En espera de la resurrección final
por No Aplica
Texto de referencia Juan 20:1-18; Romanos 8:18-25; 1 Corintios 15: 1-11
En el calendario de la Iglesia se ha dado nombre a los otros dos días: Viernes Santo y Domingo de Pascua. Sin embargo, en un verdadero sentido vivimos en sábado, el día sin nombre. Lo que los discípulos experimentaron en pequeña escala tres días de profunda pena por un hombre que había muerto en una cruz lo soportamos ahora a una escala cómica. La historia humana continúa, entre el tiempo de la promesa y el cumplimiento. ¿Podemos confiar en que Dios puede hacer algo santo, hermoso y bueno de un mundo que incluye a Bosnia, Ruanda, cárceles y guetos atestados en la nación más rica de la Tierra? Es sábado en el planeta Tierra. ¿Llegará alguna vez el domingo?
A ese sombrío viernes del Gólgota solo se le puede llamar santo debido a lo que ocurrió el Domingo de Pascua, un día que ofrece una atractiva clave del enigma del universo. La Pascua abrió una grieta en un universo que se reduce paulatinamente al caos y la decadencia, y selló la promesa de que algún día Dios extenderá el milagro de la Pascua a una escala cósmica.
Es bueno recordar que en el drama cósmico vivimos nuestros días en sábado, el día intermedio sin nombre. Conozco una mujer cuya abuela está enterrada bajo viejos robles de ciento cincuenta años en el cementerio de una iglesia episcopal en Louisiana rural. Según las instrucciones de la abuela, en la lápida solo hay dos palabras grabadas: «En espera».
Aunque Jesús proyectó la visión de un mejor reino ahora y en el futuro mientras sea sábado, el cumplimiento de esa visión aún espera hasta que amanezca el domingo.
Tomado del libro Ilustraciones perfectas publicado por Unilit. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.