por Marco A. Vega
Con este artículo continuamos con la serie del Terrorismo posmoderno, el pecado sexual. En el primer artículo el autor afirmó que como líderes necesitamos cuidarnos a nosotros mismos de ser presa de la sensualidad y servir al pecado con nuestra sexualidad. Para ello ofreció principios para que líder huya por su vida. En este segundo artículo, el autor saca a luz las verdades, que se oponen al terrorismo del sexo, que motivan al joven a huir por su vida.
Osama Bin DiabloTerrorismo posmoderno: El pecado sexual, segunda parte: Motivémoslos a «huir por sus vidas»
Quiero contarles cómo era yo cuando cursaba el cuarto año de la escuela secundaria. Acababa de cumplir dieciséis años de edad y era, hasta ese momento, «virgen», en palabras más populares, era un «pollito», «tonto», «miedoso» o en el peor de los casos, «homosexual». Esas eran las etiquetas que recibía por el sencillo hecho de que a esa corta edad todavía no había tenido relaciones sexuales. Por supuesto, nadie lo sabía. Para mis compañeros de grupo yo era todo un sex simbol (símbolo sexual), porque constantemente me escuchaban contar todas mis experiencias sexuales elaboradas por mi productiva imaginación. Les describía cómo conquistaba a las mujeres más hermosas del universo (en realidad, así eran las que veía en las sucias películas que frecuentemente miraba).
Era de suponer, por semejante popularidad (según el «sanedrín» colegial), que sería proclamado el líder de mi grupo. Por conocer de todo lo referente a las relaciones sexuales, todos mis compañeros me veían como el campeón, el ejemplo digno de imitar. ¡Qué gran farsante! En poco tiempo me convertí en el líder modelo de mi grupo, sin haber estado desnudo, ni una sola vez, con alguna mujer. ¡Ni siquiera con ropa! (aclaro que me daba terror solo imaginármelo).
La estrategia de engaño me funcionó de maravilla. Me atrapó a mi también. No pasó mucho tiempo para que dentro de mí se gestara y creciera un deseo profundo, casi diabólico, inmundo y terrenal por llevar a plena acción mis mentiras. No pasaba ni un solo minuto en el cual no pensara en las relaciones sexuales.
Imaginaba constantemente el momento. Lo soñaba. Creaba en mi mente la escena en que sostenía relaciones sexuales con cada compañera del grupo, con cada amiga, hasta con algunas madres jóvenes que veía pasar por el barrio. Toda esta fantasía era estimulada, un poco, por las películas ya fueran eróticas como «inocentes». Alimentaba mi deseo con la televisión, revistas y películas, ya que en cada una de ellas aparecían hermosas mujeres. En los inocentes anuncios de jabones, llantas, cosméticos, agua, aparecían ellas con ellos (me refiero a sus hermosos cuerpos); en todo caso el sexo vende, y eso no lo podemos negar. Cabe destacar que en mi colegio la pornografía corría tan fácil como el agua. Conseguir películas pornográficas era muy sencillo, ¡ya ni se diga de las conversaciones acerca de sexo que nos «alimentaban» todos los días a todos los del grupo.
Nunca busqué ayuda porque no lo consideraba un problema, por el contrario, era algo normal para todo el mundo, ¿Por qué para mí no? Casi todas las canciones que escuchaba hablaban de relaciones sexuales en cualquiera de sus formas, de viejos moteles u hoteles de paso, de tamaños, formas, colores y sabores de las relaciones. Casi setenta por ciento de mis compañeros habían tenido, al menos, una experiencia sexual de importancia y ¡yo no!. Bueno, habían algunos que eran vírgenes hasta de la boca; ¡nunca habían besado a nadie! Eso era mucho más terrible; casi merecían ser apedreados esos pobres desdichados. Como añadidura, mi hogar no era, ni siquiera, la sombra de un hogar, mucho menos un lugar para pedir consejo.
Además de todo esto se sumaba una situación más difícil de controlar. Cientos de muchachas, casi desnudas, caminaban todos los días por las calles, en el mismo colegio, ¡en la iglesia a la cual asistía! ¡Aunque usted . no lo crea!, asistía a una iglesia y cantaba todas las canciones, oraba, levantaba las manos al cielo, tenía muchos dones reconocidos (recordemos que la presencia de los dones no significa santidad) y un grupo de amigos incomparables. Ahora mi tentación o mis piedras de tropiezo se habían convertido en ombligos y piernas de tropiezo eclesiales. Mujeres que no se ponían la ropa sino que literalmente se la untaban y algunas se presentaban así en el altar para ministrar vale resaltar que hoy día todavía se siguen untando la ropa. (No estoy en contra de que cuando las mujeres se vistan se vean hermosas, pero sí totalmente en contra de que su vestimenta despierte en cualquier hombre incluidos los santos la lascivia.)
En el primer artículo de esta serie se trató directamente sobre la trascendencia que tiene para el líder de jóvenes cuidar su sexualidad y su corazón con base en su temor a Dios. A la luz de dos casos típicos se sacaron principios prácticos para que el líder aprenda a «escapar por su vida». Cada uno de estos principios requieren de nuestra parte toma de decisiones valientes y de calidad decidir entre lo que tiene valor eterno y lo que más me produce placer, decisiones precisas, oportunas y desafiantes, que sean exitosas en hacernos huir de todo peligro sexual.
En el presente artículo se sacan a luz cuatro verdades que se oponen a las mentiras que controlan a nuestros muchachos. El conocimiento de ellas los ayudarán a huir de las trampas de Osama Bin Diablo. Porque ¿habrá forma de librarse de un campo minado?, ¿es posible enseñar a nuestros jóvenes a soportar la tentación sexual?, ¿existe indumentaria especial, como la que usan los soldados en las guerras, capaz de resistir los ataques del enemigo?, ¿es posible vivir en santidad siendo joven, en un mundo donde prácticamente a todo le han dado una significación sexual? ¿Estarán nuestras iglesias llenas de adolescentes que son como explosivos sexuales, que no han explotado solo por falta de oportunidad?
Es necesario que, como líderes de jóvenes o padres de adolescentes, consideremos algunas verdades básicas que nos ayudan a tratar eficazmente las presiones sexuales bajo las cuales viven nuestros jóvenes. Si Osama Bin Diablo mete sus manos en cualquier relación (le aseguro que ese es su trabajo diario: matar, robar y destruir corazones de jóvenes enamorados) dicha relación estará destinada al fracaso. Sobre todo si nosotros lo permitimos. Es nuestra obligación, entonces, ayudar a nuestros jóvenes a que «huyan por sus vidas».
Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra huir significa: «Apartarse deprisa, por miedo o por otro motivo, de personas para evitar un daño, disgusto o molestia alejarse velozmente apartarse de una cosa mala o perjudicial; evitarla.» Y ese precisamente es el punto, debemos alejarnos con presteza y agilidad, veloz y rápidamente, con prontitud y apremio, con sentido de urgencia, de emergencia, con sentido de «¡ahora o nunca!». El mejor ejemplo para esto es la famosa caricatura del Correcaminos. No ha llegado todavía el Coyote cuando, del Correcaminos, solo se logra ver la gran nube de polvo que se levanta cuando escapa. Igual debiera pasar con nuestros jóvenes. Necesitan los «autos» ideales para que, en cuanto vean la tentación, puedan meter el pie en el acelerador hasta el fondo y a toda velocidad «escapen por sus vidas». Lo invito a subirse a mi auto y juntos enseñemos a nuestros jóvenes a conducir en dirección contraria a la tentación. Como un «rápido y furioso» en contra del sistema.
Antes de sacar a la luz las verdades que motivan a la huida, es necesario que nosotros, los líderes, conozcamos tres verdades sobre la realidad de nuestros jóvenes:
Tres verdades sobre la realidad de nuestros jóvenes
1. Los jóvenes son el blanco de la misión destructora del mundo.
El mundo se aprovecha de la sexualidad y la explota. Busca siempre cuerpos esculturales para enviar mensajes directos de cuál debiera ser el ideal del comportamiento sexual. Ve y promueve las relaciones sexuales pre y extra matrimoniales como naturales y normales, buenas, excitantes, necesarias y actuales.
Luchamos contra ese sistema, pero en muchos casos somos cómplices de él. Hemos dejado a nuestros muchachos solos y sin respuestas a sus inquietudes. La mayoría de ellos han sido educados por el televisor, por sus compañeros de escuela o por sus mejores amigos, que siempre tendrán respuestas a sus preguntas más inquietantes.
La ventaja que nos lleva el mundo hace que la lucha no sea fácil, pero eso sí no la hace imposible. Nuestra tarea es inculcar los valores del Reino que se contraponen a los antivalores del mundo que los muchachos viven a diario.
Nuestra ayuda
Ellos requieren relaciones de amistad más que liderazgo legalista. Necesitan oídos más que castigos o disciplinas. Necesitan acompañamiento más que una reunión por semana en la iglesia. Necesitan ser comprendidos y recibir respuestas a sus preguntas más que solo escuchar prédicas. Si nosotros no les damos esas repuestas, otros se las darán. Necesitan modelos que seguir. Pero esos modelos deben estar dispuestos a invertir el tiempo para que sus muchachos los sigan. Como mi experiencia personal en el colegio, ellos necesitan desahogar sus presiones y escuchar buenas razones. Nunca tuve a quién contarle mis ansiedades, y terminé inventando historias.
2. Los jóvenes necesitan aceptación y pertenencia.
Ellos necesitan ser aceptados y saber que los demás aprueban lo que hacen. Esta necesidad, en la mayoría de los casos, los lleva a buscar la aprobación de sus amigos porque se sienten entendidos por ellos (en otras palabras, los aceptan tal como son). Y por supuesto, buscan pertenecer a algún grupo, lo cual los obliga a realizar prácticas que dicho grupo sostiene como fundamentales. En este caso las relaciones sexuales prematrimoniales.
Nuestra ayuda
Gánese el corazón de los jóvenes. Ganarse su corazón significa darles un margen para que ellos tengan la oportunidad de equivocarse sin temor a la censura. Significa darles responsabilidades mayores que los comprometan con ellos mismos, con la sociedad y con Dios. Significa meterse en el mundo de ellos y caminar con sus zapatos. Significa que abramos nuestro corazón con sinceridad. Solo de esa forma cosecharemos de ellos sinceridad. Una historia de mi pasado puede lograr en ellos una apertura de su presente.
3. Los jóvenes tienen caras de niños con almas de hombres.
Siempre saben más de lo que imaginamos e incluso de lo que estaríamos dispuestos a creer. Una maestra se encontró en el baño a un grupo de cuatro niñas de 5 años de edad, de su propio grupo, tocándose mutuamente sus órganos genitales. Cuando le contaron a las madres, tres de ellas dijeron que «no podía ser verdad, que seguramente la maestra se había equivocado».
Cuando yo tenía diecisiete años de edad, mi madre pensaba y hablaba de mí como el hijo modelo; estudioso, cristiano, trabajador e inocente. (Por favor, relea la primera parte, la historia que comparto es la mía.
Nuestra ayuda
Hablemos en el idioma de ellos. Claro, directo, en español y con los nombres correctos de los órganos, relaciones, verdades y mentiras que dirigen nuestras acciones.
Con los puntos anteriores en mente, estamos preparados para trabajar una serie de principios para enseñarles a «huir por sus vidas».
Cuatro verdades que motivan a nuestros jóvenes a «huir por sus vidas»
1. Cada una de mis decisiones tiene consecuencias y soy responsable por ellas.
«Ten cuidado de ti mismo persiste en ello» (1 Ti 4.16) le dijo Pablo a Timoteo.
Debemos hacerlos responsables por las consecuencias de sus actos. Las razones deben ser explicadas en detalle. Por ejemplo:
a) Las relaciones sexuales antes del matrimonio son condenadas por Dios y reciben el nombre de fornicación (Gálatas 5.20).
b) Las relaciones sexuales fueron diseñadas por Dios para nuestro deleite pero dentro del marco del matrimonio. Fuera del matrimonio pueden ser peligrosas para la salud integral se expone a enfermedades venéreas.
c) Existe el riesgo del embarazo. Los hijos no son un juego, cambian la vida por completo y cuando no se está preparado se destruyen hogares, incluyendo siempre a los que vienen de camino.
d) Las relaciones sexuales implican entrega. Cuando las tenemos, aunque no seamos conscientes de ello, hemos decidido entregar nuestro ser en su totalidad. Las relaciones sexuales antes del matrimonio afectan integralmente todo nuestro ser. No somos solo cuerpos, tenemos alma, espíritu, sentimientos, somos seres sociales, éticos y morales. En otras palabras estoy entregando todo lo que soy.
e) Las relaciones sexuales prematrimoniales siempre dejan víctimas. No solo destruyes tu propia integridad, sino que también le robas la integridad a la otra persona. También se produce una cadena de daños posteriores. Ella o él comienzan a destruir, consecuentemente, otras vidas porque repiten una y otra vez sus errores.
f) Te aleja de Dios. Dice la Palabra que sin santidad nadie verá al Señor. La santidad es guardarse del mal para agradar a Dios. Cuando le damos rienda suelta a nuestras pasiones, corremos en dirección contraria de donde se encuentra Dios.
g) La pérdida de la dignidad es una de las pérdidas más difíciles de recuperar. Nos convencemos a nosotros mismos de que no tenemos valor alguno y que ya nada vale la pena. Por lo tanto el desenfreno de nuestras pasiones crece.
2. Potencialmente, soy capaz de decidir por cualquier acción vergonzosa
Ellos deben saber que no son inmunes a ningún tipo de maldad viciosa. Pueden llegar a ser los hombres más santos del mundo así como los más perversos. Todo radica en las decisiones de calidad que tomen. En este punto es importante enseñarles la teoría de HM, Huyo o Muero. Si entendemos el primer punto, en donde afirmamos que las relaciones sexuales antes del matrimonio afectan la integridad de nuestro ser, Huir tiene, entonces, mucho sentido. Se huye de lo que nos puede dañar.
Una mosca estaba afuera de un restaurante y veía que sus amigas moscas entraban pero no salían. Adentro del restaurante habían colgado en el techo una trampa mata moscas. Cada mosca que se paraba en la trampa explotaba por electricidad. Esta valiente mosca dijo que sus amigas eran torpes, que eran como animales, mas en cambio ella sí podía entrar y volver a salir sin un solo rasguño. Así que decidió entrar, entró pero tampoco salió.
3. La tentación nunca me acecha con cachos y tridente
Un evangelista internacional decidió tener relaciones sexuales con una prostituta. En medio del acto sexual ella le miró fijamente a los ojos y de su boca salieron varias voces que le dijeron en coro: «¡Así te quería ver evangelista !» (¿lo notó?, estaba endemoniada).
Si esta misma «diabla» se le hubiera aparecido a este hombre en pleno cortejo, le aseguro que, ni loco, se hubiera acostado con ella. Debemos ser cuidadosos, porque la tentación casi nunca vendrá con cara de diablo (le aseguro que del susto la gente correría a los pies del Señor). Por el contrario, la tentación es muy sutil, siempre está disfrazada de bueno. Pregúntele a Sansón, José, David o Salomón, que tuvieron ante sí tentaciones diabólicas con caras de ángel.
4. Es mejor amanecer en los regazos del Señor que en las piernas de alguna Dalida
No es que a los jóvenes no les guste orar, es que no tienen modelos para seguir. Las prácticas que desarrollan la fe, deben enseñarse por el placer de hacerlas no por la imposición. Con esto me refiero a que los muchachos necesitan tener una motivación adecuada en cuanto a la oración, la lectura de la Palabra y el ayuno. Se les debe enseñar el placer que se experimenta cuando se comparte a diario con el Dios de los cielos.
Con qué limpiará el joven su camino, con guardar la palabra del Señor. No hay nada más eficaz en cambiar la vida de los jóvenes que nuestro ejemplo de cómo entrar en la presencia de Dios. Su sola presencia es mejor que mil consejos. Ahora imagínese qué no harían la Presencia de Dios y sus buenos consejos.
Un último consejo
Necesitamos líderes y padres con la actitud de Juan el Bautista. Él vino para hacer volver el corazón de los padres a los hijos y el de los hijos a los padres. Ese debe ser el corazón de nuestras enseñanzas. Deben estar enfocadas en la unidad entre padres e hijos. Por supuesto, esto requiere en muchos casos un trabajo de fondo con los padres.
En esta nueva generación de jóvenes hay muchos que están experimentando exactamente quizá en peores situaciones la historia que les conté al iniciar el artículo. Es mi oración que los consejos aquí citados puedan ser aplicados para solventar las situaciones que como padres y líderes vivimos a diario.
Haga click AQUI para leer el primer artículo de esta serie. Osama Bin Diablo, Parte I: ¡Huyamos por nuestra vida!