Ser discípulo, parte IV
por Christopher Shaw
La esencia de la vida espiritual no la definen las actividades que realizamos sino la calidad de la relación que tenemos con Dios.
Versículo: Mateo 16:13-28
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16:13 Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: __¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron:16:14 Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas.16:15 Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?16:16 Tú eres el *Cristo, el Hijo del Dios viviente afirmó Simón Pedro.16:17 *Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás le dijo Jesús , porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. 16:18 Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. 16:19 Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.16:20 Luego les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo. 16:21 Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los *ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los *maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara. 16:22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo: __¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!16:23 Jesús se volvió y le dijo a Pedro: __¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme *tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.16:24 Luego dijo Jesús a sus discípulos: __Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. 16:25 Porque el que quiera salvar su *vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. 16:26 ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? 16:27 Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho. 16:28 Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.
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En la descripción más clara que ofrece Cristo acerca de las condiciones para ser verdadero discípulo, no deja dudas de que implica una disposición al sacrificio. Este sacrificio proviene del compromiso de darle la espalda a todo lo que uno considera importante para consigo mismo, como también de sufrir toda clase de oprobios por haber escogido identificarse con el estilo de vida que propone el Hijo de Dios. Nada de lo que experimentemos en el camino lo tendremos que enfrentar solos, pues Jesús estará con nosotros.El Señor deseaba que las multitudes tuvieran claridad sobre lo que les proponía. En un texto similar, en el Evangelio de Lucas, Jesús dijo: «Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él» (Lc 14.28?29). La ilustración revela que el proceso de evaluar la decisión por tomar es importante, algo que muchas veces está ausente cuando presentamos el evangelio a otros. Si las palabras de Jesús solamente hubieran hecho referencia al elemento de negación y persecución bien podríamos exclamar: «¿Y qué beneficio tiene esto para nosotros?» Una primera lectura pareciera enfatizar que ¡somos, claramente, los perdedores en esta invitación! Al elemento de sacrificio, sin embargo, Jesús le añadió esta simple exhortación: «síganme». La invitación cambia radicalmente la naturaleza de la propuesta. Nada de lo que experimentemos en el camino lo tendremos que enfrentar solos, pues Jesús estará con nosotros. Lo que nos toque vivir a nosotros también lo vivirá intensamente él, pues nuestras vidas estarán íntimamente ligadas. Tampoco experimentaremos la confusión y el desconcierto de no saber cuál es el camino a seguir, pues Cristo habrá asumido esta responsabilidad por nosotros. Nuestra parte consistirá en mantenernos, simplemente, cerca de su persona. A la vez, esta cercanía nos ofrecerá nuestra mejor oportunidad de observarlo a él, imitando el ejemplo que nos ofrece, asimilando las actitudes que demuestra mientras avanza por los lugares que el Padre le indica. Es necesario resaltar, también, que la clase de relación que implica esta invitación no es momentánea ni esporádica, aunque muchos de nosotros concebimos la vida espiritual en estos términos. Si meditamos por un instante en el término «seguir» podremos entender lo errada que es nuestra perspectiva. No seguimos a Jesús una hora por día, durante el devocional, para que él, luego, nos diga: «ahora, dedícate a tu vida secular. Cuando vuelvas a la noche, puedes una vez más venir a seguirme». La invitación es a ir en pos de él todo el día, todos los días, dondequiera que vayamos y cualquiera sea la tarea que estamos realizando. Él no deja de guiarnos porque estamos en una empresa que no es cristiana, pues somos discípulos a toda hora y en todo lugar. La esencia de la vida espiritual, entonces, no la definen las actividades que realizamos sino la calidad de la relación que tenemos con la persona que nos está guiando. A mayor fidelidad en la experiencia de caminar con él, mayor será la evidencia de su presencia en nuestras vidas. Cristo explicó por qué estableció estas condiciones para seguirle. Para pensar:¿Qué beneficios describen en los versículos 25 y 26? ¿Qué contraste presenta entre un estilo de vida y el otro?
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