Sustento vital
por Christopher Shaw
La Palabra de Cristo posee un peso y una autoridad sin igual
Versículo: Hebreos 1:3
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1:3 El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la *derecha de la Majestad en las alturas.
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La clara diferencia entre los profetas de antaño y este nuevo mensajero, el Hijo de Dios, se ve remarcada en la autoridad que posee: «Él», afirma el autor de Hebreos, «sostiene todas las cosas por la palabra de su poder» (NBLH). Los profetas dieron muchas señales de que Dios respaldaba su vida. Una de las más dramáticas es la de Elías frente a los sirvientes de Baal. En su oración revela que el desafío nace de una idea del Señor, pues no duda en declarar: «he hecho todas estas cosas por palabra Tuya» (1 Reyes 18.36). Y cuán tremenda revelación del poder de la palabra de Dios llegó a ser aquella contundente derrota sobre los adoradores de Baal. Jesús también pronuncia palabras que el poder de Dios respalda. El autor de Hebreos, sin embargo, se atreve a una afirmación aún más categórica. Por medio del poder de su Palabra Jesús sostiene todas las cosas. Para entender el significado de esta declaración quizás nos sirva la imagen que presenta el apóstol Pablo acerca de Cristo, a la diestra del Padre, que intercede por nosotros (Romanos 8.34). En otra escena, lleno de malicia, el acusador se presentaba delante de Dios con el fin de conseguir su permiso para vulnerar la vida de un hombre santo, Job. No podía moverse sin el permiso del Altísimo. En la escena que describe Pablo, sin embargo, la presencia de Cristo ante el Padre es la de uno que argumenta a favor de nosotros. El conocimiento íntimo que ha adquirido de lo que significa habitar en un mundo caído lo lleva a rogar al Padre que nos extienda toda la ayuda, compasión, misericordia y gracia necesarias para afrontar, con éxito, los desafíos de cada día. Podemos imaginar que el resultado de esta intercesión es que el Padre accede a los pedidos que encuadran con su perfecta voluntad. El Hijo, en consecuencia, emite instrucciones y realiza proclamas que permiten que la voluntad del Padre sea hecha en la tierra como en los cielos. La creación y sus criaturas se mantienen en pie por la Palabra de aquel que ha recibido toda autoridad. Esta Palabra, entonces, contiene un peso y deja un impacto que ninguna otra palabra puede conseguir. Alcanzamos a ver, apenas, una pequeña demostración de su poder cuando observamos a Jesús durante su peregrinaje terrenal. Cuando Jesús habla, las multitudes se maravillan, los religiosos callan, los incrédulos creen, los cojos andan, los ciegos ven, las tempestades retroceden, el viento se aquieta, los enfermos sanan, los demonios huyen y los muertos resucitan. Su Palabra tiene más poder de lo que nosotros alcanzamos imaginar. Cuando escogemos someternos a esa Palabra, el poder de Cristo también se desata en nuestra vida y se manifiestan milagros, señales y prodigios que testifican de su presencia transformadora en nuestro interior.
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