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El arquitecto de la victoria

El arquitecto de la victoria

por Arturo Mateos

La labor del pueblo de Dios es orar, pero normalmente somos reacios a esta obligación. Sin embargo, si la adversidad nos alcanza, entonces sí, en proporción a la desesperación por la dificultad, llegamos a orar. Pero la obra de Dios requiere un sistema con más madurez y menos egocentrismo…

Hay un principio divino, en relación con la oración, que corre por todas las Escrituras: Es que a Dios le place unir a su pueblo consigo mismo en todo lo que él está por hacer, él primeramente les guía a orar, y entonces hace lo que se propone en respuesta a sus oraciones. Rusell Elliott

Cuando la Biblia relata un incidente que directamente es la ocasión de oración especial y la respuesta subsiguiente a esa oración, ese incidente y todo lo que lo antecede tiene que ser muy importante. El no concederle un estudio minucioso es perder el privilegio de aprender a conocer los caminos de Dios. La labor del pueblo de Dios es orar, pero normalmente somos reacios a quitar tiempo del torrente de actividad «religiosa» que nos arrastra prisioneros entre sus orillas. Sin embargo, si la adversidad o la catástrofe nos alcanza a nosotros o a los nuestros, entonces sí, en proporción a la desesperación por la dificultad, llegamos a orar. Pero la obra de Dios requiere un sistema con más madurez y menos egocentrismo; y es aquí donde Dios se introduce en el cuadro.


Toda oración comienza primero con Dios antes de realizarse en la tierra. Su voluntad es el único enfoque de toda verdadera oración. Él ha previsto todas las circunstancias que componen la situación y sabe lo que necesita hacerse, pero restringe la acción hasta que llega un llamado reflejando su voluntad desde la tierra. Solamente la oración que encuentra su expresión por intermedio de una voluntad cautiva a sus deseos puede estar segura de ser oída en el trono de la gracia. Para alcanzar esto, Dios a veces dispone una serie de circunstancias que ponen una carga de compulsión sobre alguien a dirigir oración específica hacia la cosa en particular que él desea realizar. El alma sensible al Espíritu, buscando la voluntad de Dios en las circunstancias, está consciente de lo que Dios se propone, así que se entrega a la oración para conseguir que se realice.


El proceso de Dios en operación, disponiendo las circunstancias para producir una oración que le dé a él la oportunidad de inmiscuirse en la situación se demuestra muy claramente en la historia del sueño de Nabucodonosor (Daniel 2). Si nos desviamos a estudiar sólo el significado profético del sueño, es fácil que nos perdamos la lección central y lo más importante que creo que el Espíritu Santo está tratando de enseñar: Que debe hacerse oración para que Dios se mueva en una situación para llevar a cabo sus propósitos dispuestos. Es este hecho lo que ata todos los cabos de este artículo. Cada parte encuentra su explicación en la dirección de Dios para producir una cierta oración que opere ciertos resultados en el reino de este dictador pagano.


Ahora, acérquese a la historia: La gloria de Judá y Jerusalén ha sufrido un eclipse total. Negra noche de tinieblas ha descendido sobre la tierra. El ejército de Nabucodonosor primeramente demuestra su desprecio a Jehová al tomar algunos de los vasos del templo para colocarlos delante de los dioses de Babilonia. Luego lo principal del pueblo y la familia real fueron llevados en cautiverio. Entre los arreados o arrastrados a este centro del mal estaba Daniel… Como adolescente, bien podría haberse quejado de lo que la vida le departía, quedándose amargado por el resto de su vida. En realidad, ¿quién hubiera culpado a Daniel por pensar que todo estaba desesperadamente perdido? Pero porque Daniel había sido criado y educado en la escuela de las Escrituras bajo Jeremías, su perspectiva no estaba limitada a los factores humanos. Parecía estar consciente que su lugar designado para testificar era el centro de poder mismo de la capital de rebelión mundial de Satanás. Su nuevo hogar y ciudad sería Babilonia, la cervecería del diablo donde se fermentaba el vino embriagador de la hostilidad contra Dios. En cuanto a cómo y dónde serviría al Señor, Daniel no pudo escoger, sino que como José fue llevado al lugar de servicio por hombres crueles, motivados por el orgullo y la envidia. Dios tiene más de una manera para hacer llegar a sus siervos al lugar donde él quiere que le sirvan. Él es el arquitecto de cada propósito benéfico de la gracia redentora. Él selecciona las mejores circunstancias desde su perspectiva en la cual sus escogidos tendrán la oportunidad de testificar para él. Su selección reemplaza e invalida el propósito del déspota más poderoso de la tierra.


Porque desde nuestro punto de vista humano limitado, a veces no podemos ver que nuestro lugar designado tiene sentido y razón, luchamos contra él. En los aparentes errores de la vida, la forma de conseguir la paz no se encuentra luchando contra las circunstancias ni tratando de escapar, sino en aceptar todo lo que nos llega como «la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta», escogida por un Dios omnisciente como lo más acertado para lograr Sus metas.


En la acción recíproca entre los propósitos redentores de Dios y la oposición destructora de los poderes malignos que se observan en el capítulo dos de Daniel, hay cinco partes distintas, dos pares y un eje central:

  • El sueño de un dictador
  • La declaración divina
  • El deseo de Daniel
  • El decreto de un dictador
  • Las disposiciones divinas
  • Un músculo que ata y une este esqueleto de bosquejo del capítulo es la reunión de la célula de oración.



    I. El sueño de un dictador

    Para comprender el verdadero significado del hecho que el rey soñó, debemos ir más allá de las causas naturales y buscar la razón divina. Quiero decir que el sueño no era una pesadilla producida por una fiesta desenfrenada. La explicación la da Daniel más tarde, cuando le dice al rey: «Hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días…». Mientras Nabucodonosor dormía, Dios le proyectó un sueño de película en la pantalla de su mente subconsciente. El gran estrépito al final del sueño, cuando la piedra cayó sobre la imagen y la hizo añicos, aterró al rey despertándole. Sobresaltado, se da cuenta que un poder superior está amenazando sus visiones del desarrollo y futuro glorioso de Babilonia como la continuación de su poder mundial. En su desesperación, despierta al palacio y da órdenes para que todos los sabios, astrólogos y magos comparezcan ante él.


    Todo lo que yace tras los secretos del mundo invisible, y lo que pudiera ayudar a despejar estos secretos, se buscaba como tesoro preciado y se cotizaba muy alto en Babilonia. Desde los días de Nimrod y la Torre de Babel, Babilonia fue el lugar donde los hombres se introducían en el ocultismo y misterios escondidos. Este era su lado fuerte, pero es precisamente en este punto que Dios les va a mostrar su debilidad y la superioridad de Él. Sólo Dios conoce el futuro: ya que el conocimiento del futuro que tiene el diablo está limitado a lo que a Dios le ha placido revelar, no hay forma alguna en que él pueda ayudar a su equipo de magos a encontrar las respuestas de los problemas del rey. Pero, por alguna razón, el rey parece demandar que no sólo le digan la interpretación de su sueño, sino que primero describan lo que él soñó. Dios está despojando a Satanás de su armadura…


    En este dramático juego de eventos, Dios está creando una secuencia de circunstancias que conducirá a una oración, que a su vez le traerá a él a la situación para cambiarla y promover sus propios propósitos de gracia. Note que Dios comienza con el hombre número uno de Satanás… Al hacer esto, Dios está ilustrando un principio: Él trata con la gente por intermedio de sus personajes de autoridad, y es por eso que se nos insta a orar «por los reyes y por todos los que están en eminencia» (1 Timoteo 2.2).


    En esta situación Dios necesita que su hombre esté cerca del rey. Para acercarlo, Dios escoge darle un sueño al rey. Pero los celosos sabios de Babilonia no van a permitir que Daniel se lleve las palmas; así que le dejan a él en casa mientras ellos corren de prisa al palacio. Pero al tomar la iniciativa en esta forma, Dios debilita las defensas del rey. De pronto el gobernante del mundo es presa del terror, sintiéndose muy inseguro y lleno de gran espanto al darse cuenta de una amenaza a su poder que él no sabe cómo afrontar. Por cierto que no le tiene confianza a sus sabios. Es evidente que sólo Dios sabe las respuestas, Dios ha encerrado toda la situación en la oración… Ni siquiera Daniel tiene otra forma de averiguar el sueño del rey sin la ayuda de Dios.



    II. El decreto de un dictador.

    El rey ordena la destrucción de todos los sabios si no le pueden contar el sueño. El único que puede operar un cambio en esta terrible situación es Dios. Los hechiceros reconocen esto abiertamente mientras andan con rodeos para ganar tiempo y la oportunidad de llegar a algún compromiso o componenda, y esto el rey no lo va a tolerar. Satanás no quiere que sus hombres sean ejecutados, pero está dispuesto a sacrificarlos si consigue con ello exterminar a Daniel y a sus tres amigos. Recuerde, él fue homicida desde el principio. A él le parece que a Dios se le fue la mano y cayó en una trampa al hacer soñar al rey, y ahora no hay nada que impida acabar de una vez con los propósitos de Dios. Pero la visión de Satanás es limitada. Poco percibe que su golpe maestro, brillantemente concebido, va a acarrear lo que él más teme y contra lo cual no tiene poder para prevalecer. El decreto de Nabucodonosor va a hacer caer de rodillas a Daniel para buscar la respuesta de Aquel que él sabe es el único que puede meter la llave y abrir el misterio. En la tierra, el último reducto de Dios parece desintegrarse con el dilema que amenaza su remanente indefenso. Pero, en realidad, él sabe acerca del decreto del rey, y en vez de restringirlo, lo va a usar. Esto, más que ninguna otra cosa, dará la dirección debida a las oraciones de sus fieles amigos. Si el decreto logra que Daniel ore, entonces Satanás habrá suplido a Dios el instrumento que él busca para darle al cruel enemigo el golpe de gracia. Todo gira sobre lo que pasa a continuación. Los resultados descansan en un hombre y su oración. Así que mire y vea cómo actúa Daniel en esa crisis…



    III. El deseo de Daniel

    Es un grave peligro confrontar a un déspota frustrado, pero en la mente de Daniel esto pasa a segundo plano por la urgencia de la situación y la realidad de Dios. Yo estoy seguro que él está consciente que Dios es quien ha hablado al rey en el sueño y que él tiene un propósito específico para hacerlo. Por lo tanto, si a él lo matan a esta altura, todo lo que Dios pretende hacer volverá al punto de partida. Como el secreto que atañe a tantas vidas tiene que ver con Dios, la llave en la tierra está en las manos del hombre que está en contacto con Dios. No sólo las vidas de muchos hombres dependen de él, también es la llave al propósito de Dios. Es este pensamiento que hace erguirse derecho a Daniel, quien había rehusado en una prueba anterior desviarse de su lealtad a Dios. Otro factor da valor a Daniel al contemplar la necesidad de que alguien enfrente al rey: es la seguridad de que Dios escucha y responde las oraciones de Sus hijos en su hora de necesidad. Él está consciente que la oración es la llave maestra para desbaratar el decreto destructor. Sin embargo, el tiempo es esencial. Así que, corriendo al palacio, «pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey». La seguridad de la fe de Daniel parece haberse transmitido al rey, porque sin vacilar el rey le concede la petición, a pesar de haber negado antes el mismo pedido a los sabios.


    Me gustaría haber acompañado a Daniel a su casa, al salir del palacio, para preguntarle las cosas que surcaban por su mente… ¿Era la situación una mera amenaza para su vida? O, ¿percibía el peligro físico como la cima del ventisquero y como una evidencia de que había implicancias que no discernían los sentidos naturales? Pienso que a estas alturas él ya estaba consciente que lo esencial del asunto era poder sobrevivir. ¿En qué otra forma podría entregar el mensaje de Dios al rey? No era que él le temía al proceso incómodo y sangriento de ser decapitado, sino porque «los muertos no cuentan cuentos», y él está seguro que Dios quiere que él le dé un mensaje al rey. Al llegar a casa, sabe lo que tiene que hacer para salvar la situación, y tiene que salvarla. Él junta a su fiel célula de oración, y juntos piden « misericordias del Dios del cielo».


    Muchos de los afligidos siervos de Dios han cifrado su fe en las palabras del salmista: «No moriré, sino viviré, y contaré las obras de JAH» (Sal. 118.17). La vida no es el fin que se persigue, sino el medio de Dios para lograr su fin. Hay que declarar las obras de Dios. El rey tiene que comprender que el mensaje del sueño es del único Dios vivo y verdadero de toda la tierra y el cielo, y no de una fuente inferior a la cual tendrían acceso los magos y hechiceros. Además, Daniel tiene que ser reconocido por el rey como el representante de Dios y delegado para hablar con autoridad de su parte al rey o al plebeyo. Todo gira y descansa en la oración: no hay solución alterna, y no hay otro punto o base para la salvación aparte de la oración. Habiendo maniobrado para conseguir que su equipo esté de rodillas, rogando según su voluntad, Dios ahora está libre para entrar en acción porque esto es precisamente lo que él se ha propuesto que logre la misma.



    IV. La declaración divina



    La lección aquí es esta: Dios no hará aparte de la oración lo que él puede hacer por la oración. Este drama singular fue puesto en acción cuando Dios hizo la primera movida. Pero note que después del sueño, toda la actividad está en el nivel terrenal, hasta el culto de oración en la casa de Daniel. Después de hacer soñar al rey, Dios ha mantenido una actitud de espera hasta que las oraciones del pequeño bando le liberan de sus limitaciones autoimpuestas. Respondiendo inmediatamente, Dios revela el sueño y su interpretación a Daniel. Al palacio vuelve él. No es para robarse la gloria para sí mismo. Cuidadosa y deliberadamente, él enfoca la atención del rey en la grandeza de Dios. Luego hace que los sabios y hechiceros queden desprestigiados antes de referirse al asunto del rey y darle su interpretación. ¡Qué desenlace!



    V. Las disposiciones divinas



    En los últimos cuatro versículos del capítulo, tenemos la lista de cosas que Dios estaba planeando cuando él comenzó el acto:


    • Nabucodonosor, el rey, honra a uno de sus cautivos.
    • El rey de Satanás da testimonio público del hecho que Dios en verdad es el Dios de dioses de Babilonia.
    • El hombre de Dios es nombrado gobernador de la provincia de Babilonia.
    • Los otros, que estaban en el equipo de Dios, reciben nombramientos en el gobierno.
    • Algunos hombres malos son depuestos, y los engañadores quedan desacreditados.

    La estructura política de la capital de rebelión de Satanás cambia por la operación de Dios al crear una crisis en la cumbre y hacer orar a sus hombres en los niveles más bajos. Debiéramos preguntarnos: ¿Hay algún país en el mundo hoy que no tenga una crisis en la cumbre? ¿Está el pueblo militando en las filas de Dios, mostrando sensibilidad a los intentos de Dios por unirles consigo mismo en lo que él quiere hacer por medio de los personajes con autoridad en el mundo? Él necesita que nosotros oremos por los reyes y por los que están en eminencia (1 Timoteo 2.1-2). Para que el mundo oiga el mensaje de Dios, los cristianos tenemos que creer con Daniel que el propósito en la vida es conseguir, por medio de la oración, la oportunidad de proclamar la palabra infalible de profecía.


    En todo esto ¿qué ha conseguido Dios? Él le ha dado a Daniel una nueva comprensión de su Dios y su propia función directriz en la historia mundial, ha cambiado la teología de un dictador, y ha reorganizado el gobierno de Babilonia desplazando a cuatro hombres malvados y reemplazándolos con Sus propios hombres buenos. Entonces, en lo que a nosotros se refiere, Él nos ha enseñado el lugar y propósito de la oración en el conflicto con los poderes malignos que se oponen a Su voluntad.

    Tomado de: Nacidos para la batalla, por Arturo Mateos, Centro de Literatura Cristiana, 1982. Cap. 2. Usado con permiso.Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen III, número 6.