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Los nuevos líderes: senderos sin marcas

Los nuevos líderes: senderos sin marcas

por Alex McManus

¿Sabía usted que los nuevos líderes tienen frescos aportes para la obra? A veces creemos que los nuevos líderes jóvenes tienen que actuar como los líderes de hace veinte o treinta años. Experimente, junto con el autor, una noche en el desierto que le enseñó a entender que es hora de hacer las cosas como nunca antes se han hecho.

¿Alguna vez se ha sentido como que va hacia ningún lado? Así me sentí hace algunos años cuando me adentre en el desierto con una joven pareja entusiasta de Urban Mosaic. Dirigimos una experiencia al aire libre que ellos llamaron «Caminado por el valle de sombra de muerte», nuestra celebración nocturna de adoración justo al oeste del centro de Los Angeles. El objetivo: Invitar personas para adentrarse en el desierto durante tres horas con algún tipo de instrumento de percusión. Adorar y hablar durante toda la noche, y estar ahí para darle la bienvenida al amanecer. La primera vez que describieron el evento, pensé: «¿Habrá servicios sanitarios? ¿Será esto evangelizador? Y ¿Mencioné los sanitarios?»

«¿Por qué no?», dije. Al final, iba ser capaz no sólo de pasar un tiempo con futuros y prometedores líderes, sino también de observar a una pareja dinámica con un antecedente «rave» organizar un evento.

Unas semanas después, cargamos de cosas un Jeep Montero y seguimos nuestro mapa a un sitio designado en el desierto. El último tercio del viaje de tres horas condujimos por caminos sin señales de carretera, solamente marcas y un millaje aproximado de una marca a otra.

Recordé como mi madre me explicó, siendo yo un niño, lo que era ir a acampar. «Creo», dijo con su bello acento inglés, «que es cuando la gente duerme en la tierra.» Mientras conducía en la noche desértica, me di cuenta de que eso era justamente a donde me dirigía, a «acampar».

Finalmente, a lo lejos, observamos una fogata y sabíamos que habíamos llegado; no a un hotel, ni siquiera a un campamento, sólo a un lugar aislado en el desierto. Es difícil expresar la importancia de llegar a «ninguna parte» –y créame que esto era «ninguna parte»– por el simple hecho de estar con otros. Desde ahí y durante horas, vimos las distantes luces de aquellos autos que uno a uno luchaban por hacerse camino en medio del desierto.

Miré las comodidades a nuestro alrededor: troncos cerca de la fogata, algunas sillas de playa, frazadas, y varias tiendas de campaña colocadas alrededor del perímetro. De un lado teníamos el desierto, del otro, como formando un anfiteatro natural, un muro de rocas levantándose hacia el cielo.

«Belleza árida, pero incómoda», pensé. «Esto posee todas las características de un desastre. ¿Cuáles serían las expectativas de la gente al dejar Los Angeles después de una difícil semana de trabajo? ¿Se decepcionarían al llegar a ninguna parte?»

Mientras observaba a los líderes más nuevos y más jóvenes llegar y conectarse con cada una de las personas que estaban ahí, recordé que el hambre por una comunidad está profundamente incrustada en la naturaleza humana.

Estar en «ninguna parte» no importaba porque todo el mundo estaba ahí por la misma razón: estar con otras personas. Sin agua corriendo por las tuberías, sin electricidad, sin un refugio. De hecho, sin sanitarios. Nada más que personas en el desierto, bajo la luz de las estrellas, con un verdadero sentido de pertenencia. Los jóvenes líderes, como los líderes de todos los tiempos, quieren una relación, no sólo responsabilidades.

¿No hubiera sido suficiente haberse tomado un café en la cafetería local? No para estas personas. No hay ninguna novedad en la cafetería y es, además, demasiado cómodo y urbano. El tipo de comunidad que ellos buscaban era mucho más valiosa, primordial, y aventurera. Parte de la experiencia de pertenecer a una comunidad era el ser lo suficientemente vulnerable como para mostrar qué tan lejos uno se conectaría con los demás.

Una de mis reservas había sido la idea de que el evento no era tan intencionalmente evangelizador como me hubiera gustado que fuera. Sin embargo, ellos llevaron al desierto la clase de amigos que Jesús busca. La añoranza por una comunidad no sólo se siente dentro de una iglesia. Es un hambre universal.

Como naturalmente se hubiera predicho, un escorpión picó a una de nuestros invitados, una joven francesa. Y sí, ella conoció a Cristo en ese fin de semana como resultado del cuidado de la comunidad. Nadie olvidará la forma en que Dios salió a nuestro encuentro en el desierto.



La forma en que se conectan los nuevos líderes


Los jóvenes líderes se preocupan por la comunidad y por el contexto. Nuestro contexto posmodernista no tiene que ver con el estilo de celebración de adoración ni mucho menos con las comodidades de la ciudad. Actualmente la misión es acerca de crear una comunidad que se preocupe por el mundo de la misma forma en que Dios lo hace. Jesús es el único que conoce esta clase de comunidad, y por eso todo comienza con él.

Hoy en día, muchos consejeros promueven las velas y el vidrio de color como la receta para alcanzar a las personas posmodernistas. Mi hijo de catorce años de edad bosteza ante estas prescripciones. Tome nota: los líderes más nuevos y jóvenes podrían no querer simplemente manejar los programas y las estructuras que otros han creado. Los nuevos líderes pueden imaginar nuevos caminos para ser fieles a la misión de Cristo que son muy distintas a las formas que los han precedido. Sin embargo, si los seguimos, ellos pueden crear oportunidades para alcanzar para Cristo a aquellos que están fuera de nuestras iglesias.

Si somos sabios, escucharemos y trabajaremos con lo que el Espíritu está haciendo, en lugar de promover que los nuevos líderes hagan lo que siempre hemos hecho. Aun cuando lo lleve a usted hasta el desierto en medio de la noche.

Alex McManus es líder en Mosaic, una iglesia en Los Angeles. Copyright © 2003 Leadership Journal. Usado con permiso