En el museo de la fe: Rahab
por Christopher Shaw
Por la fe logramos echar mano de algo que no poseemos en el presente, pero que necesitaremos en el futuro.
Versículo: Hebreos 11:31
Leer versículo
Ocultar versículo
11:31 Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías.
Leer todo el capitulo
La presencia de Rahab en el museo de la fe francamente nos da vergüenza. El autor de Hebreos no esconde la «profesión» que ejercía: prostituta. Nuestros prejuicios evangélicos no encuentran cómo acomodarse a la mención de Rahab como ejemplo de la fe, cuando se ganaba la vida vendiendo su cuerpo a cualquier hombre con ganas de tener sexo. Sentimos que una cosa es incompatible con la otra. No obstante, allí está Rahab. Al lado de gigantes como Abraham, Moisés, Daniel y David. Pero también acompaña a hombres que cometieron gruesos errores en la vida, tales como Abraham, Moisés, Jacob y David. ¿Qué intenta decirnos el autor de la epístola? La vida de fe no está reservada para los pulcros, ni tampoco para los que viven vidas intachables. Por supuesto, la meta de todo cristiano debe ser crecer en una vida de santidad y compromiso con el Señor. A mayor entrega, más útiles seremos como instrumentos en las manos del Señor, simplemente porque un vaso limpio de toda inmundicia permite que el Espíritu fluya con mayor libertad a través de él (2 Timoteo 2:21). Lo que nos anima es que personas ordinarias como nosotros, con carencias y debilidades, también podemos ejercitar la fe. Un hijo pródigo, fracasado y arruinado puede emprender, por la fe, el camino hacia casa. Un Zaqueo, deshonesto y mercenario puede, por la fe, responder a la propuesta de Cristo.La fe no está reservada solamente para los pulcros e intachables Rahab entra dentro de esta categoría. Es una mujer que vive en una sociedad pagana y que ha caído en las prácticas más despreciables, aun dentro de su propia cultura. Pero comprendió, en medio de ese ambiente de tinieblas, que Dios estaba con los israelitas. Cuando habló con los dos espías les dijo: «Sé que el Señor les ha dado esta tierra. Todos tenemos miedo de ustedes. Cada habitante de esta tierra vive aterrorizado». (Josué 2:9 – NTV). No poseía ninguna formación cristiana, ni entendía los rudimentos de la fe, pero percibía que los israelitas poseían algo que ella no poseía. Al mirar hacia el futuro (porque la fe siempre revela lo que no existe en el presente) vislumbraba la destrucción de Jericó, no por el poderío del ejército israelita, sino por la grandeza del Dios que seguían. Esta visión la impulsó a hacer alianza, por fe, con los que iban a conquistar su nación: «Ahora júrenme por el Señor que serán bondadosos conmigo y con mi familia, ya que les di mi ayuda. Denme una garantía de que, cuando Jericó sea conquistada, salvarán mi vida y también la de mi padre y mi madre, mis hermanos y hermanas y sus familias» (Josué 2:12-13 – NTV). En el momento fue un acto de absoluta valentía. Corría peligro de que la descubrieran y ejecutaran. Creyó, sin embargo, que alinearse con Dios era mejor que permanecer fiel a un pueblo condenado a la destrucción. Y cuando cayeron los muros, su fe fue premiada.
© Desarrollo Cristiano Internacional 2013. Se reservan todos los derechos.