Biblia

El día del Señor (tercera parte)

El día del Señor (tercera parte)

por Alpha-Omega Ministries, Inc.

Texto bíblico: 1 Tesalonicenses 4.13–18, 5.1–3


Punto 3. (4.16–18) El regreso de Jesucristo y la resurrección de los creyentes: Estos versículos explican claramente los eventos del regreso del Señor y de la resurrección de los creyentes.

  • Primero, el Señor mismo descenderá del cielo. El primer evento será la aparición del Señor mismo. La suprema Majestad del universo, el Señor Jesucristo, aparecerá milagrosamente en toda su grandiosa gloria, magnificencia y poder de los cielos. Cuando él aparezca tres eventos espectaculares ocurrirán.
  • El Señor mismo aparecerá «con voz de mando» [en keleusmati]. La frase significa una orden militar. El comandante en jefe del universo expresará un clamor como nunca antes se ha escuchado. Un grito como el que exclamó cuando estaba sobre la tierra: «[Creyente] ven fuera» (Jn 11.43).
  • La voz de arcángel se escuchará. ¿Qué dirá? Probablemente le dirá a todas las fuerzas de ángeles celestiales que se unan en alabanza. Cristo dijo que los ángeles celestiales estarían con él cuando regresara a la tierra (Mt 24.31, 25.31; 2 Ts 1.7).
  • La trompeta de Dios sonará. La trompeta siempre ha sido para llamar la atención y dar la voz de alarma. El universo entero, creyentes, no creyentes, y ángeles escucharán la trompeta; y todos los no creyentes se alarmarán. El Señor mismo aparecerá y los eventos del fin comenzarán a ocurrir.
  • Segundo, los muertos en Cristo se levantarán primero. ¿Por qué los creyentes fallecidos serán los primeros en ser arrebatados para recibir a Cristo? Por el grandioso amor y cuidado del Señor. Aquellos queridos santos, quienes ya han pasado por la sombra de la muerte, serán los primeros en presenciar la expresión de amor y cuidado de nuestro Señor. Cristo muestra su ternura y amor para aquellos que sufren lo peor; por tanto, ellos que han sufrido el terrible destino de la muerte serán los primeros en recibir al Señor en el aire. Ahora fíjese en varios hechos.
  • Únicamente los creyentes que han muerto se levantarán; ningún no creyente será resucitado, no en este mundo. Solamente aquellos que están «dormidos en Cristo», quienes murieron creyendo en él, serán resucitados cuando el Señor aparezca en los cielos.
  • Los cuerpos de los creyentes que ya han partido serán resucitados. Los espíritus de esos creyentes ya están con el Señor. Sus cuerpos serán levantados y transformados para vivir eternamente con Dios. La gran voz del Señor que dice «ven fuera» llamará a todos los átomos de una persona, sin importar donde yacen las distintas partes de su cuerpo. Esos átomos serán transformados para darle forma a un cuerpo eterno y perfecto.
  • Los cuerpos de los creyentes que ya han partido se levantarán primero, luego los creyentes vivos serán arrebatados.
  • Tercero, los creyentes que estén vivos serán arrebatados justo después de que los muertos hayan sido resucitados. Habrá una transformación gloriosa de sus cuerpos igual como la que sufrirán aquellos que no están vivos. El cambio será como lo declara la Palabra: la infusión de una criatura totalmente nueva. «Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal de inmortalidad.» 1 Corintios 15.53
  • La naturaleza del cuerpo actual del creyente es corruptible y mortal; la naturaleza de su nuevo cuerpo será incorruptible e inmortal.
    • Una naturaleza «corruptible y mortal» significa que los hombres son terrenales, envejecen, se deterioran, mueren y se descomponen. Cada persona, sin importar quien sea, es terrenal y regresará a la tierra al menos que Jesús regrese mientras la persona aún viva.
    • Una naturaleza «incorruptible e inmortal» significa que los creyentes serán hechos celestialmente. Serán transformados y se les dará una naturaleza perfecta, por eso, nunca envejecerán, se deteriorarán o se descompondrán. Estarán completamente libres de toda contaminación y depravación. Se les dará un cuerpo perfecto para vivir eternamente con Dios en los cielos nuevos y la tierra nueva. 1 Corintios 15.42–44
  • 1 Corintios 15.54 habla acerca de la necesidad absoluta de cambiar el cuerpo del hombre. Si un hombre vivirá con Dios, su cuerpo debe ser cambiado. Es esencial, un deber, una necesidad absoluta si vivirá para siempre. Lucas 20.36; Juan 8.51, 11.26; Romanos 2.7; 1 Corintios 15.53; 2 Corintios 5.1; 1 Tesalonicenses 4.17; 2 Timoteo 1.10
  • Cuarto, los vivos se reunirán con los muertos. Fíjese en esta fuerte declaración: nosotros «seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor». Nos reuniremos no sólo con nuestros seres queridos, sino también con todos los creyentes conocidos o no. Todos se reunirán con el maravilloso Señor. Todos nos regocijaremos juntos en la presencia de aquel que nos salvó y nos transformó en seres nuevos perfectos y eternos. ¡Qué día más maravilloso!
  • La experiencia de vivir cara a cara con el Señor comienza. Seremos arrebatados y «así estaremos siempre con el Señor». La reunión de los creyentes será maravillosa; sin embargo, el evento más maravilloso será el ver cara a cara, por primera vez, a nuestro Señor. ¿Cuáles serán nuestros primeros pensamientos? ¿Nuestra primera reacción? Todo sucederá tan rápido como un pestañear. De repente
    • estaremos en el aire y seremos transformados en hombres y mujeres perfectos.
    • estaremos en las nubes rodeados de millones de personas.
    • seremos transformados en medio de la espectacular gloria y majestad, dominio y poder de nuestro Señor mismo.
    • ¿Qué más ocurrirá con nuestros primeros pensamientos y reacciones? La grandiosa reunión con la familia y los creyentes no será nuestro punto de atención. ¡Cristo lo será! El Señor mismo en toda su gloria y soberanía majestuosa consumirá nuestra atención y alabanza, él será nuestro enfoque. Alabaremos y adoraremos su nombre como nunca antes lo hemos hecho.
  • La exhortación: «alentaos los unos a los otros con estas palabras». Dios no revela los eventos del fin para satisfacer nuestra curiosidad. Lo hace para que podamos prepararnos y alentarnos unos a otros. No hay necesidad de desanimarnos en esta tierra ni de mantenernos ignorantes. El Señor mismo nos ha dado la más maravillosa esperanza, la esperanza de vivir eternamente cara a cara con él, adorándole y sirviéndole por siempre en los cielos y tierra nueva. Lucas 20.36; Juan 8.51, 11.26; 2 Corintios 5.1; 2 Timoteo 1.10; Apocalipsis 21.4

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