Biblia

Felicidades y tristezas

Felicidades y tristezas

por Enrique Zapata

Estas son afirmaciones sobre la felicidad y las tristezas que pueden rodear a un pastor. Ayudan a reflexionar sobre nuestro concepto, visión y misión en el ministerio pastoral.

.Feliz el pastor que a Dios engrandece y no a su propia ambición.

Feliz el pastor que tiene muchas ovejas, porque Dios tiene confianza en él.

Feliz el pastor cuya gente es edificada sobre la roca y no sobre la emoción.

Feliz el pastor cuya gente tiene raíces profundas y sus hojas no se secan.

Feliz el pastor cuyo pueblo teme a Jehová y se aparta del mal.

Feliz el pastor que es aprobado por Dios y no tiene vergüenza por su negligencia.

Feliz el pastor cuando sus ovejas lo reconocen como ejemplo.

Feliz el pastor cuya Biblia es gastada y practicada.

Feliz el pastor que deliberadamente ha formado discípulos y no solo miembros.

Que tristeza el pastor que predica sin haberse preparado.

Que tristeza el pastor que tortura con sus largos mensajes.

Que tristeza el pastor que improvisa y lo acredita al Espíritu Santo.

Que tristeza el pastor que aburre por su falta de frescura espiritual.

Que tristeza el pastor que reparte migajas de estudios previos.

Que tristeza el pastor que se preocupa en vivir bien y no servir bien.

Que tristeza el pastor cuya esposa no se siente honrada y valorizada.

Que tristeza el pastor de programas y no de personas.

Que tristeza el pastor cuyos apetitos no son gobernados por el dominio propio.

Que tristeza el pastor que grita y dicta para disimular su falta de autoridad.

Feliz la congregación cuyo pastor predica todo el consejo de Dios y no solo sus versículos favoritos.

Feliz la congregación cuyo pastor utiliza ilustraciones, parábolas e historias para ayudar a fijar perlas de verdad en sus corazones.

Feliz la congregación cuando su pastor sabe lo que debe decir y lo dice, sin añadir más.

Feliz la congregación que honra en sus vidas la Palabra de Dios.

Feliz la congregación que paga al pastor por hacer el trabajo pastoral y no el trabajo de ellos.

Feliz la congregación donde todos saben evangelizar y no solo traen los peces a la iglesia para que algún gran pescador se los pesque.

Que tristeza en la congregación donde las palabras de alabanza son el sustituto de acciones diarias de gratitud a Dios.

Que tristeza cuando muchos en la congregación llegan tarde para poder escapar de los interminables músicos que olvidan que hay otras partes del culto aparte de la suya.

Que tristeza cuando los músicos imponen sus gustos y estilos como los únicos acertados.

Que alegría cuando los músicos acompañan con los instrumentos la alabanza y no la opacan con el alto volumen.

Que alegría encontrar músicos maduros que buscan la participación de la congregación y no la demostración de su propio «show».

«¡Ay Señor! ayúdanos a bendecir a tu pueblo y no afligirlo. Ayúdanos a terminar nuestra carrera con alegría, dando a tu corazón y a tu pueblo felicidad.»

Apuntes Pastorales, Volumen XIV, número 4