Ahora lo sé
Hay veces en que las palabras de otras personas sólo sirven para empeorar las cosas. Decir esto puede ser demasiado simple; por lo tanto, ¿para qué hacerlo? Bueno, ¿lo aprendió ya? ¿Está usted todavía prestando oídos a alguien? Si es así, no es extraño que esté confundido.
Hay ocasiones en las que lo que Dios hace sólo sirve para confundirnos más. Bueno, ya lo dije. ¿Qué trato de decir con esto? Que no espere entender todo lo que sucede en cuanto ocurre.
A mí no me importa que usted tenga un doctorado obtenido en una grande y prestigiosa universidad. Párese frente al espejo, estando solo, sin que haya nadie a su alrededor, y diga con indiferencia, con un encogimiento de hombros: “No lo sé… realmente no lo sé.» Y puede añadir: “No puedo decir por qué sucedió. No lo sé.» Repita las palabras varias veces: “No lo sé.” La gran noticia es que Dios nunca se encoge de hombros. Él nunca dice eso, sino que dice, con aguda percepción: “Yo sé exactamente por qué sucedió esto. Yo sé el camino que estás tomando. Sé por qué lo haces. Sé cuánto tiempo estarás allí, y sé cuál va a ser el resultado final.» Encogerse de hombros y la persona de Dios son incompatibles.
Mientras usted se encoge de hombros y dice con humildad genuina: “No lo sé,” Dios le está diciendo: “Te felicito. Confía en mí en el misterio. Fíate de mí.” Dios nunca prometió que nos informaría su plan por anticipado; Él sólo ha prometido que tiene un plan. Y que, al final, será para nuestro bien y para su gloria. Él lo sabe, pero nosotros no. Por eso es que actuamos con indiferencia y admitimos: “No lo sé.” Por tanto, si usted y yo nos encontramos algún día y me hace una pregunta profunda y difícil, no se sorprenda si me encojo de hombros y le digo: “No lo sé.”
Pero esto sí sé: La muerte de su hijo Jesucristo no fue en vano; Cristo murió por usted; y si usted cree en Él, Él perdonará sus pecados, y usted irá a vivir con Él para siempre. Usted tendrá el cielo y todas las bendiciones de que hay en Él; eso sí lo sé.
Es un viaje difícil el llegar hasta allí. Está lleno de confusión, luchas, encogimiento de hombros, seguido por una gran cantidad de “no sé”. Pero cuando los cielos se abran y estemos allí, no habrá más encogimiento de hombros, y usted podrá decir: “¡Ahora lo sé!”.
No espere entender todo lo que sucede en cuanto ocurre.
Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2010 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.