El rico y Lázaro, Parte II

por Ministerios Alfa y Omega, Inc.

Sermón basado en Lucas 16.19–31

Punto 3. (16.23–31) Vida eterna: Existían diferencias en la eternidad.


Se comparan diez hechos aquí:



1. El rico estaba en el infierno; Lázaro estaba en el paraíso. (vea el anexo #3: El paraíso y el infierno, Lc 16.23)



a. La muerte arrebató del hombre sus comodidades, sus placeres y todos aquellos bienes de su vida terrenal. Estaba inmediatamente en el infierno, en el lugar de miseria y tormento. (Vea anexo #3: El paraíso y el infierno, Lc 16.23.) Lea también Mateo 25.46; Apocalipsis 14.11



b. El rico no tenía un lugar en el paraíso. ¿Por qué? Porque había vivido en un paraíso terrenal, mientras otros estaban hambrientos, enfermos, discapacitados, con frío, sin ropas, sin alguien que los rescatara y hasta moribundos.


Él, por su parte, había poseído los «bienes» de la vida, mientras que otros no habían tenido nada. Él siguió atesorando más allá de lo que realmente necesitaba, todo por el deseo de ser reconocido por las personas.


Se había hecho justicia. Él no tenía un lugar en el paraíso de amor y justicia. Merecía ser atormentado y dejado sin ninguno de los «bienes» porque se había rehusado a mitigar los tormentos de aquellos que estaban aquí en la tierra.



El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no será oído. Proverbios 21.13



2. El rico sólo vio la gloria; Lázaro estaba compartiendo y experimentando la gloria. Fíjese en tres aspectos.



a. El hombre rico podía ver el paraíso, sin embargo, estaba muy lejos de su alcance.



b. El hombre rico podía ver a Abraham y a Lázaro en el paraíso. Vio toda la gloria, comodidades, perfección y alegría del paraíso. Vio a Lázaro, aquel hombre que había rechazado y tratado como un ser inferior. Observó a Lázaro en la gloria y perfección de los cielos, y tuvo envidia y lamentó lo que vio. Lucas 13.28



c. Fíjese que Lázaro parece no percatarse del infierno. Vivió solamente en el paraíso, en la gloria y perfección de Dios. 1 Corintios 15.53



3. El rico estaba dolorosamente solo; Lázaro tenía compañía. No se dice nada acerca de otra alma alrededor del hombre rico. Estaba ahí solo, sin nadie con quien hablar. Solamente veía gente en el paraíso. Esta es una imagen dramática para aquellos que están perdidos en este mundo y que piensan que van a tener compañía en el infierno. La realidad presentada por Cristo es que una persona será atormentada por la soledad, que la persona…


• estará sola


• no verá a nadie


• no sentirá la presencia de nadie


• será separada de los demás


• estará desconsolada


• estará desolada



Lázaro tenía la compañía de Abraham y de todos los santos. Cristo ya había enseñado este punto a los «trabajadores de la iniquidad». «Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros [los trabajadores de iniquidad] estéis excluidos» Lucas 13.28



4. El hombre rico sentía que se quemaba; Lázaro tenía agua. El contraste aquí es bastante dramático. El rico se estaba quemando por tanta miseria y dolor de la «llama» (la ira de Dios), por eso, suplicó por misericordia. Si no podía ser librado de la llama y de la miseria, entonces tal vez podría obtener una sola gota de agua para sentir por un momento algo de frescura. Miró a Lázaro, él tenía agua; tenía la frescura que necesitaba para refrescar su cuerpo. Lucas 3.17; Apocalipsis 22.1



5. El hombre rico era atormentado; Lázaro era consolado. (vea el anexo #4: Infierno y tormento, Lc 16.24). Lea Mateo 8.12, 13.42; Apocalipsis 20.15



6. El hombre rico recordaba su estilo de vida anterior; Lázaro estaba en silencio.



a. El rico tuvo lo que quiso cuando vivía en la tierra. Recibió sus «bienes» (lo que él consideraba bienes) durante su vida, y vio que Lázaro tuvo sus «males». Recuerde que él no lastimó, golpeó o persiguió a Lázaro; pero tampoco lo ayudó. Él pudo haberlo ayudado porque tenía la capacidad y un banco lleno de dinero; pero no lo hizo. Por eso, mantuvo a Lázaro abajo y abandonado en este mundo. Vio que Lázaro tenía «males» aún cuando él pudo haberlo ayudado.



b. Lázaro no era responsable de los males que cayeron sobre él. Lázaro soportó los males de este mundo por distintas circunstancias y por hombres como el rico que rechazaron, ignoraron y abusaron de él.



c. El rico recordó…


• sus pecados (sus comodidades, su tranquilidad, su desenfreno, sus placeres y sus extravagancias).


• las oportunidades que perdió (ayudar a Lázaro).


• que no reconoció a Dios, a su Palabra, a Lázaro y a todos aquellos que estaban necesitados.


• sus fallas al buscar la verdad (He 11.6).


• que rechazó advertencia tras advertencia.



7. El hombre rico iba a quedarse en el infierno; Lázaro en el paraíso. No había forma de pasar del infierno hacia el paraíso, o viceversa. Había un abismo permanente, y estaba ahí por un propósito: no permitir el paso a nadie. El pecador, que escoge separarse de Dios y del paraíso, obtiene su deseo. Mateo 13.30, 13.49, 25.46



8. El rico estaba angustiado por sus seres queridos; Lázaro disfrutaba de la eternidad. El hombre rico tenía cinco hermanos. Les había dado tan mal ejemplo que ellos también estaban rumbo al infierno. Fíjese que el hombre rico expresa dos verdades:



a. El infierno es un lugar tan malo que ni aun todas las riquezas, comodidades y placeres de este mundo valen la pena. Cristo había dicho lo mismo: «Porque ¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?» Marcos 8.36



b. El infierno es un lugar tan malo que el mundo debe escuchar acerca de él para así huir. (Fíjese que Cristo comparte lo terrible que es el infierno y que debemos evitarlo a toda costa.)



El hombre rico sabía que sus hermanos tenían la oportunidad de escuchar la Palabra de Dios, la cual explicaba y los advertía acerca del futuro. Lázaro y los hermanos del rico eran muy diferentes. ¿Por qué? Porque él había creído en las Escrituras, confió en Dios y en sus promesas: «De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» Juan 5.24



9. El hombre rico suplicaba por otra oportunidad; Lázaro estaba silencioso y descansaba como lo prometen las Escrituras. El rico desde el infierno suplicaba por una nueva oportunidad. Esto es evidente al analizar sus palabras. Si Abraham le permitiera a alguien muerto levantarse y hablarle a los vivos, entonces el rico al menos hubiera podido suplicar. Él también hubiera obtenido una segunda oportunidad, una nueva y milagrosa señal, al menos así lo creía. Fíjese que Lázaro estaba en paz como lo prometen las Escrituras. Lázaro había creído y por eso obtuvo salvación.



10. El rico no podía interceder por su familia; Lázaro descansaba en la presencia de Dios. Fíjese en la respuesta de Abraham: «tampoco se persuadirán aunque se levantare de los muertos».


  • Solo un Hombre, el Señor Jesucristo, se ha levantado de la muerte, y aún así los hombres siguen sin creer. No creen por falta de señales, sino por amor al mundo con todas sus criaturas, comodidades, reconocimientos, desenfrenos, egoísmo, placeres y honores. Romanos 2.5
  • Las Escrituras y el testimonio de la resurrección del Señor son mucho más valiosos que el testimonio de un hombre muerto que se levanta en forma espectral y misteriosa. Juan 5.39; Romanos 4.24–25


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