Biblia

Sobreviviendo al trajín del día domingo

Sobreviviendo al trajín del día domingo

por Jennifer Larcombe

Los domingos pueden ser los días más ocupados de la semana para una familia cristiana, en particular para la madre; sin embargo, Dios nos ha dicho que debemos tener un día para adorarle y descansar.

CONSEJOS DE UNA MADRE OCUPADA


Nuestros vecinos no usan cortinas, de manera que no pude evitar mirar hacia adentro cuando corría frente a su casa a las 10 de la mañana del domingo. Allí estaban: tranquilos, sentados, en pijamas, tomando café y leyendo el diario. Mientras nosotros, una típica familia, volábamos a la iglesia con «los nervios de punta» por lo que había significado alistarnos esa mañana.


¿Cómo es posible que durante la semana puedo lograr que todos estén listos y fuera de casa a las 8,30 horas? ¿Por qué los domingos por la mañana es tan distinto?


Supongo que es innato pensar que el domingo me puedo quedar en la cama un rato más, de manera que, cuando me levanto, ya estoy batallando contra el reloj.



ENLOQUECIDA

Como alguien podría venir a tomar un café después de la reunión, debí recoger lo que había quedado en el living, los restos del sábado a la noche.


¡Oh! Pero ¿por qué? ¿Por qué había decidido lavarme el cabello justo esa mañana?


Dos de mis hijos parecían no encontrar su ropa, otro recién descubría que sus zapatos necesitaban una buena lustrada; y mientras yo andaba enloquecida con el peinado pendiente, mi esposo, encerrado en el dormitorio, terminaba de prepararse para su clase de estudio bíblico.


Ya teníamos que salir. Debía llegar unos minutos antes, había varias personas que debía ver antes del culto para arreglar los detalles para el «Grupo de mujeres». Ya estaban cantando el primer himno cuando finalmente me uní a mi disgustada familia.


–Algo anda mal–, pensé mientras me pasaba un pañuelo por la cara. –¿Qué es lo que hacemos aquí?–


Adorar a Dios era una de las últimas cosas en que había ocupado mi mente en esa mañana, y de alguna manera sentí que Dios no estaba muy contento conmigo.



DESCORTESÍA

Los domingos pueden ser los días más ocupados de la semana para una familia cristiana, en particular para la madre; sin embargo, Dios nos ha dicho que debemos tener un día para adorarle y descansar.


¿Nos hemos olvidado de lo temible y grande que El es cuando entramos en su presencia, casi con descortesía, cada semana, charlando con nuestros amigos, con la mente tan llena de nuestros asuntos (y los de El) que olvidamos «sentarnos a sus pies y escuchar su Palabra»?


–Pero ¿cómo puedo tener un día de descanso con seis chicos? – gruñí mientras sostenía el himnario. No me había dado cuenta que lo tenía al revés.


Recordé la charla que tuve con una amiga que es niñera de una familia judía. Recientemente me contó que pasan la mayor parte del viernes preparando todo para el sábado, hasta las comidas del bebé almacenan en la heladera.


Podría tener un día más libre si tomara tiempo el día anterior para organizarme. Podría haberme quedado en la cama un rato más con la conciencia limpia si no me hubiera pegado al televisor la noche anterior. Además, todos habrían estado más tranquilos ya que siempre reflejan mi estado de ánimo (eso es lo peor de ser madre).


Me arrodillé para orar con el resto de la congregación y le pedí a Dios que me perdonara por mi malhumor.


Seguramente, lo más importante que mis hijos puedan aprender es el gozo de adorar a Dios, pero eso debe ser percibido, no se puede «enseñar».


–Pero ¿qué es la adoración, después de todo? –me pregunté y luego me pareció oírme a mí misma, cuando niña, haciendo la misma pregunta a mi abuelo, años atrás.



REGALO

–La adoración, –me había respondido –consiste en darle algo a Dios, no en ser un espectador ni en obtener algo para ti. Nunca salgas de casa un domingo por la mañana sin primero preparar un regalo para Dios.


–¿Dinero? –había preguntado confundida.


–No, algo mucho más precioso que el dinero: una ofrenda de alabanza, algo privado que quieras agradecerle, como una oración contestada, un lindo pensamiento de tu lectura bíblica, una flor que viste o una música que escuchaste. Llega siempre a su casa unos diez minutos antes, así tendrás tiempo para ir a su presencia lenta y tranquilamente; pídele que te limpie y, luego, ofrécele tu regalo especial de alabanza–, había dicho el abuelo.



PREPARACIÓN

El problema es que nunca parezco tener tiempo para prepararme así.


Ya estábamos cantando nuevamente y, al levantar la vista, vi a Juana y a Pedro. Parecían estar disfrutando de su adoración. De repente, recordé lo que ellos nos habían contado en nuestra reunión de grupo.


Cuando los conocimos, y debido a que ambos trabajan muy duro durante toda la semana, eran de la idea de que el sábado a la noche merecían ir al cine o mirar la televisión. Si alcanzaban a despertarse a tiempo para ir a la iglesia, sus mentes estaban tan llenas de lo que habían visto la noche anterior que su adoración quedaba arruinada. Se habían sentido tan culpables por eso que decidieron dedicar los sábados a la noche para prepararse para el domingo a la mañana: Leían libros cristianos, escuchaban música de alabanza y llegaban a tiempo para la clase de estudio bíblico; antes siempre se les hacía tarde. Sí, se podía ver cómo disfrutaban ahora.

La adoración es algo para lo que nos debemos preparar física, mental y espiritualmente. Y en este sentido, el domingo a la mañana para una familia cristiana, debería ser el momento culminante de toda la semana y no tan sólo el paréntesis entre una y otra.


Nosotros y nuestros hijos disfrutaremos o soportaremos los domingos, según lo que hagamos con ellos.


¿Deberíamos nosotros como padres pedir a Dios que nos «devuelva el gozo de la salvación»? Entonces nuestros hijos van a percibir el gozo de la verdadera adoración. Ahora estoy orando para que mis hijos no recuerden su infancia como un tiempo de domingos de pesadillas.

Apuntes Pastorales Volumen IV, Número 6. Todos los derechos reservados