La adoración que desea Dios
por Marcial Shelly
Textos de referencia: Salmo 95:6; Juan 4:23-24; Hebreos 12:28-29
Al poco tiempo de habernos casado le di a mi esposa un estupendo regalo de aniversario: un pluviómetro. Al menos yo pensaba que era un regalo fabuloso. Después de todo Susan es hija de un granjero, y observa detenidamente el clima. Preví su alegría y su nostalgia cuando fuera a medir la precipitación en nuestro patio. Me felicité por mi creatividad.
¿Sabe usted qué pasó? Susan no se impresionó en lo absoluto: «Un pluviómetro ¡por nuestro aniversario!» El pluviómetro es ahora un chiste familiar, un ejemplo clásico de un obsequio que disfruta el que lo da, no el que lo recibe.
Una palabra que se oye mucho en estos días es auténtica, como en «busquemos adoración auténtica». Esto por lo general significa que tratamos de crear una experiencia que ayude a que los adoradores sientan algo. Nada de malo hay en eso, pero si nuestro enfoque está únicamente en nuestra experiencia, quizá estemos dando a Dios un pluviómetro.
¿Estamos ofreciendo en adoración un regalo que disfrutamos, y que imaginamos que le gustará a Dios? Un verdadero obsequio, adoración verdadera, significa conocer lo que es importante para Aquel que lo recibe.
Tomado del libro «ilustraciones perfectas» publicado por editorial Unilit. Usado con permiso.