Biblia

El día del Señor (primera parte)

El día del Señor (primera parte)

por Alpha-Omega Ministries, Inc.

Texto bíblico: 1 Tesalonicenses 4.13–18, 5.1–3


Introducción:


Este pasaje expone un asunto que intriga a las personas y ofrece la más gloriosa esperanza para el hombre y el mundo. El tema es el regreso de Jesucristo a la tierra y la resurrección de los muertos. Las personas deberían estudiar y prestar atención a este tema ya que el regreso del Señor no sólo traerá bendiciones a los creyentes, sino también dará inicio al más terrible juicio que caerá sobre los no creyentes.


Bosquejo de la enseñanza:

  • Trasfondo: la preocupación de los creyentes (v.13).
  • Los muertos en Cristo: ¿Resucitarán?
  • El dolor de los creyentes
  • Las personas sin esperanza
  • Acontecimiento 1: La resurrección de los creyentes fallecidos en Jesús (v.14–15)
  • Los creyentes que han muerto están con Cristo
  • La muerte y resurrección de Jesucristo prueba que los creyentes que han partido regresarán con él a la tierra
  • La Palabra de Dios da fe de que los creyentes que ya han partido regresarán con Cristo a la tierra
  • Acontecimiento 2: El regreso de Jesucristo y la resurrección de los creyentes (v.16–17a)
  • La espectacular aparición del Señor
  • El orden de los eventos: los muertos se levantarán primero; luego los vivos
  • Los creyentes estarán unidos por la eternidad
  • Acontecimiento 3: El tiempo del regreso del Señor (v. 5.1–3)
  • Un día de un acontecimiento repentino e inesperado
  • Un día de seguridad falsa
  • Un día de destrucción
  • Un día de «dolores como a la mujer encinta»
  • Un día sin escapatorias

  • Puntos a desarrollar:


    Punto 1. (4.13) Trasfondo: La preocupación de los creyentes en Tesalónica tenía que ver con aquellos creyentes que habían fallecido. Se preguntaban si sus seres queridos fallecidos formarían parte de la resurrección cuando Cristo regresara a la tierra.


    Recuerde que la iglesia de Tesalónica tenía muy poco de haber sido fundada. También fue amargamente perseguida y estaba bajo un feroz ataque. Algunos creyentes murieron y otros hasta fueron martirizados, y Cristo nada que regresaba. Por eso, esperaban ansiosamente la gloriosa aparición de Jesucristo. ¿Los creyentes iban a resucitar cuando Cristo volviera? Los creyentes en Tesalónica conocían el evangelio igual como lo conocemos nosotros. El evangelio proclama que Jesucristo regresará a la tierra para recibir a los creyentes. Cuando él vuelva a la tierra, nosotros sabremos que…


    • los creyentes vivos serán levantados para recibir a Cristo en el aire.
    • toda la gloria, majestad, dominio y poder de Dios tendrá lugar en el cielo en la forma más espectacular jamás imaginada.
    • la unión y comunión más gloriosa entre los creyentes vivos se llevará a cabo alrededor de Cristo.
    • los creyentes que serán levantados experimentarán la transformación más maravillosa: sus nuevos cuerpos serán perfectos por siempre.
    • los no creyentes que se queden aquí en la tierra serán testigos del evento más espléndido jamás visto.

    Pero, ¿que pasará con aquellos creyentes que ya han muerto? ¿Qué ocurrirá con ellos? ¿Formarán parte del espectacular regreso de Jesucristo? ¿Tendrán el privilegio de presenciar la majestuosa demostración del poder de Dios y de estar en la gloriosa reunión de los creyentes vivos con Cristo? ¿Qué ocurrirá con sus cuerpos? Sabemos que los cuerpos de los creyentes que estén vivos cuando Cristo regrese, serán transformados. Ellos no serán enterrados ni se deteriorarán. Sin embargo, ¿que pasará con los cuerpos de los creyentes fallecidos? ¿No es cierto que esos cuerpos ya se han descompuesto, otros han sido esparcidos por todo el mundo y otros hasta han sido mutilados? ¿Van a formar parte en la gloriosa resurrección y transformación cuando Cristo vuelva?


    Al igual como ha ocurrido actualmente, cualquier cantidad de preocupaciones acerca de la resurrección surgieron en las mentes de los tesalonicenses. Fíjese que la palabra «preocupación» se usa en lugar de «pregunta». Los tesalonicenses estaban preocupados, y no curiosos, acerca de sus seres queridos que habían fallecido.


    Desafortunadamente, muchas personas quieren saber acerca del fin sólo por curiosidad y no por preocupación. El regreso de Cristo debería provocar en nosotros una preocupación bastante apremiante como ocurrió con los creyentes en Tesalónica. Pablo dice dos afirmaciones impresionantes a aquellos que están preocupados por la resurrección de los creyentes fallecidos cuando Cristo vuelva.


    Primero, no seamos ignorantes acerca de la resurrección. Estudiemos lo que Dios nos enseña y busquemos consuelo en la gloriosa esperanza que él nos da. Segundo, no se aflija excesivamente por los creyentes que mueran antes del regreso de Cristo. Obviamente podemos experimentar cierto dolor y angustia; sin embargo, no sufrimos como aquellos que no son creyentes y que no tienen esperanza. Ellos sí tienen razones por qué sufrir el más terrible dolor y angustia, pero nosotros no. Nosotros tenemos esperanza. William Barclay nos muestra la falta de esperanza de los no creyentes, y lo hace al citar varios escritores antiguos:


    • «Una vez que el hombre muere no hay resurrección» Esquilo
    • «La esperanza es para los vivos y no para los muertos» Teócrito
    • «Cuando nuestra efímera luz se esconde, la noche es para siempre y el sueño, eterno» Catulo
    • «No existía; me convertí; no soy; no me importa» Epitafio antiguo
    • «Irene a Taonnofris y Filo, consuelo para ustedes. Así como lo hice por Didymas, lamenté y lloré por el que partió. Todo iba bien, …sin embargo ante tales cosas uno no puede hacer nada. Por eso, consuélense unos a otros» Una carta antigua. [William Barclay. The Letters to the Philippians, Colossians, and Thessalonians [Las cartas a los filipenses, corintios y tesalonicenses], p.235f.)

    Los no creyentes no tienen esperanza. Sin embargo, el creyente si tiene una gloriosa esperanza. Por tanto, no nos lamentamos excesivamente por la muerte de los que amamos. No hay necesidad ya que se levantarán y los veremos con Dios y con nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Este es el glorioso mensaje para los seguidores de Cristo.


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