Reglas inesperadas para la carrera de la vida
por No Aplica
Texto de referencia Mateo 5:1-12; 23:12; Filipenses 2:1-11
Una vez leí una historia acerca de una carrera de bicicletas en India, cuyo objetivo era recorrer la menor distancia posible en un tiempo específico.
Al inicio de la competencia todos se alistaron en la línea de salida, y cuando sonó el disparo todas las bicicletas permanecieron tan inmóviles como pudieron. A los participantes se les descalificaba si caían o si apoyaban sus pies sobre la tierra. Así que avanzaban con suficiente lentitud como para mantener la bicicleta en equilibrio. Cuando terminó el tiempo y sonó otro disparo, el ciclista que más había avanzado era el perdedor, y quien estaba más cerca de la salida era el ganador.
Imagínese cómo sería participar en esa carrera sin comprender cómo es el asunto. Al inicio de la competencia usted pedalea lo más fuerte y rápido que puede; queda sin aliento, sudoroso y muy mal animado porque los demás corredores están detrás, en la línea de partida. Está a punto de batir el récord, así que piensa y se dice: Esto es fantástico. No aflojes el ritmo. Esfuérzate al máximo, hazlo más rápido, avanza más y con más fuerza.
Al fin oye el disparo del final de la carrera y se deleita porque es el indiscutido ganador. Sin embargo, sin duda alguna usted es el perdedor porque malinterpretó cómo se corre la carrera.
Jesús nos da las reglas para la carrera eterna de la vida. La línea de llegada está pintada al otro lado de la muerte, exactamente frente al trono del mismísimo Dios. Allí usted recibirá el pago en la resurrección de los justos. La estrategia ganadora para esta vida y para toda la eternidad es preocuparnos de los demás y no de nosotros mismos. Es dejar que otros vayan primero y no esforzarnos por llevar la delantera. Es dar sin esperar recibir.
Es ser humildes, como Jesús.
Tomado del libro Ilustraciones perfectas publicado por Unilit. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.