglesia Cristiana Evangélica de Villa Real y la Iglesia Evangélica del Tigre). Ofrendas ocasionales de otra iglesia y de varios creyentes se suman a los muchos que apoyan a los Somoza en oración.

PORTEÑOS HABLANDO SWAHIU

Existe también la barrera del idioma. En el Zaire, las lenguas oficiales son el francés y el swahili. Antes de cada intervención quirúrgica, Carlos repasa la historia clínica del paciente y le hace un interrogatorio al paciente. Allí aprovecha para presentar al Señor Jesucristo y su mensaje de salvación. Esto se realiza a través de un enfermero que traduce del francés al swahili. Carlos advirtió que esos intérpretes agregan sus propias «preguntas médicas» (que no lo son tanto) y extienden innecesariamente esta parte de la relación con el paciente. Cuando llega el momento de presentar el evangelio, se evidencia un cierto apuro de parte de los intérpretes para acortar la presentación de Jesucristo.

Esta situación decidió al matrimonio Somoza a dirigirse por 7 semanas a una Estación (dispensario satélite del hospital de Nyankunde) atendida por misioneros que hablan sólo el alemán y el swahili y donde hay un profesor de swahili que habla el francés. Allí estudiaron el idioma en forma intensiva. «Queremos contarles de Jesús, pero de primera mano, quitando todas las interferencias que podamos», dijo Carlos en su última carta.

Gabriel David, el primogénito hijo que apenas tiene 5 meses, va creciendo y llenando de alegría el horizonte de este matrimonio de médicos misioneros.

¡Que el Señor siga levantando misioneros como Carlos y Claudia, dispuestos a dejar cosas tan valiosas como la familia, el porvenir profesional y su propia cultura, para servir al Señor! Ellos también están pagando el precio y forman parte de esa fuerza de 11.000 misioneros enviados por países en vías de desarrollo.

Apuntes PastoralesVolumen VI – Número 4