Magnífica Herencia
por Christopher Shaw
El legado que Cristo nos deja nos capacita para una vida plena y fructífera
Versículo: Hebreos 9:15
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9:15 Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto.
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La función de un mediador es obrar una reconciliación entre dos partes que están distanciadas. Debe remover los obstáculos que tornan imposibles una relación. En nuestro caso, el pecado se había constituido en una barrera insuperable para volver a conectarnos con un Dios cuya característica sobresaliente es la santidad. El sacrificio del Mesías no solamente hace posible que se restituya esta relación, sino que también nos permite acceder a la herencia eterna que Dios tiene preparada para sus hijos. El testamento solamente entra en vigencia ante la muerte del testador (ver versículos 16 y 17). En este caso, la muerte de Cristo permite que el testamento sea ejecutado. Cuando hablamos de nuestra herencia espiritual solemos limitarlo a la salvación No acostumbramos pensar en esta herencia en términos del presente. Más bien, nos hemos limitado a una futura expectativa de ser salvos en el día del juicio. El testamento, sin embargo, es eterno, según lo que señala el autor de Hebreos, es decir, está removido del plano que nosotros conocemos, en que el tiempo gobierna la vida de todo ser viviente. La eternidad del testamento que existía antes de que Cristo se vistiera de humanidad seguirá vigente mucho después de que esta Tierra, tal como la conocemos, haya desaparecido. Por su carácter eterno tiene injerencia sobre el presente. De hecho, tiene tanto peso para nuestras vidas que el apóstol Pablo se siente impulsado a clamar por la iglesia: «Mi oración es que los ojos de su corazón les sean iluminados, para que sepan cuál es la esperanza de Su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos…» (Efesios 1.18 – NBLH). ¿Cómo se ve la vida de una persona que no es consciente de su herencia en Cristo Jesús? El hermano del hijo pródigo es el triste ejemplo de la pobreza espiritual que resulta de desconocer las riquezas de las que disponemos. Trabajaba, amargado, para eventualmente acceder a algo (al igual que muchos de nosotros) de lo cuál ya era dueño. ¡Esto sí que es trabajar en vano! Nuestra responsabilidad es escudriñar las Escrituras para tomar consciencia de TODO lo que hemos heredado, en Cristo Jesús. La lista es larga, los tesoros incontables. No obstante, menciono los más sobresalientes. Tenemos posibilidad de ser partícipes de la naturaleza divina (2 Pedro 1.4). Hemos recibido vida y estamos sentados en los lugares celestes (Efesios 2.5-6). Tenemos autoridad sobre los espíritus inmundos (Marcos 3.15). Hemos recibido dones para bendecir a otros (1 Corintios 12.7). Hemos sido libertados del pecado (Gálatas 5.1). Contamos con la asistencia, las 24 horas al día, del Espíritu (Juan 14.16). Tenemos acceso ilimitado al Lugar Santísimo (2 Corintios 3.17-18). Hemos sido bendecidos con la paz de Cristo (Juan 20.19-21) y con un gozo que nadie puede quitarnos (Juan 16.22). ¡Cuánta riqueza! Realmente no hay razón alguna por la cual un hijo o una hija de Dios esté viviendo en un estado de indigencia espiritual. En Cristo, ¡somos más que vencedores! Nadie ni nada podrá arrebatar de nuestras manos la magnífica herencia a la que accedemos por medio de su sacrificio.
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