Después del sexto día de la creación, el Señor Dios deliberadamente dejó de trabajar. . . .
Descansó. Tome nota especial de eso. No fue que no había nada más que podía haber hecho. Por cierto no fue porque estaba agotado; ¡la omnipotencia jamás se cansa! No es que se le habían acabado las ideas, porque la omnisciencia no conoce limitación mental. Él podía fácilmente haber hecho muchos más mundos, creado un número infinito de otras formas de vida, y provisto múltiple millones de galaxias más allá de las que hizo.
Pero no lo hizo. Se detuvo.
Y pasó todo un día descansando. Es más, «bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó,» algo que no hizo en los otros seis días. Marcó este día como en extremo especial. No era como los demás. Me suena como que Él hizo un día en que descansó un período «prioritario» de tiempo.
Tomado del libro Sabiduría Para el Camino (Nashville: Grupo Nelson, 2009). Copyright © 2016 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.