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Dando la espalda al pecado y la esclavitud, parte 3

Dando la espalda al pecado y la esclavitud, parte 3

por Ministerios Alfa y Omega, Inc.

Sermón basado en 1 Juan 3.4–9


Punto 4. (3.8) La obra de Jesucristo y el deseo de Satanás: Existe la gran conquista de la liberación gracias a Cristo. Fíjese en dos aspectos muy importantes:



A. La persona que peca pertenece al diablo. Esta es una declaración muy sorprendente para algunas personas, pero Jesucristo lo expresa más claramente: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentiras.» Juan 8.44



¿Qué significa esto? Fíjese en las palabras «desde el inicio». Esto quiere decir que Satanás fue el primer ser que pecó. El inicio con el pecado porque fue la primera persona que se rebeló y desobedeció a Dios. Por eso, cualquiera que peca se parece a Satanás, está siguiendo los mismos pasos del maligno. Moral y espiritualmente esa persona es familia del diablo. Algo es seguro: el pecado no proviene de Dios. Dios no es el padre del pecado, maldad, corrupción y muerte. El padre de ellos es Satanás. Por tanto, cuando pecamos, no estamos siguiendo al Padre de amor y justicia, sino al padre del pecado y muerte. Nuestro comportamiento no es de Dios; es del diablo. Por culpa del pecado nos convertimos en…


• seguidores del diablo.


• hijos del mal.


• siervos de Satanás.



Es por consecuencia del pecado que nuestro ser se separa de Dios. El pecado provoca muerte y juicio de Dios sobre nosotros; además, separa por la eternidad a los pecadores de la presencia del Altísimo. Esta es la razón por la cual Dios no soporta al pecado. Dios creó al hombre para que viviera con Él, y el pecado ha separado al hombre de la presencia de Dios y lo destinó a vivir así por la eternidad. Pero este es el glorioso evangelio: Dios es amor perfecto, él es la Majestad Soberana, el Poder y la Inteligencia perfecta del universo. Por eso, Dios sabe que hacer con respecto al pecado y él tiene el poder para hacerlo. Dios sabe como salvar a los hombres y como destruir las obras de Satanás, Él es capaz de lograrlo.



B. Las razones anteriores son el propósito por el cual el Hijo de Dios vino al mundo, Cristo destruirá las obras del maligno (su poder, gobierno y reino sobre nosotros) por medio de Su muerte.


1. El poder de Satanás que acusa al hombre de pecador ha sido «echado afuera». Los hombres ahora tienen el poder de escapar de la pena del pecado. Cristo tomó los pecados de la humanidad y pagó por ellos con su muerte. Romanos 8.33; 1 Pedro 2.24


2. El poder de Satanás que causa la muerte ha sido «echado afuera». El hombre ya no tiene que morir porque Cristo murió en su lugar. Hebreos 2.14–15


3. El poder de Satanás que provoca la separación de Dios con los hombres ha sido «echado afuera». Los hombres ya no tienen que ir al infierno porque Cristo tomo su lugar y ahora los hombres pueden vivir eternamente con Dios. Romanos 8.11; 1 Pedro 3.18


4. El poder de Satanás que esclaviza a los hombres a los hábitos del pecado y la deshonra ha sido «echado afuera». Por su muerte, Cristo hizo posible que los hombres pudieran librarse del pecado. El creyente, que ha sido limpiado con la sangre de Cristo, se convierte en un templo santo para Dios, un templo que se amolda a la presencia y poder del Espíritu Santo. Ahora, el hombre puede vencer los hábitos esclavizantes del pecado gracias al poder del Espíritu de Dios. 1 Juan 4.4



Punto 5. (3.9) Liberación del pecado (una nueva criatura): Existe el resultado de la liberación. El creyente ha sido liberado de vivir y practicar el pecado. Fíjese que el verbo «pecar» está en presente. Pecar significa continuar en pecado; pecar constantemente, practicar el pecado; pecar habitualmente, vivir en pecado. Necesitamos entender esto muy bien.



La Biblia no está diciendo que una persona obtiene una perfección sin pecado mientras está en la tierra. Ninguna persona puede alcanzar la perfección de Dios y su gloria. Afirmar esto no es bíblico. Por su naturaleza, el hombre no puede estar ante la gloria y perfección de Dios.



¿Cuál es el significado de las declaraciones «él no comete pecado» y «él no puede pecar»?



A.T. Robertson, el gran erudito griego, dice que: «Él no puede seguir pecando». Robertson añade, «Pablo piensa lo mismo en Romanos 6.1…»¿perseveraremos en el pecado..?»» (Word Pictures In The New Testament [Imágenes de las palabras en el Nuevo Testamento, Vol.6, p 223). En el Nuevo Testamento Ampliado, encontramos la idea correcta que este versículo quiso dar entender en el idioma griego: «Ningún hijo de Dios sigue pecando [deliberada e intencionalmente], porque los hijos de Dios viven como Dios vive [sus principios permanecen para siempre en él]. Así que no pueden seguir pecando, porque es un hijo de Dios.»



Una vez que la semilla divina o la naturaleza de Dios ha sido implantada dentro del creyente, este no puede seguir pecando. No puede practicar el pecado en forma habitual. La naturaleza divina de Dios incomodará, provocará y convencerá al creyente a tal punto que no podrá soportar el pecado. Si continua pecando, es una clara evidencia de que nunca ha nacido de nuevo. El creyente genuino ama a Dios por lo que ha hecho en Cristo por él. Dios ha amado a los hombres de la forma más suprema posible: al entregar a su Hijo para que muriera por el mundo. Por tanto, el creyente ama a Dios, lo ama con todo su corazón, y quiere complacerlo. Esto también es lo que mantiene al creyente alejado del pecado.



Recuerde lo que José dijo cuando la esposa de Potifar lo tentó: «No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?» Génesis 39.9



Fíjese en lo que libra al creyente del pecado: nacer de nuevo, poseer la semilla de Dios dentro de su ser.


¿Qué es la semilla de Dios?


— Es nacer de nuevo nacimiento. Juan 3.3–5


— Es ser una nueva creación. 2 Corintios 5.17


–Es ser un nuevo hombre. Efesios 4.24; Colosenses 3.10


— Es vivir la naturaleza divina. 2 Pedro 1.4


— Es vivir la Palabra incorruptible de Dios. 1 Pedro 1.23



En otras palabras, la semilla de Dios dentro del creyente es el Espíritu Santo, el propio Espíritu de Dios que lo auxilia a vencer y a mantenerse fuera del pecado. Es el Espíritu de Dios quien mueve al creyente a amar y a centrarse en Cristo y en Su misión en vez de concentrarse en el mundo, sus placeres y posesiones. Es el espíritu de Dios quien mueve al creyente a no pecar.



William Barclay, en su manera cortante de expresar la verdad, dice que la exposición de Juan acerca del pecado puede plantearse en cuatro etapas (Explicamos las etapas en forma de bosquejo para que se pueda entender mejor).

  • «En el nuevo tiempo, el pecado no va existir».
  • «Los cristianos deben tratar de hacer esto verdadero, y, con la ayuda de Cristo, deben luchar para evitar caer en periodos ocasionales de pecado, salirse temporalmente de la bondad».
  • «Es un hecho que todas las personas tienen estos lapsos, y cuando los tienen, deben cofesarlos a Dios humildemente, y Él siempre perdonará al corazón pertinente y arrepentido».
  • «Pero a pesar de eso, no es posible que ningún cristiano sea un pecador intencionado y consistente, ningún cristiano puede considerar al pecado como la política de su vida; ningún cristiano puede vivir una vida en la cual el pecado domine y gobierne todas sus acciones. Puede tener lapsos, pero no puede vivir en pecado como si este fuera el ambiente normal de su vida». Barclay continua diciendo:

  • «Juan no nos está imponiendo un perfeccionismo que demanda una vida total y absolutamente limpia de pecado; pero si está pidiendo una vida que siempre esté vigilante del pecado, una vida que siempre luche en la batalla por la bondad, una vida que nunca esté rodeada por el pecado, una vida en la que el pecado no sea un estado permanente, mas solo un error temporal, una vida en la que el pecado no sea una forma aceptada como normal, mas un momento inusual de derrota. Juan no está diciendo que el hombre que permanece en Dios no puede pecar; sino que el hombre que permanece en Dios no puede continuar siendo un pecador intencionado y consistente». (The Letters of John and Jude [Las epístolas de Juan y Judas], p. 96f).



    Lea también: 1 Juan 2.1–2, 1.6–10, 5.4; 2 Corintios 7.1; Hebreos 12.14; 2 Pedro 3.11



    Usado con permiso,


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