Biblia

Ministerio individualizado

Ministerio individualizado

por Christopher Shaw

A veces es más sabio ministrar a solas que en público y el ministro sensible debe saber el momento indicado para cada cosa.

Versículo: Marcos 7:31-37

7:31 Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de *Decápolis. 7:32 Allí le llevaron un sordo tartamudo, y le suplicaban que pusiera la mano sobre él.7:33 Jesús lo apartó de la multitud para estar a solas con él, le puso los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. 7:34 Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: « ¡Efatá! » (que significa: ¡Ábrete!). 7:35 Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente.7:36 Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo prohibía, tanto más lo seguían propagando. 7:37 La gente estaba sumamente asombrada, y decía: «Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

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Entre los muchos necesitados que vinieron o fueron traídos al Señor, «le trajeron un sordo y tartamudo y le rogaron que pusiera la mano sobre él». Conservando el estilo de los evangelistas, Marcos relata la experiencia de uno entre los muchos necesitados presentes. Es posible que su elección de esta persona esté relacionada con la inusitada forma en que Jesús escogió ministrarla. A pesar de que los necesitados son multitudes, no debemos perder de vista que cada individuo representa un mundo muy particular de intenso sufrimiento personal.Discipular a una multitud no es factible, porque el discipulado descansa sobre la intensidad de una relación individual. Resulta crucial mantenernos enfocados en esta verdad, ya que muchos líderes, en las últimas décadas, han abandonado el compromiso con el individuos para enfocar todos sus esfuerzos en las multitudes. Sin duda este cambio de enfoque refleja la obsesión de nuestra cultura con el tamaño y la cantidad. Quedan pocos espacios entre nosotros para el reconocimiento de quienes invierten su esfuerzo en proyectos pequeños, como los artesanos de antaño. Las pequeñas empresas han desaparecido del mercado ante el embate de gigantescas multinacionales que diversifican sus esfuerzos para cada vez abarcar más. Como he señalado en otras reflexiones, Jesús no ignoró el incesante clamor de las multitudes, pero reservó sus mejores esfuerzos para invertir intensamente en unos pocos. La verdad es que el principio de la transformación es constante, aun cuando uno puede llegar a estar rodeado de multitudes. Las personas solamente pueden ser transformadas una por una. Discipular a una multitud no es factible, porque el discipulado descansa sobre la intensidad de una relación y resulta imposible cultivar una relación intensa con una multitud. El encuentro con el tartamudo nos recuerda que cada persona con la que nos cruzamos, en el día a día, representa un mundo de dolores, alegrías, tristezas y victorias. La hermosura de la propuesta de nuestro Padre Celestial es que nos ofrece una relación construida según la realidad de cada uno. Marcos relata que Jesús «apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos, escupió y tocó su lengua». No faltarán entre nosotros algunos que quieran convertir esta escena en una demostración del «método» apropiado para sanar sordomudos, aunque la forma en que Cristo lo hizo no deja de ser extraña, e incluso grosera. En el bautismo de Jesús, sin embargo, hemos visto que el «método» del Hijo de Dios era el del Espíritu Santo. Es decir, él no tenía una lista de opciones que debía aplicar en diferentes situaciones de necesidad. Más bien, toda la evidencia apunta a que simplemente seguía las instrucciones del Padre. Resta señalar que para ministrar a esta persona Jesús se apartó con ella de la gente. Quien ha ejercido un ministerio con estas características sabe que muchas veces los curiosos son un estorbo para realizar la obra. Debemos creer, además, que el espíritu compasivo de Cristo deseaba proteger al tartamudo de las miradas de quienes seguramente, en muchas ocasiones, lo habían convertido en objeto de burla. Lo que resulta claro es que a veces es más sabio ministrar a solas que en público y el ministro sensible debe saber qué ocasiones exigen este tipo de tratamiento. COMENTE EL DEVOCIONAL DE HOY: ¿Cuál fue el siguiente paso de Jesús? ¿Qué acciones acompañaron su oración? ¿Qué le ocurrió al tartamudo?

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