Un aguijón en la carne

Los marineros en alta mar saben lo importante que es sujetarse a algo resistente cuando soplan vientos fuertes. Uno aprende a agarrarse a algo seguro durante una tormenta. Saulo aprendió a aferrarse a lo que él sabía que era cierto en cuanto a sí mismo y al Señor que le tenía en su mano.

Aquí veo una tensión interesante. Mientras Satanás lanzaba golpes contra la firmeza del Apóstol, el propósito del Señor era volverlo humilde, para evitar que se exaltara a sí mismo. El orgullo no reside en el corazón del quebrantado, del destrozado, del herido o del angustiado de alma.

Hace muchos años leí estas palabras: “El dolor planta la bandera de la realidad en la fortaleza de un corazón rebelde”. Los padres y las madres que hacen vigilia en el pabellón de leucemia de un hospital de niños no tienen problemas con el orgullo, porque han aprendido a ser humildes hasta el punto de la desesperación.

No estoy calificado para darle los detalles íntimos de cómo afectó el aguijón a Pablo. Sin embargo, sí confiesa que le imploró al Señor en tres ocasiones distintas que se lo quitara (v. 8). ¿Y sabe una cosa? Nosotros habríamos hecho lo mismo. Usted y yo habríamos orado, y orado y suplicado que nos diera alivio. “Señor, Ilévate por favor el aguijón. Te ruego que me lo quites. Líbrame de este dolor.” Así fue cómo respondió Pablo.

Veo una transparencia admirable en esas palabras. El mundo necesita más vestidores de Cristo que acepten el dolor y los sufrimientos, en vez de negarlos. ¡Qué útil es para nosotros que veamos todo esto como el plan de Dios para mantenernos humildes! Eso no se puede enseñar en los seminarios o en las universidades. Son lecciones que se aprenden en las trincheras de la vida. ¡En qué personas de oración nos convertiríamos! Nos volveríamos al Señor con más frecuencia. Nos apoyaríamos totalmente en Él. Y serían valiosísimas las nuevas percepciones que obtendríamos.

Esto fue precisamente lo que sucedió con Saulo cuando se volvía a su Señor una y otra vez; y Dios le dio una respuesta que él jamás esperaba.

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2010 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.