Biblia

​Sigue entregándote aunque nadie lo valore

​Sigue entregándote aunque nadie lo valore

Por: Carlos Padilla Esteban

En la vida hay muchas cosas enterradas, invisibles para nuestros ojos. Creo que las cosas más importantes suceden sin mucho ruido, como a menudo la entrega y la renuncia. La renuncia es fecunda.
 
Decía el Padre José Kentenich hace cien años: «¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande!».
 
Fue la paja enterrada como cimiento. Fue el fuego que quemó lo invisible. Fue el olvido de tantas oraciones entregadas. Fue el misterio de tantas vidas que no conocemos. Fue el desconocimiento de lo que estaban haciendo al entregar su vida.
 
Años después lo pequeño dio vida a lo grande, a lo inmenso. Así es en la vida. Lo oculto vale más que lo que se ve. El iceberg deja ver sólo una pequeña parte de su volumen. Lo que no se ve importa mucho.
 
Hoy que todo se quiere saber, sigue habiendo tantas cosas enterradas, ocultas. Con un halo de misterio que sobrecoge. Es verdad que la curiosidad nos impulsa a querer saberlo todo. Nos molesta lo oculto. Como si pensáramos que todo tiene que poder verse para ser bueno, verdadero, puro.
 
Pero no es así. No tenemos derecho a verlo todo, a comprenderlo todo. En lo oculto, en lo enterrado, está la vida creciendo.
 
Esas páginas escritas con miles de oraciones que nunca más serán pronunciadas. Esas melodías cuyos autores ya no se conocen. Esas letras sin dueño que nos devuelven las esperanza cuando las leemos,… Lo oculto es fuente de vida verdadera. Es el agua profunda de un pozo del que brota vida eterna.
 
Nombres inscritos en el corazón de Dios, de María. La enfermedad del que sufre en el silencio de su vida. Oculto en la sombra. El miedo escondido. El dolor callado. La cruz enterrada. El amor que crece. Lo que nunca sabremos.
 
La raíz que busca el agua en lo profundo de la tierra. Oculta. Sin raíz no hay vida. En lo más hondo. Allí donde nadie sabe que existe vida. La raíz que es fuente de una vida nueva. ¡Cómo entender la vida del árbol si no hay raíces! Cuanto más profunda, más vida surge. Lo oculto permite que exista lo visible. Así es la semilla que muere para dar fruto.
 
En muchos lugares hay mucho más oculto que visible. Más vida bajo la tierra que por encima. Más momentos de entrega, sacrificios, amor, que gestos públicos de agradecimiento. Tanta renuncia que permanece escondida para siempre.
 
El amor vive de lo oculto, del sacrificio, de la renuncia. No nos hace falta saberlo todo. Nos basta con comprender que las cosas que merecen la pena necesitan renuncia y silencio. La vida no surge sin perderla antes. Es el valor sagrado de la renuncia oculta.
 
¿A qué renunciamos por amor sin que nadie lo valore? ¿Por qué nos cuesta tanto renunciar para que otros tengan vida y ser olvidados en el intento? Así nace lo grande. De la entrega silenciosa y generosa de tantos. Así vuelve a dar vida. Desde nuestro sí entregado en silencio. Sin títulos, sin cargos, sin lugar. Simplemente el sí silencioso a una vida de alianza que se hace fecunda.
 
Tal vez nos gusta más ser reconocidos que olvidados. Que agradezcan por lo que hacemos a que pasen de largo. Ser tomados en cuenta y recordados que simplemente ignorados.
 
Duele dar sin recibir nada. Sacrificarnos y que no aparezca nuestro nombre inscrito, para que el mundo lo vea. El anonimato nos duele. Silencio y ruido. El valle escondido y silencioso. La montaña que se eleva queriendo tocar el sol.