Algo nuevo
por Christopher Shaw
Podemos esperar increíbles manifestaciones espirituales en nuestra vida, porque el Padre de Cristo ¡es también nuestro Padre!
Versículo: Juan 20:1-19
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20:1 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. 20:2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: __¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!20:3 Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro. 20:4 Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. 20:5 Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. 20:6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas 20:7 y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte. 20:8 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. 20:9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar. 20:10 Los discípulos regresaron a su casa, 20:11 pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 20:12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.20:13 ¿Por qué lloras, mujer? le preguntaron los ángeles. __Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto les respondió.20:14 Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. 20:15 Jesús le dijo: __¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: __Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él.20:16 María le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: __¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro).20:17 Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes. 20:18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho. 20:19 Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. __¡La paz sea con ustedes!
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El primer día de la semana el puñado de mujeres y hombres que habían acompañado a Cristo seguían sumergidos en la más profunda angustia por la muerte de Jesús, «pues aún no habían entendido la Escritura: que era necesario que él resucitara de los muertos». María Magdalena, con ese cuidado propio de las mujeres, fue otra vez al sepulcro, pero al llegar encontró que habían quitado la piedra. Alarmada, volvió a buscar a Pedro y Juan quienes rápidamente acudieron al lugar.En ocasiones, podemos ver delante de nosotros la verdad de Dios proclamada en un evento o por medio de la Escritura. El relato nos presenta una interesante sucesión de eventos que apuntan a la clase de desenlace que Dios desea frente a sus obras. Los dos corrían juntos, pero Juan llegó primero al sepulcro. «Asomándose, vio los lienzos puestos allí, pero no entró» (v. 5). Pudo constatar que el reporte de María era verdadero, pues la evidencia delante de él corroboraba su historia. No obstante, Juan no entendió el significado de lo que veían sus ojos. Cuando Pedro llegó, siempre más atrevido que los otros discípulos, «entró en el sepulcro y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte» (vv. 6 y 7). Pedro examinó con más detenimiento la evidencia. El hecho de que el sudario estuviera enrollado en un lugar aparte claramente indicaba que Jesús había salido en forma ordenada. No obstante, teniendo mayor claridad sobre los hechos, Pedro seguía sin entender el significado de lo que veían sus ojos. La escena nos recuerda al proceso por el cual la verdad llega a tocar nuestros corazones. En ocasiones, podemos ver delante de nosotros la verdad de Dios proclamada en un evento o por medio de la Escritura. No obstante, aunque la vemos con nuestros ojos y podemos repetir verbalmente lo que hemos percibido, no captamos el significado más profundo de la verdad. Aun cuando añadimos a esta situación las mejores capacidades de nuestra mente, analizando con diligencia lo que hemos visto, el significado espiritual no nos resulta evidente. Juan, siguiendo el ejemplo de Pedro, entró también en el sepulcro. Vio la misma evidencia que su compañero pero el resultado fue diferente: ¡creyó! Es posible que Juan percibiera con mayor facilidad el significado espiritual de lo sucedido porque su experiencia no estaba condicionada por la terrible angustia que embargó a Pedro después de negar a su amigo y Señor. De todos modos, es a este punto final que debemos arribar. La revelación de Dios no tiene como objetivo proveer alimento para nuestra curiosidad, sino producir en nosotros una experiencia espiritual. Luego de revelarse a María de una manera similar, Cristo le anunció: «subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (v. 17). La declaración deja al descubierto la más extraordinaria verdad de la resurrección de nuestro Señor. Eso pedía Pablo en su oración por la iglesia de Éfeso, que pudieran entender cuál es «la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa. Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero. Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia» (1.19-22). Podemos esperar increíbles manifestaciones espirituales en nuestra vida, porque el Padre de Cristo ¡es también nuestro Padre!
Por: Christopher Shaw, Director General de Desarrollo Cristiano Internacional. Producido y editado para DesarrolloCristiano.com. Copyright ©2010 por Desarrollo Cristiano, todos los derechos reservados.