El amor en la vida del líder
por Juan Terranova
Como líder he visto algunos de los peores matrimonios; como hombre casado he experimentado el mejor. Sin embargo, observación y experiencia no son suficientes. Es necesario acercarnos a la Palabra para aprender cómo debe ser el modelo de matrimonio que Dios nos propone y verificar nuestros conceptos, ya sea que los hayamos desarrollado a través de la observación o la experiencia.
En la institución del matrimonio, Dios estableció: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne». Dejar, unirse y ser una sola carne, tres pasos muy importantes que van juntos. El término «Dejar», debe ser entendido no solo geográficamente sino también psicológicamente. «Unirse», por su parte, simboliza el ejercicio de desarrollar una nueva relación y asumir nuevas responsabilidades y también describe una experiencia continua y creciente. Además, en mi opinión, el concepto «una sola carne», va mucho más allá del acto sexual; lo sexual es simplemente una parte de ser una sola carne. En la versión Dios habla hoy se traduce: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona.» El resultado de unirse implica que dos seres humanos derriben, progresivamente, las barreras que el pecado ha levantado, y recobren, más y más, la experiencia de ser una sola carne. Es importante remarcar que este versículo fue citado literalmente por Jesús cuando enfatizó la esencia del matrimonio antes de la caída.
Cuando el Señor Jesús habló del amor, nos enseñó que si se piensa primera o únicamente en uno mismo, este sentimiento se destruye. Además, si no hay reciprocidad tampoco hay amor verdadero. Cristo, por tanto, nos insta a amar a nuestra esposa como él amó a la Iglesia, es decir sacrificándonos por ella. No hay sacrificio en el egoísmo; no hay amor en el egoísmo. El verdadero amor lo da todo y lo recibe todo. Entonces, sobre las bases de este tipo de amor es donde desarrollaremos el romance en el matrimonio.
El romance en el amor
En la historieta el Mago de Id, un caballero medieval llamado Rod, siempre parece estar un paso detrás de todos los demás. En una romántica noche de luna llena, Rod finalmente se encuentra con una hermosa princesa que dulcemente le dice:
«Rod, hay algo que siempre quise que hagas…
»¿Qué es? le pregunta Rod.
»Casi sin aliento y entrecerrando sus ojos, ella le responde:
»Tómame entre tus brazos y
»Shhhh… espera Rod la interrumpe, poniendo su mano sobre su boca para que no hable, creo que escucho que mi caballo relinchar.»
Claramente ¡echó a perder una ocasión inmejorable! Con la posible excepción de Rod, creo que no hay nadie que no se sienta fascinado por una situación romántica. Pero también es un hecho de que no siempre es fácil ser romántico ni tampoco esto nos surge naturalmente, especialmente para la mayoría de los hombres. Por eso el romanticismo debe desarrollarse a lo largo de toda nuestra vida matrimonial.
El romance centellea cuando ciertas condiciones se presentan. No es una casualidad que, por ejemplo, una música agradable, un ambiente atractivo y aun el misterioso reflejo de la luna y las estrellas sean los elementos que representan, por así decirlo, una noche romántica.
Empero, el romance alcanza dos propósitos:
(1) Enciende la relación y
(2) La mantiene en movimiento.
Imaginemos un día de mucho calor, tan sofocante que dificulta la respiración. De repente, recordamos que en el refrigerador hay un refresco gaseoso el cual, para ese momento, debe estar suficientemente frío como para aliviarnos el calor. Vamos casi corriendo y cuando lo sacamos nos damos cuenta de que la botella está sin la tapa. Entonces, en ese momento tenemos, aparte de una terrible decepción, un objeto frío con substancia, pero que no satisface nuestra necesidad. La efervescencia se ha ido y por tanto, el gusto ya no existe como debería. De la misma manera, el romance no solo enciende la relación sino que además, mantiene la efervescencia.
La visibilidad del amor es importante y Jesús nos la hace notar cuando en su última cena con sus discípulos les dice que la gente sabrá que son suyos si ven el amor entre ellos. El romance es una de las evidencias más visibles del amor entre dos personas.
El romance en la Biblia
Si acudimos al Cantar de los Cantares encontraremos uno de los romances más fogosos. La expresión emocional fluye con gozo espontáneo entre esos dos amantes, cuando declaran su amor:
«¡Ay, amado mío, cómo deseo que me beses!
Prefiero tus caricias, más que el vino;
prefiero disfrutar del aroma de tus perfumes.
Y eso eres tú: ¡perfume agradable!
¡Ahora me doy cuenta por qué te aman las mujeres!
¡Vamos, date prisa y llévame contigo!
¡Llévame ya a tus habitaciones, rey de mi vida!»
(Cantares 1.24)
«Si acaso no lo sabes, mujer bella entre las bellas,
sigue las huellas del rebaño y lleva a pastar tus cabritos
junto a las carpas de los pastores.
Amada mía, tu andar tiene la gracia
del trote de las yeguas que tiran del carro del rey.
¡Preciosas se ven tus mejillas en medio de tus trenzas!
¡Bellísimo luce tu cuello entre tan bellos collares!
¡Voy a regalarte joyas de oro, incrustadas de plata!»
(Cantares 1.811)
«Mi amado es para mí como un ramito de flores
de las viñas de En-gadi.»
(Cantares 1.14)
«Mi amado es un manzano entre árboles silvestres.
¡Me muero por sentarme a su sombra y saborear sus deliciosos frutos!»
(Cantares 2.3)
Cantares nos presenta a dos personas cuyas emociones están tan colmadas que las palabras son insuficientes para expresar sus sentimientos, y deben recurrir a imágenes para expresar su amor. Igualmente, una pareja que se ama aprende a desarrollar un lenguaje privado con palabras cariñosas y exclamativas. Esas palabras tienen un significado que solamente ellos dos pueden entender. Es más, con el tiempo, pueden comunicarse con una mirada y, aun en medio de una muchedumbre, intercambiar sonrisas cómplices para comunicar un mensaje comprensible únicamente entre ellos.
En el Cantar de los Cantares además, no hay vergüenza de expresar la pasión ni se reprime el amor. Hay fervor; hay efervescencia.
Descubriendo el romance
Gordon MacDonald afirma que en una relación amorosa efectivamente se ama, pero también se comparte y se sirve. Por ende, cuando enfatizamos el romance, resulta más fácil compartir y servir. Esto es muy importante pues, desde el punto de vista bíblico, el ser humano no comparte ni sirve naturalmente. La fuerza del individualismo a menudo nos mueve a no compartir ni servir, excepto si ello redunda en algún beneficio propio. Por lo tanto, cuando nos comprometemos en un vínculo donde lo principal es compartir y servir, estamos nadando contra la corriente, pues ese tipo de relaciones se contrapone a la tendencia natural del corazón del hombre.
Empero, si nos esforzamos por desarrollar una actitud romántica podremos fortalecer los niveles más profundos de nuestra unión. ¿Cómo hacerlo? Hay distintos elementos sobre los cuales debemos trabajar.
1. El romance basado en la atracción física:
¿Qué es la belleza? Sin necesidad de ser expertos, todos podemos decir qué nos gusta. Yo, por ejemplo, considero a Diana, mi esposa por casi veintinueve años, una mujer hermosa. Lo fue cuando nos conocimos y me enamoré de ella, y lo es más ahora. ¿Es su belleza actual el producto de una esmerada preocupación durante muchos años o esta descansa en mi amor por ella? Es decir, ¿la amo porque es bella o es bella porque la amo? considero ambas cosas ciertas. Diana es bella, pero también es importante resaltar que se cuida y eso se nota: siempre huele bien. Entonces, la persona enamorada busca estar bien arreglada, perfumada y con un deseo constante de agradar al ser amado. Lo mismo ocurre con los esposos y entre ellos, el cuidado personal debe ser esmerado y continuo.
Es importante enfatizar además que, cuanto más gocemos de atracción física mutua, menor es la vulnerabilidad de caer en la tentación fuera del hogar.
2. El romance basado en las expresiones verbales y prácticas:
Decir lo que sentimos también es muy importante para el romance. Las parejas románticas aprenden a poner en palabras sus sentimientos y resulta muy importante decir y escuchar ciertas frases. Sin las palabras, el amor nunca podrá ser firme, pues no podemos adivinar qué siente el otro.
Asimismo, el romance depende de expresiones de amor, frecuentes y variadas. Hace mucho aprendí que una simple llamada telefónica a mi esposa sin mayor motivo que saber cómo se encuentra y decirle cuánto la amo, es muy importante para nuestra relación. Una tarjeta enviada por correo expresando amor, también ayuda a fortalecer una relación amorosa.
Cierta vez, me fue necesario ausentarme de mi casa por casi un mes. Sin embargo, antes de irme, y sin que Diana sospechara nada, encargué tres ramos de flores, escribí tres tarjetas especiales y arreglé para que recibiera las flores y las tarjetas, una cada semana. Con esto, cada vez que ella recibía un ramo, le comunicaba que antes de partir, ya había estado pensando en ella y que la llevaría en mi corazón hasta mi regreso.
De la misma manera, cada vez que regreso a casa, ya sea de un viaje o de un día de trabajo, Diana me recibe en la puerta de la casa con una sonrisa y un beso. Muchas veces no dice más que un par de palabras, pero con su actitud me hace sentir bienvenido y amado.
3. El romance basado en el agradecimiento:
El romance precisa también del agradecimiento. Los seres humanos necesitamos conocer si estamos haciendo un importante aporte en la vida de otra persona. Muchas veces nos olvidamos de todo el trabajo que nuestras esposas se toman para hacer de nuestro hogar un lugar agradable para vivir. Eso implica trabajo, esfuerzo y dedicación, y es muy importante reconocérselos. De igual manera, las esposas que se quedan en casa, deben agradecer el esfuerzo que sus esposos hacen para llevar el dinero suficiente para que todos en la casa lleven una vida digna. Es hermoso ver a los cónyuges creando oportunidades para mostrar agradecimiento en formas prácticas. A veces sucede naturalmente, otras deben planearse cuidadosamente.
Por todo esto, podemos afirmar que el agradecimiento es un elemento clave.
4. Romance a través de «momentos diferentes»:
El romance requiere de momentos en los cuales la pareja rompe con la rutina y hace o dice cosas risueñas, trae un recuerdo grato a la memoria o simplemente propone algo que, usualmente, considerarían alocado. Experimentar estos momentos toma tiempo, agudeza y privacidad, pues son periodos especiales donde reina el buen humor, y además nos «soltamos» y experimentamos un acercamiento profundo, basado en la honda relación formada con los años. Son momentos íntimos y privados.
5. Romance basado en el contacto físico:
El romance también necesita cierto nivel de contacto físico. No me refiero, necesariamente, al contacto sexual sino a acciones que llevan a la pareja a un círculo íntimo de proximidad, un círculo en el que ningún otro debe entrar.
El ser humano necesita ser tocado, acariciado, sostenido y besado y como matrimonio, aun más. Al tomarnos de las manos mientras caminamos por la calle por ejemplo, nos decimos mutuamente: «Me place estar en contacto contigo», y al mundo le decimos: «Nos pertenecemos el uno al otro y estamos orgullosos de declararlo.»
6. Romance basado en la ternura:
Al hablar de romance, debe mencionarse también la ternura. Este sentimiento implica cuidado, esmero, delicadeza y preocupación y es aquí donde debemos hacer la pregunta que perfila el entero espectro del romance: «¿Cómo quiere mi cónyuge ser amado?» Ser tierno es hacer esa pregunta y, luego, responderla con acciones.
Muchos de nosotros encontramos fácil amar a nuestro cónyuge de la manera que nosotros queremos amar; pero es más difícil amar a la otra persona en las formas importantes para ella. La ternura es la sensibilidad que un esposo muestra cuando se pregunta a sí mismo: «¿Qué es lo que complacería hoy a mi esposa?»
Esto es romance, el fervor, la chispa siempre renovadora y efervescente que abre la puerta hacia niveles más profundos en la relación matrimonial.
Erich Fromm, escribió lo siguiente: «El amor es un desafío constante, no simplemente un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos. Que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde el centro de su existencia, de que son el uno para el otro.»2
El amor involucra inversión de tiempo y esfuerzo, pero los beneficios de esta inversión redundarán eternamente, no solo para la pareja, sino para quienes, observándola, la toman como ejemplo.
La fortaleza del matrimonio comienza en el compromiso, el cual es reforzado por la disciplina y es evaluado por su eficacia de hacer a los seres humanos mejores de lo que eran cuando comenzaron esta relación.
Por supuesto, este sistema encontrará fuerte resistencia del mundo, el cual se opone a todo compromiso que no resulte en conveniencia personal, ridiculiza la disciplina y prefiere acumular cosas en lugar de desarrollar personas. El matrimonio debe ser una prioridad en la vida del líder. Es nuestra responsabilidad como hombres y mujeres de Dios invertir tiempo y esfuerzo en la búsqueda de un matrimonio sólido y edificado en la Palabra de Dios.
Algunos consejos prácticos
Para los hombres
1. Siempre exprese su amor, no solo con palabras sino también con sus acciones. Trate de hacer, por ejemplo, cada día una actividad práctica para agradar a su esposa, como acostar a los niños, lavar los trastos, servir la comida, etcétera. El simple hecho de pensar qué hacer, cada día, ya es muy importante.
2. ¡Sorprenda a su esposa! Haga todos los arreglos necesarios para llevarla a cenar a algún lugar romántico sin que ella sepa nada de antemano. Sea creativo.
3. Arregle alguna noche romántica en casa, sin niños ni interrupciones, con algún menú especial el cual ella no deba cocinar y disfruten una velada los dos solos.
4. Cada día abrácela, bésela y demuéstrele su amor con alguna caricia y con palabras. No dude en decirle que la quiere.
5. Nunca deje de agradecerle lo que ella haga por usted. Dígaselo diariamente.
Para las mujeres
1. Recuerde que los hombres son sorprendidos por lo que ven. Por eso, cada cierto tiempo vístase para su esposo con alguna ropa especialmente sensual.
2. Busque siempre palabras de bienvenida y formas de acoger a su esposo. Trate de que cuando él regrese a casa luego de un largo día de trabajo, encuentre en su hogar un lugar de reposo y sosiego.
3. Trate siempre de estar arreglada para él.
4. Una vez por mes, prepare una velada especial para estar junto a él, en casa y a solas. No tema ser sensual y provocativa.
Para ambos
1. Mantengan las líneas de comunicación siempre abiertas.
2. No permitan que las diferencias naturales entre ambos los asusten. Apréndanlas y úsenlas para el beneficio de ambos.
3. Si corresponde, nunca dejen de pedir perdón.
4. Nunca dejen asuntos sin resolver. Recuerden que los problemas sin resolver pueden constituirse en vallas de separación las cuales, eventualmente, pueden destruir un matrimonio.
5. Busquen que Cristo sea realmente el centro del hogar. Aprendan juntos cuáles son los parámetros bíblicos para un matrimonio eficaz y síganlos.
6. Nunca duden en buscar ayuda pastoral si observan en su matrimonio señales de deterioro.
Elementos que matan el romance
La esperanza y las expectativas más brillantes pueden ser extinguidas en cuestión de minutos si uno o ambos cónyuges siguen alguno de los siguientes pasos:
1. El ridículo mata al romance:
(a) Ridiculizar los sentimientos es una manera. Cuando uno de los dos tímidamente confiesa que quisiera tener una «escapada amorosa» y el otro enfatiza la ridiculez de tal idea. «¿Cómo podríamos irnos un fin de semana si todavía no está arreglada la puerta del fondo…!» Una persona acepta estar en una condición de completa vulnerabilidad al volcar sus sentimientos, solo para recibir un rechazo contundente.
(b) Ridiculizar con bromas es un seguro asesino del romance. Debemos aprender a mantener en secreto las debilidades y problemas del otro. Cuántas veces hemos visto el triste ejemplo de un hombre haciendo bromas sobre los defectos de su esposa. Este tipo de «bromas» socavan los cimientos matrimoniales y en el romance es fundamental la protección del otro. Podemos criticar tiernamente en privado, con el afán de un mejoramiento, pero en público nuestra relación es prioritaria y debemos reflejar una imagen de amor y unidad.
2. La falta de expresividad mata al romance:
Mantener los sentimientos encerrados en uno mismo, mata al romance. El hombre que nunca le dice a su esposa cuánto la ama, ni agradece lo que ella hace por él, o nunca le expresa lo que ella provoca en su alma, debilita paulatinamente las bases de la relación.
3. La indiferencia mata el romance:
Despreciar o no notar la preocupación del otro para agradarnos o sorprendernos puede matar el romance. La esposa se arregla y prepara la casa románticamente para recibir a su esposo, luego de un día de trabajo, y el esposo ni siquiera lo nota; la saluda rutinariamente y comienza a leer el periódico como si nada hubiera sucedido.
El autor es argentino, tiene una maestría en misionología y trabaja con las Sociedades Bíblicas de Argentina.
2 Erich fromm – El arte de amar, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina.