Los padres y sus problemas
por Dolores Curran
Muchas parejas están luchando con la frustración de criar a sus hijos quienes ven a sus padres como dispensadores y saben cómo llenarlos de culpa diciendo: «Si me amas, me comprarás algo». Al menos que pongas un límite …
Parece que cada vez que voy de compras con mi hija de seis años ella quiere algo. Cuando me rehúso a comprárselo, ella dice que tanto yo como su padre nunca le compramos nada. Para agrandar el problema, aún parece desagradecida por lo que recibe. ¿Qué puedo hacer?
Muchas parejas están luchando con la frustración de criar a sus hijos quienes ven a sus padres como dispensadores y saben cómo llenarlos de culpa diciendo: «Si me amas, me comprarás algo». Al menos que pongas un límite, tu hija lo hará antes y te encontrarás encerrada en un círculo vicioso con ella, si ella equipara tu amor con lo que le das.
En tu caso éste es un hábito que has reforzado al danzar al ritmo de ella. Si ella fuera diabética y tú le traes chocolates, te considerarías un padre negligente. El mismo principio se aplica a sus incesantes demandas como pruebas de tu amor en formas de sorpresas y premios. Mark Twain escribió: «Un hábito es un hábito, y no se puede arrojar por la ventana, pero sí intentar bajarlo por la escalera escalón por escalón». Así que entonces veamos cuáles son los escalones que tienes que bajar con tu hija de seis años.
Primero sugiero que paulatinamente dejes de traerle cosas cuando sales de compras y no te disculpes cuando ella te culpa por negligencia. Simplemente dile: «¿Qué te he traído? Déjame ver un abrazo. Ven y consíguelo». Si comienza a quejarse, devuélvele una sonrisa y sigue con tu camino. No te quedes enganchada en su argumento.
Cuando haces esto estás haciendo cambios en el círculo vicioso. Y cuando le demuestras que no vas a bailar en la forma habitual trayéndole cosas, se verá forzada a ceder el poder que tenía sobre ti. Ahora debes atacar aunque sea desagradable hacerlo para ti.
Después de unas semanas de tu «olvido» de traerle cosas, puedes seguir con el siguiente peldaño. Si se enoja, reacciona diciéndole calmadamente: «Debes estar en lo cierto. Me he olvidado muchas veces en este tiempo. Así establezcamos un día a la semana en que yo no me olvidaré. Estás creciendo y eres más grande ahora y no necesitas una sorpresa cada vez que vuelvo de compras. ¿Qué día quieres elegir para tu sorpresa?» Si hace una escena, simplemente sonríele y dile: «Cuando puedas hazme saber qué día eliges», y déjala sola.
Tú y tu esposo deben estar de acuerdo con esta estrategia. No funciona si uno de los dos es más clemente que el otro. Así que anímale a acompañarte en tu viaje descendiente para lograr cambios.
Mis padres siempre enfatizaron los logros académicos, y mi esposo también proviene de un hogar similar. Así que cuando nuestra hija y nuestro hijo, de 12 y 15 años respectivamente, prefieren la TV, la música y los deportes en lugar de los logros académicos nos sentimos frustrados. Hemos sido razonablemente estrictos sobre hacer primero los deberes de la escuela antes de jugar con los videos o hacer cualquier otra cosa, pero sé que están desarrollando actitudes negativas hacia el trabajo escolar y apatía por el estudio. ¿Cómo podemos ayudarles a que se mantengan aprendiendo sin ejercer demasiada presión?
Es bueno que reconozcas que es peligroso presionar excesivamente a tus hijos. La presión de tratar de cumplir las expectativas de los padres en cuanto a educación, deportes o popularidad, es una de las causas de depresión entre los adolescentes. Y pueden afectar a los niños cuando entren en la adultez. Cuando los adultos sienten que han desagradado a sus padres porque no han logrado lo que se esperaba de ellos, pueden pasar su vida buscando ser aceptados y tener autoaceptación por lo que son, más que por lo que lograron.
Permíteme examinar el tema de tus hijos que parecen preferir la TV, la música y los deportes antes que los logros académicos. Pueden estar diciéndote que no comparten tus metas educacionales, que pueden parecer excesivas para ellos. Recuerda que los adolescentes juzgan a sus padres comparándolos con los padres de sus amigos, y tal vez tu modelo está fuera de medida cuando lo compara con el de sus amigos. La apatía es una reacción pasiva pero agresiva, utilizada por los adolescentes cuando se sienten presionados por sus padres.
Por otro lado, tus hijos simplemente pueden estar diciéndote que mientras ellos dan valor al estudio quieren tener una vida equilibrada de adolescente, complementándola con esa metamorfosis de la adolescencia, TV, música, deportes, amigos, actividades extracurriculares, y que no desean dejarlas para focalizar todo su interés y tiempo en lo educativo.
Uno de mis hijos reaccionó similarmente cuando lo presionamos para que alcanzara nuestras metas. Vivimos con demasiada e innecesaria tensión durante su escuela secundaria y el inicio de la universidad sobre la cantidad de tiempo que él pasaba estudiando en casa. Él prefería los deportes, los amigos y la banda antes que fama en clase, o en el legajo o los debates.
Sin embargo, cuando entró a la facultad, descubrió el placer de aprender. Se graduó con honores como doctor en filosofía. Estamos agradecidos de que nuestra presión no lo sacó de la vida académica. Los niños tienen su propio tiempo, que no siempre coincide con los planes de los padres.
Por último, tus hijos están en el período de individualización, cuando el separarse de los padres y encontrar su propia individualidad es todo lo que les interesa. Uno de los caminos de separación de los chicos es diferenciarse lo más posible de sus padres. Si los padres le aprueban los deportes, ellos salen del equipo. Si los padres aprueban el estudio, ellos lo denigran.
Tienes la responsabilidad de establecer niveles mínimos a alcanzar, grados y tiempos de estudio que estén de acuerdo a las habilidades de tus hijos. Pero si ellos están siendo alcanzados, te sugiero que desistas y permitas a Dios que se encargue de tus temores y del futuro académico de tus hijos. Encontrarás que cuando bajes tus expectativas educacionales, ellos elevarán las suyas.
Anoche mi hija de 17 años salió a una cita. Le dijimos que no llegara más tarde de la medianoche, pero finalmente llegó a la 1.15 a.m. Mi esposo y yo la creíamos herida en un accidente automovilístico. Le dijimos: «Llámanos si te vas a retrasar». Ella conocía las reglas y hasta ahora las había obedecido bien.
Tratamos de sobre reaccionar, pero ella no pareció arrepentirse (y ésta es la tercera vez que pasa algo así). ¿Qué debemos hacer? Creemos que necesita comprender los límites mientras viva con nosotros.
Sospecho que usted sabe que la respuesta está en la última oración. Ustedes han establecido reglas y límites razonables, pero su hija está probándolos. Su falta de arrepentimiento es una conducta deliberada de su parte desafiando sus reglas, sus temores y sus reacciones a la desobediencia.
Los adolescentes más grandes a menudo usan el conflicto y la separación emocional para compensar el dolor a la separación física de sus padres que ellos saben que se acerca. Además, están notificando a sus padres que cuando regresen de la universidad a pasar la Navidad o en las vacaciones planean establecer sus propios horarios y límites.
A veces, no sé si Dios nos envía el familiar pero frustrante «último año en casa» para que nos acostumbremos a vivir uno sin el otro. Como jóvenes adultos se toma mayor autonomía, los padres ceden gradualmente autoridad si va a haber una relación madura entre ambas generaciones.
En este punto, yo no sobre reaccionaría al menos que la conducta de su hija cambie drásticamente para mal. En algún momento tranquilo, yo le diría que me desagradó que no llamara para avisar que llegaría más tarde, porque estábamos preocupados por su seguridad. Le preguntaría si considera que tal requerimiento es irrazonable. Es probable que ella dirá que no y se disculpará.
Pero, si no lo hace, necesitarás replantear tus expectativas, los límites y las consecuencias que harás cumplir mientras ella viva con ustedes. Puedes decirle: «Nosotros sabemos que estás creciendo y nos ha agradado ver que hasta ahora has tratado de obedecer las reglas. Pero es nuestra responsabilidad saber dónde estás y con quién estás mientras estés viviendo bajo nuestro techo. Esto significa ahora y en el futuro cuando estés en casa. ¿Piensas que puedes respetar las reglas sin que pongamos de antemano nuestras consecuencias, o prefieres que las establezcamos ahora para el caso de que se repita otra vez?»
Esto le da a ella cierto poder mientras que le dejas saber que ustedes aún están al mando. Eso es lo que ella está probando y, aunque a los padres les cueste creer, ella tendrá cierto sentido de alivio. Los adolescentes, especialmente los que están enfrentando la separación, no quieren que sus padres dejen de cuidar su bienestar.
Si ella no coopera, establezcan ciertas consecuencias y manténganse en ellas. Una puede ser que si ella no respeta su toque de queda y su ansiedad durante un fin de semana, entonces no deberá hacer planes para el próximo. Generalmente toma un fin de semana en casa para que un adolescente sepa que tú aún estás al mando y que tomas en serio su cuidado.
La columnista de «Charla con Chicos», Dolores Curran, ha estado involucrada durante veinte años en educación preventiva para padres. Es la autora de «Rasgos de una familia saludable» (Harper, San francisco) «El estrés y la familia saludable» (Harper, San Francisco). Dolores y su esposo, Jim, viven en Denver y tienen tres hijos.
Marriage Partnership Invierno 93. Usado con permiso. Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen V, número 1. Todos los derechos reservados