La sal de la tierra
por James Kennedy
Texto de referencia Mateo 5:13
Un hombre entró a una tienda familiar de comestibles:
– ¿Venden sal aquí? preguntó.
– ¡Vaya! contestó el propietario – ¿Qué si vendemos sal? ¡Pues simplemente mire!
Y el dueño le mostró al cliente un muro repleto de estantes llenos de sal: Sal Morton, sal yodada, sal kosher, sal marina, sal de roca, sal de ajo, sal de sazón, sal Epsom toda clase imaginable de sal.
– ¡Vaya! dijo el cliente.
– ¿Qué le parece? – dijo el propietario agitando la mano – ¡Y eso no es nada! Venga a ver.
– Entonces el hombre llevó al cliente a la bodega trasera, llena de estantes, barriles, cajas, toneladas de cartones de sal.
– ¿Qué si vendemos sal? dijo.
– ¡Increíble! se maravilló el cliente.
– ¿Qué le parece? dijo – ¡Venga! ¡Le mostraré sal!
– Y el dueño guió al cliente algunos pasos escalera abajo hacia un sótano enorme, cinco veces más grande que la bodega anterior, con las paredes llenas y los pisos hasta el techo con toda clase, tamaño y forma imaginable de sal incluso grandes cubos de cinco kilos de sal para engordar ganado.
– ¡Es increíble! dijo el cliente – . ¡De veras usted vende sal!
– ¡No! contestó el propietario – . Ese es sencillamente el problema. ¡Nosotros no vendemos sal! Pero ese que nos vendió la sal ¡Vaya que sí! ¡Ése sí que vende sal!
La sal que permanece en el estante no hace absolutamente ningún bien.
Tomado del libro Ilustraciones perfectas publicado por Unilit. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.