Biblia

Poder indestructible

Poder indestructible

por Christopher Shaw

La vida construida por el Espíritu posee una cualidad que no puede producir la más ferrea disciplina carnal

Versículo: Hebreos 7:11-19

7:11 Si hubiera sido posible alcanzar la *perfección mediante el sacerdocio levítico (pues bajo éste se le dio la ley al pueblo), ¿qué necesidad había de que más adelante surgiera otro sacerdote, según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón? 7:12 Porque cuando cambia el sacerdocio, también tiene que cambiarse la ley. 7:13 En efecto, Jesús, de quien se dicen estas cosas, era de otra tribu, de la cual nadie se ha dedicado al servicio del altar. 7:14 Es evidente que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, respecto a la cual nada dijo Moisés con relación al sacerdocio. 7:15 Y lo que hemos dicho resulta aún más evidente si, a semejanza de Melquisedec, surge otro sacerdote 7:16 que ha llegado a serlo, no conforme a un requisito legal respecto a linaje *humano, sino conforme al poder de una vida indestructible. 7:17 Pues de él se da testimonio: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.» 7:18 Por una parte, la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz, 7:19 ya que no *perfeccionó nada. Y por la otra, se introduce una esperanza mejor, mediante la cual nos acercamos a Dios.

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El autor de la epístola sigue demostrando la inferioridad del sacerdocio Levítico en comparación con el sacerdocio según la orden de Melquisedec. El punto que establece, en esta extensa sección, es que no existe un lugar de convergencia entre una orden y la otra. Pertenecen a dos sistemas enteramente diferentes. Quisiera poner la mirada en este proceso de perfección, que ocupa un lugar central en el mensaje de Hebreos. En esto, acompaña uno de los conceptos centrales del Nuevo Testamento. De hecho, en un pasaje sumamente revelador, el apóstol Pablo declara que este es el objetivo final de su ministerio: «A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo» (Colosenses 1.28 – LBLH, itálicas añadidas). El cumplimiento de una lista de requisitos no puede producir en nosotros la transformación anhelada.La debilidad inherente de la ley es que conduce a los hombres a creer que la relación con Dios depende del cumplimiento de los puntos que figuran en una lista de requisitos. Esta postura resulta más que atractiva para la mayoría de nosotros, porque es más fácil dedicarse a tildar los ítems en una lista, aún cuando sea larga, que trabajar el indefinido y misterioso mundo de las relaciones. Una lista me permite a mí estar firmemente en control de lo que está pasando. Es posible que cumplir con la tarea exija esfuerzo, dedicación y sacrificio. ¡No importa! Estoy dispuesto a transitar el camino que sea necesario siempre y cuando la conducción del proceso esté en mis manos. Esta es la razón por la que, en el marco de la iglesia, tantos creyentes han reducido la relación con Cristo a una lista de actividades: Asistir al menos a un culto por semana, ser fiel en el diezmo y las ofrendas y cumplir con el devocional diario. Otros le suman más actividades, porque esta lista les parece demasiado escueta. El autor de Hebreos es categórico en cuánto a la efectividad de la ley a la hora de lograr la perfección. La tilda de «inútil e ineficaz». Son dos términos descalificadores. La palabra «inútil» indica que carece de fuerza, es enfermizo y débil. Por eso es de poco provecho y hasta perjudicial. La compleja historia de Israel, con sus interminables infidelidades, demuestra cuán poco poder poseía la ley para torcer el rumbo de las vidas. ¿Cuál es el sentido de este punto que el autor desarrolla con tanta insistencia? Jesús no se levanta como sacerdote porque pertenece a una tribu, ni porque posea los atributos físicos para servir en ese rol. Surge como fruto del «poder de una vida indestructible». Esta es una alusión a la operación del Espíritu de Dios sobre su vida y nos indica claramente cómo debe producirse la perfección en nuestras propias vidas. En esta nueva orden, según Melquisedec, la ley de la carne ha sido desplazada por la ley del Espíritu. Nuestro esfuerzo solamente produce resultados cuando nos ubica en ese lugar de la vida donde el Espíritu tiene completa libertad para obrar en nosotros la perfecta voluntad del Padre.  

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