Biblia

Malas elecciones

Malas elecciones

por Desarrollo Cristiano

La persona sabia escuchará con cuidado lo que los mayores tienen que decir: seguramente su perspectiva enriquecerá la nuestra.

Versículo: 1 Reyes 12:6-12

12:6 el rey Roboán consultó con los *ancianos que en vida de su padre Salomón habían estado a su servicio. __¿Qué me aconsejan ustedes que le responda a este pueblo?  preguntó.12:7 Si Su Majestad se pone hoy al servicio de este pueblo  respondieron ellos , y condesciende con ellos y les responde con amabilidad, ellos le servirán para siempre.12:8 Pero Roboán rechazó el consejo que le dieron los ancianos, y consultó más bien con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio.12:9 ¿Ustedes qué me aconsejan?  les preguntó . ¿Cómo debo responderle a este pueblo que me dice:  Alívienos el yugo que su padre nos echó encima ?12:10 Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le contestaron: __Este pueblo le ha dicho a Su Majestad:  Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo usted más ligero. Pues bien, respóndales de este modo:  Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre. 12:11 Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo! 12:12 Al tercer día, en la fecha que el rey Roboán había indicado, Jeroboán regresó con todo el pueblo para presentarse ante él.

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Una persona que asume una nueva responsabilidad en un puesto que nunca antes ha ocupado hace bien en buscar quien lo oriente. Esto es prácticamente el único paso acertado que tomó Roboam cuando falleció su padre Salomón. Antes de tomar la decisión sobre qué camino recorrer buscó el consejo de los que estaban cerca. Los ancianos, que conocían los excesos de Salomón, recomendaban un camino de mayor compasión y bondad. Los jóvenes, quizás inflados por el mero hecho de haber sido consultados, recomendaron «mano dura».La Palabra nos anima a atesorar el camino recorrido por los mayores, a ofrecerles el respeto que merecen por haber transitado mayor distancia que nosotros en la vida. La diferencia entre las dos posturas ilustra bien la diferencia que distancia a una generación de otra. Los jóvenes, que están en la etapa de los sueños y el idealismo propio de los inocentes, frecuentemente creen poder descubrir un camino que nadie a recorrido. Desprecian la experiencia de otros porque creen que su propuesta, tal como ellos la presentan, nunca ha sido intentada. Ellos creen aun en los imposibles, un mundo de paz, una tierra sin contaminación y una sociedad gobernada por el amor. Sus propuestas todas padecen del mismo mal: no han sido probadas en el crisol de la vida y por lo tanto no pasan de ser simples sueños. Por otro lado están los ancianos, los que han transitado una buena porción del camino que le toca recorrer a cada ser humano. La vida los ha golpeado. Han sufrido con una interminable sucesión de contratiempos, obstáculos, infortunios e injusticias. Se han visto obligados a aceptar que la vida no resultó tan sencilla ni tan maleable como esperaban. Han estado expuestos a suficiente cantidad de situaciones como para opinar con cierto grado de inteligencia, sin ser expertos ni haber estudiado con cuidado las particularidades de cada caso. En el pasaje de hoy, los ancianos recomendaban un camino que no tenía nada de revolucionario ni extraordinario. Era el camino de la mansedumbre, la consideración y la sencillez. El camino de los jóvenes parecía mucho más atrevido, uno que garantizaba a corto plazo resultados mucho más impresionantes. Desafortunadamente, Roboam escogió este segundo camino. El resultado fue que dañó irreparablemente las relaciones con las tribus del norte. El descontento eventualmente produciría una división en la nación de Israel. Vivimos en una época donde la persona de trayectoria es tratada cada día con mayor desprecio. Los mayores y los ancianos son contemplados con lástima, más que con respeto. Su opinión es considerada «pasada de moda». La Palabra, no obstante, nos anima a atesorar el camino recorrido por los mayores, a ofrecerles el respeto que merecen por haber transitado mayor distancia que nosotros en la vida. Esto no quiere decir que estamos obligados a hacer lo que ellos recomiendan. Pero la persona sabia escuchará con cuidado lo que tienen que decir: seguramente su perspectiva enriquecerá la nuestra y, en ocasiones, nos salvará de cometer errores innecesarios. Para pensar: – 
¿Qué lugar ocupan los mayores en su congregación? – ¿Qué clase de diálogo existe con ellos? – ¿De qué manera se les honra?

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