Sentimientos encontrados
por Christopher Shaw
No es la presencia del pecado en nuestra vida lo que lo nos descalifica para el ministerio, sino que convivamos con lo que claramente es pecado.
Versículo: Mateo 16:22-23
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16:22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo: __¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!16:23 Jesús se volvió y le dijo a Pedro: __¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme *tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.
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Lo que nos llama la atención de esta escena tomada del texto Bíblico de hoy es que viene inmediatamente después de uno los momentos más preciosos de Jesús con los discípulos, cuando Pedro le reconocía como el Cristo, el Hijo de Dios. Tal revelación no había sido el fruto de deducciones ni el resultado de un estudio cuidadoso de las Escrituras. Era algo que le había sido revelado al discípulo por el Padre mismo.
Poco tiempo después, sin embargo, encontramos a Pedro en una postura que demuestra una increíble falta de discernimiento y una profunda incomprensión acerca de los propósitos del Padre para el Hijo. El discípulo pretendía impedir el cumplimiento de la Palabra que Cristo mismo estaba anunciando: que era necesario que el Mesías sufriera muchas cosas y luego fuera muerto a mano de los escribas y los fariseos.
Como líder, no se confíe usted nunca de estar libre de caer, y de caer en forma estrepitosa
La escena nos revela una verdad acerca de la vida espiritual, y es que en la misma persona pueden convivir tanto un profundo nivel de espiritualidad como también las más marcadas manifestaciones de carnalidad. La verdad es que conviven dentro de nosotros las dos realidades, y nuestra capacidad de caer no cesa nunca. Una persona espiritual puede también demostrar un grado de carnalidad que nos sorprende.
De esta observación, quedan dos reflexiones. En primer lugar, como líder, no se confíe usted nunca de estar libre de caer, y de caer en forma estrepitosa. Debe cultivar siempre una actitud sabia hacia los potenciales problemas que pueden llevarle a tropezar, manteniendo siempre la guardia. Hombres más consagrados que usted han caído, y usted hará bien en recordarlo.
En segundo lugar, no se exaspere con las manifestaciones de la carne en su propia vida. A veces. luego de momentos realmente sublimes en Su presencia, encontramos que los pensamientos más horribles atraviesan nuestra mente. No se condene por esto. Cuando Cristo animó a los discípulos a que oraran para no entrar en tentación, les estaba señalando que la carne siempre iba a ser motivo de estorbo para quienes quieren avanzar hacia cosas mayores en la vida espiritual. Por esto podemos identificarnos con el apóstol Pablo, cuando exclamó: «¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.» (Ro 7) No es la presencia del pecado en su vida lo que lo descalifica para el ministerio, sino que usted conviva con lo que claramente es pecado.
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