Biblia

El día del Señor (segunda parte)

El día del Señor (segunda parte)

por Alpha-Omega Ministries, Inc.

Texto bíblico: 1 Tesalonicenses 4.13–18, 5.1–3

Punto 2. (4.14–15) La resurrección de los creyentes: Estos versículos declaran enérgicamente que los creyentes fallecidos regresarán con Cristo. Existen pruebas para sostener este argumento.

  • Prueba uno: los creyentes que han muerto están con Cristo; viven con él.
  • Fíjese en la frase «con Jesús». Cuando Dios regrese, traerá consigo a los creyentes que han muerto. Ellos están en este momento con él. Esto es justamente lo que la Palabra nos enseña (Lu 23.43; 2 Co 5.6–8; Fil 1.23). Por eso, no debemos preguntarnos dónde están aquellos que ya han muerto. Cuando ellos fallecieron, fueron inmediatamente al paraíso o cielo para estar con el Señor, y nunca se separarán de él. Por tanto, cuando él regrese a la tierra, traerá consigo a todos los que han muerto en él.
  • Fíjese en la frase «durmieron en Jesús». La palabra «durmieron» no hace referencia a que la muerte es un estado semiconsciente, una existencia como la de un sueño profundo. Como ya se demostró, el creyente, cuando muere, pasa inmediatamente a estar con Cristo. «Dormir» es solamente una palabra suave utilizada por los creyentes para describir la partida de este mundo. Es una imagen de descanso de las pruebas y sufrimientos de este mundo. La persona que cree en Jesucristo mientras está en la tierra, simplemente va a «dormir [descansar] en Jesús» por toda la eternidad. Estas personas (todos los creyentes que duermen o descansan en Jesús) son aquellas que Dios traerá consigo cuando regrese a la tierra. Juan 8.51, 11.26
  • Se reconoce a Jesucristo como Dios. Dios en la persona de Jesucristo es quien regresará a la tierra y traerá a los creyentes que ya habían dormido en él. Cristo tiene el poder de Dios porque él es Dios. Al igual que el Padre, Jesucristo tiene el poder para…
    • venir a la tierra como un hombre.
    • morir y levantarse de entre los muertos.
    • ascender de nuevo a los cielos.
    • transferir al creyente que ha muerto hasta los cielos.
    • regresar a la tierra.
    • volver a la tierra con todos los creyentes que ya han muerto en él.
  • Prueba dos: la muerte y resurrección de Jesucristo comprueba que los creyentes que ya han fallecido regresarán a la tierra con Dios. Jesucristo vino a la tierra para morir por los hombres y para levantarse de entre los muertos. Por tanto, si creemos en Jesucristo…

      • nunca tendremos que morir porque él ya ha muerto por nosotros.
      • nos levantaremos de entre los muertos como él lo hizo.
    • ¿Cómo? Al creer que Jesucristo murió y se levantó de entre los muertos por nosotros. Si creemos en Jesucristo, entonces cuando dejemos este mundo, estaremos con él; y cuando regrese, regresaremos con él.
    • El hecho de que Jesucristo murió y se levantó es la evidencia de que los creyentes que han muerto viven con él, y regresarán con él cuando vuelva a la tierra. La gloriosa esperanza del creyente se basa sobre la muerte y resurrección de Cristo. No existe afirmación más grandiosa en todo el mundo: Jesucristo realmente murió y se levantó de entre los muertos. No hay ninguna duda al respecto, al menos para el creyente genuino, porque Dios nos ha dado el testimonio del Espíritu Santo. Por tanto, después de que hayamos fallecido, regresaremos con Cristo cuando vuelva de nuevo a la tierra. Juan 6.40; 1 Corintios 15.3–4; 2 Corintios 4.14
  • Prueba tres: la Palabra de Dios evidencia que los creyentes que ya han partido regresarán a la tierra con Cristo. Sus cuerpos serán levantados de entre los muertos antes de que nosotros seamos arrebatados. Pablo enfáticamente declara que esta revelación ha venido por parte del Señor. Por tanto, los creyentes no deberían buscar otra seguridad. ¿Cuál es esta revelación? Los que estén vivos cuando el Señor regrese no serán los primeros en ser arrebatados. Los creyentes que ya han muerto serán los primeros. Una vez más, ¿cómo sabemos esto? ¿Cómo sabemos que este evento realmente sucederá? Por medio de la Palabra de Dios. El Señor Jesucristo, Dios mismo, lo declaró. Lea 1 Tesalonicenses 2.13; 2 Timoteo 3.16

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