Sin salirse de la raya
Después de que Salomón nos ha convencido de la importancia de resguardar nuestros corazones, nos pide que realicemos tres acciones prácticas específicas. Ayer consideramos la primera: debemos ignorar las direcciones incorrectas (v. 24).
Tal como lo dijimos antes, si alguien que conoce le da información que contradice el mapa bíblico aléjese de él y no mire atrás.
El día de hoy, continuaremos con la ilustración del viaje que Salomón utiliza para aprender cómo enfocar nuestra mirada en el destino (v. 25) y mantenernos en la senda (vv. 26, 27).
De vez en cuando, es bueno subirnos al auto e ir en cualquier dirección disfrutando la libertad de no tener un destino en particular. Sin embargo, si le dice a su familia que saldrán de viaje, debe tener un destino específico en mente y, por supuesto, una razón importante para hacerlo. Tal vez sea como yo. A mí me gusta planear dónde nos quedaremos en la noche y dónde encontraremos alimento, combustible y baños. Antes de la tecnología GPS, yo solía marcar la ruta en un mapa y enfatizar los lugares de interés adonde iríamos. Ahora utilizamos el GPS para hacer eso. El punto aquí es que nosotros, como creyentes, tenemos un destino: la voluntad revelada de Dios. Y ese destino determina la ruta que queremos seguir en la vida. Escuche las palabras de aliento de Salomón: «Dirige tu vista a lo que está frente a ti» (v. 25) y «no te apartes» (vv. 26, 27).
Usted resguarda la fortaleza de su corazón conociendo su destino y enfocando su atención en el lugar a donde va. El mapa le ha indicado el curso correcto así que, durante el viaje, manténgase en esa dirección. Permítame ilustrar esto con un ejemplo de la vida real.
Un joven se graduó de la secundaria con el sueño de convertirse en oficial de policía. Asistió a una universidad cerca de su hogar, donde se inscribió para obtener un título en derecho criminal. Durante su primer de estudio, desvió su curso metiéndose en fiestas y enredos. En una ocasión, alguien le dijo que quitara las placas a un auto policial y se las llevara a su dormitorio como decoración. El chico aceptó el desafío y empezó a robar más placas de autos policiales. En pocas semanas, tenía más de veinte en su dormitorio.
Lo inevitable ocurrió. Después de una inspección rutinaria de su cuarto, fue arrestado. Durante esa noche en la cárcel, tuvo que enfrentarse a varios policías. Su sueño de convertirse en un oficial de policía casi acabó allí. Las ciudades no quieren emplear oficiales que tengan un historial criminal. Afortunadamente, el juez le dio una oportunidad de limpiar su historial a cambio de muchas horas de servicio comunitario. Años después, se graduó y tuvo una carrera distinguida como oficial de policía. Este joven casi pierde su sueño. Había olvidado momentáneamente su destino y su insensatez puso en peligro su futuro.
Usted tiene un destino. Dios le creo con un propósito específico (Salmos 139: 13-16). Dios no le llama solo a caminar justa y obedientemente sino también a cumplir su destino. Por lo tanto, es vital que resguarde su corazón mediante el conocimiento personal de Dios, discerniendo su voluntad revelada, alejando cualquier cosa que le distraiga de su llamado y caminando firmemente en la senda que Él le ha trazado. Proteja su mente y no acepte nada menos que lo mejor de Dios.
Reflexión
¿Cuál es el propósito de Dios en su vida? Si su llamado es su destino, ¿A dónde va? ¿Qué le está desviando de la dirección correcta? ¿Qué debe hacer para volver a estar en curso?
Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2015 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.