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En los renglones de esta oda a la excelencia de la mujer, Lemuel expresaba su gran admiración por alguien que él conocía. Obviamente, él escribió basado en una observación personal de alguien muy especial, quizás su propia esposa o su madre.

La palabra hebrea que se traduce como “esposa” viene del término general “mujer”. El sabio describió a la mujer virtuosa como esposa y madre porque, en su cultura, la mayoría de las mujeres era ambas cosas. No obstante, los rasgos de carácter que él menciona siguen siendo aplicables a todas las mujeres sin importar sus circunstancias. La retórica del poeta hace la pregunta “¿quién la hallará?”. Y la comparación que él hace de esta mujer con una piedra preciosa enfatiza el hecho de que una mujer realmente virtuosa es difícil de encontrar. Un esposo sabio debe apreciar totalmente el valor de su compañera.

Confía en ella el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. La recompensará con bien y no con mal todos los días de su vida. . . Es conocido su marido en las puertas de la ciudad, cuando se sienta con los ancianos del país. . .  Se levantan sus hijos y la llaman: “Bienaventurada”. Y su marido también la alaba: “Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú sobrepasas a todas” (31:11, 12, 23, 28, 29).

Nota la afirmación y respeto de estas palabras. Allí podemos ver un compañerismo especial entre el esposo y la esposa. Esta mujer sirve al lado de su esposo como fiel compañera. Él, por ende la elogia en público y la afirma en privado. Él se asegura de que sus hijos aprecien su bondad.

Reflexión
La mujer virtuosa es una compañera digna de confianza en el matrimonio y en los negocios. ¿Qué puede hacer en su relación para cultivar esa confianza? ¿Su familia, sus amigos, y sus colegas le consideran digno de confianza? Si no está seguro, pregúnteles.  

 

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