El Don del amor

Cuando decidí seguir a Cristo me impresionaban los grandes evangelistas, los hermanos que hablaban en lenguas, y aquellos que profetizaban. Me daban la impresión que eran dones muy especiales.

Pero realmente son solo eso: Dones; tan especiales como cualquier otro. Es más, el apóstol Pablo nos muestra que hay diversidad de dones para ejercer, y entre ellos podemos ver los “espirituales” y los “naturales”.

Mas sepamos que no hay distinción o preferencia por alguno de ellos, porque todos son dados de gracia por Dios, y para cumplir Sus propósitos: profetizar, servir, ayudar, enseñar, exhortar, repartir, hacer milagros, administrar, hablar en lenguas o interpretarlas. Así que no creamos que los que sirven o enseñan son menos dirigidos por el Espíritu Santo que los que profetizan o hablan en lenguas.

Todos esos son dones, se supone, que proceden del Padre celestial a través de Su Espíritu en cada creyente, pues “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago1:17). Por cierto, los bienes y las riquezas, por ser un regalo de Dios igualmente son un don Suyo, y como tal también debemos servirle en esa área.

Sin embargo, Pablo nos dice que hay algo mucho más excelente que todos los dones juntos, pues llegará un momento en que todos ellos pasarán, pero el amor permanecerá para siempre. O sea, que el nivel de excelencia es procurar ser llenos del amor de Dios.
 Lectura: Santiago 1:17-18

“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará” 1ª Corintios 13:8

El amor permanecerá por siempre: ¡Procurémoslo desde ya!
 


Hernán Díaz Castro